El trabajo de Efraín Foglia, diseñador, investigador y desarrollador –nacido en México y radicado en Barcelona– oscila entre la realización proyectos interactivos, el activismo social y las tecnologías de comunicación. Es uno de los fundadores de guifi.net, una red de telecomunicaciones autogestionada, y de Mobilitylab, una plataforma dedicada a la investigación crítica enfocada a la movilidad contemporánea. Sobre estos temas conversamos con él.
Mónica Nepote: Me gustaría empezar abordando esto que defines como movilidad contemporánea, al revisar tu trabajo podemos remitirnos a ciertas propuestas desde el situacionismo, o cierta manera de relacionarnos en la red.
Efraín Foglia: En principio adoptamos el concepto de movilidad en el 2010, un concepto derivado de cuestionarnos todas estas etiquetas de New Media Art, arte electrónico, arte digital, cultura digital, etc. un tipo de prácticas quizás más heterogéneas, que comulgaban con otro tipo de realidades sociales. Las prácticas en las que estaba involucrado venían de la producción artística, la producción cultural, pero siempre enmarcadas en los ámbitos de industrias culturales. Es un concepto de trabajo en donde se puedan incrustar una práctica en un museo o una práctica en la calle, fue así como buscamos representar la ciudad contemporánea desde la problemática, desde la fricción.
A partir de esto y con la experiencia en temas de diseño, publicidad, medios de comunicación, me doy cuenta que uno de los grandes paradigmas del progreso es sea el brindado por la movilidad y un poco una especie de realidad que se me presentó en la cara fue analizar desde qué retórica, desde qué discurso se intenta hacer que la gente consuma los dispositivos portátiles, un ejercicio muy básico de comunicación. Así descubrí que una de las grandes promesas tenía que ver con la idea detrás: eres más libre como ciudadano o como persona si eres capaz de comunicarte en y desde cualquier lugar. Si conectamos esto con los estudios acerca del panóptico, con todos los estudios de redes o con los estudios de consumo capitalista voraz, descubrimos que es una ecuación muy jugosa, en la cual la sociedad contemporánea está inmersa.
Podemos ver esto claramente en México con este paradigma de movilidad; a partir de la industria del auto se generó una especie de idea de libertad o la idea de “eres clase media baja, pero al tener un auto te vuelves clase media”, y la industria automovilista, feliz: llena la ciudad de autos, y ahora vemos que la movilidad de esta ciudad está derrotada.
Por eso el logotipo de nuestro proyecto es un helicóptero, porque vienen todas las reflexiones de la ciencia ficción y otras surgidas a partir de ver lo que pasa en contextos urbanos. En Sao Paulo donde hay más helipuertos que en la ciudad de Nueva York. La idea con la que hemos destruido el primer nivel de la ciudad con la industria automotriz, por el sueño fordista, no se asume como “busca una solución”, sino como “busca el otro espacio que todavía no hemos explotado”, que es el espacio mediano, el espacio aéreo y todo este espacio que ahora está en debate, desde el uso de drones, desde las redes inalámbricas, desde todo ese tipo de situaciones intangibles o elementos intangibles que articulan nuestra sociedad y nuestras vías de comunicación pero que en todo momento se alejan de intentar resolver lo que hemos destruido. Lo mismo más o menos se está repitiendo con el tema de la telefonía móvil y todo esto que hay una sobre explotación, del uso del espectro radioeléctrico, también sabemos que el uso de los dispositivos tiene un costo, como siempre a nivel de explotación.
Lo mismo allá en España, tienes una sobresaturación y una crisis del modelo fordista que claramente desde todos los puntos de vista, desde el humanístico-social-político ha fracasado. Esta reflexión que tiene que ver con la movilidad, la encontramos como un eje vertebral para analizar, realmente hacer un escaneo de lo que pasa a nivel sociopolítico en la sociedad contemporánea y, a partir de ahí, poder ver qué tipo de proyectos nos interesan de esa realidad, vistos desde el punto de vista creativo, experimental. La mayoría de proyectos que se pueden ver en mobilitylab.net están vinculados a todo este tipo de movimientos que en el fondo cuestionan de forma frontal el uso de la tecnología, que contribuyen a construir un sistema de consumo ilusorio que en principio te ofrece un sistema de libertad o de democracia.
MN: En qué medida estos proyectos en los que trabajas proponen otras dinámicas o proponen una reflexión que da la vuelta al consumo y reflexiona acerca de los otros usos de las tecnologías.
EF: La mayoría de las personas con las que trabajo, Jordi Sala, por ejemplo, con quien trabajo de forma más cercana, venimos de una especie de híbrido entre militancia de creación y movimientos sociales, ya sea a nivel fílico, informativo o a veces a nivel de militancia real. A finales del siglo pasado, había una especie de desesperanza, que generó como respuesta todos los movimientos a nivel global de cultura libre, o de tecnología.
Hace años vivía en Alemania y me encontré con todo aquel imaginario del Chaos Computer Club de las redes libres, entonces hice un híbrido, mezclando situaciones o pensamientos tecnosociales de los zapatistas con sistemas del Free Speech Movement de California. Todo esto que sucedía en Indie Media que documentaba prácticas culturales que consistían en el desarrollo de un montón de ecosistemas propicios para poder hablar de este sistema. De hecho hay muchos ensayos donde se habla de “la nueva utopía”, los que diseñaron sistemas como Debian, o los que hicieron el protocolo 802 de Wifi, por mencionar algunos gradualmente, y también quizás por el paso de las crisis, se ha visto que son efectivos y que realmente impactan a nivel económico, más allá de las filias que podamos tener con estos sistemas.
Muchas de estas prácticas vienen respaldadas por casi treinta años de trabajo en comunidades de prácticas basadas en temas de software libre. Te hablo de que muchos de los proyectos que tenemos en Cataluña, en Barcelona, que hasta hace tres o cuatro años dicen: “¡Ah! Ya le entendí”, porque ahora ya hay una emergencia económica, política y social. Antes se movía en otro tipo de circuitos, importaba más que un pueblo de los pirineos se tecnificara de cara a un beneficio educativo más que para ganar una beca para exponer en Londres. Eran dos circuitos muy diferentes.
Daniel Escamilla: ¿En qué medida crees que se habla de software libre y se hacen todo este tipo de proyectos, porque la economía misma hacia allá te lleva? ¿Por qué se ponen de moda las bicicletas en los cafés en la vía pública? Pues por la gentrificación. ¿Por qué en este país desde hace diez años se habla de software libre y se hacen todo de este tipo de cosas como una postura contracultural y no pensarlo como que tal vez Apple está esperando que le solucionemos el problema?
EF: Sí, esta pregunta que haces es crucial, principalmente en estos tiempos. Como bien dices, ahora es más sencillo hacer un “tecno campus” que pague Telmex y decir que es libre porque se ve que tiene beneficio social sin realmente afectar al sector a nivel educativo con sus infraestructuras. Yo creo que ahí hay dos elementos interesantes. Uno es que si ya se está replicando, copiando, gentrificando es porque ya tiene una masa de consumo potente, y esto es un buen signo a pesar de que tengas free-riders, que son todos aquellos virus que principalmente se van a aprovechar de todo ese trabajo para sacar réditos personales. Este ente, que se conoce como el free-rider en software libre, siempre está; cuando hacemos una open party se te va a colar alguien que a lo mejor te roba la cámara. Es decir, también es verdad que se ha romantizado todo lo que tienen que ver con las comunidades de software libre; son comunidades muy problemáticas que muchas veces se les ha catalogado también de ser como bastante cerradas, pero que han sido necesarias. La otra cosa es que, después, todos estos fenómenos ayudan a que se pueda generar una media entre todas estas prácticas.
Hay un montón de posturas. En lo que tú dices, es verdad que sí, la economía ha ayudado a que determinados entes gubernamentales volteen hacia allá, no por ideología ni por concepto, sino por necesidad. El Salvador, Guatemala y varios países de Centroamérica sufren el paso de tornados tantas veces al año que acaban con las infraestructuras; Telefónica feliz, porque les vuelve a facturar todo. Hace unos años llevamos guifi.net a un congreso de países no lineados, y gente de estos países decían: “nosotros no podemos seguir con este ritmo, necesitamos a alguien que nos ponga algo que montemos y que podamos desmontar antes del huracán”. Vaya, se dan estos fenómenos, te hablo del fenómeno de Guatemala y El Salvador, pero también te hablo de la comunidad económica Europea. La comunidad económica Europea, en un grado de perversión elevadísimo, ilustra muy bien lo que estás planteando, dice: “parece que es buena intención, yo voy a apoyar todas estas iniciativas más que las organizaciones privadas…”, pero en realidad, lo que quiere la Comunidad Económica Europea es dejar de subvencionar a los PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España), los países del sur.
Aquí estamos hablando de otro tipo de problemáticas que son todavía muy fuertes de resolver, por ejemplo, el hardware; incluso la persona más radical a nivel de desarrollo informático, alguien que use Debian, está corriendo sobre una computadora IBM que sigue siendo hardware privado. O sea, hay muchos logros: software libre, redes libres a nivel de licencias; a nivel cultural estamos muy avanzados, pero seguimos teniendo un montón de ecosistemas que siguen cerrados. El filósofo Manuel de Landa siempre lo dice: “realmente nos movemos en un sistema híbrido entre lo abierto y cerrado.”
Desde mi perspectiva, el objetivo de ese proyecto es otra cosa, porque les da igual que todo un país sea software libre si sigue manteniendo un sistema de explotación similar. Tiene que haber una coherencia en una serie de valores para que realmente la ecuación te salga, pero siempre tendrás que sacrificar algo; por ejemplo, la máxima queja sobre el software libre y redes libres es la usabilidad, porque la gente tiene piensa que la usabilidad es Macintosh; pagan para no generar esfuerzos y ahí tienes un gran debate: “¡Ah! Pero entonces lo otro no es tan usable, no es sencillito”. No, es que necesitas asumir un compromiso y si lo quieres hacer sencillo diséñalo tú. Ahí es donde entramos en una discusión mucho más cercana al sistema de consumo en el que nacemos, el capitalismo. Aquí es donde todavía hay mucho trabajo por hacer, pero en lo que tu señalas, yo creo que está apareciendo al día a día. Ahora mismo es más rentable sacar una revista que meta todo este imaginario de educación, de bienestar social y todo, aunque finalmente lo que se esté haciendo me resbala. Entonces sí, estoy totalmente de acuerdo en lo que tu planteas.
DE: Y por otro lado, ¿en qué medida los marcos legales hacen que, como en México, no pegaran los proyectos como sí han pegado en Barcelona, por ejemplo? Me viene a la mente esta idea de la precarización de la oferta en la telefonía en México y todo el control tan grande que existe en ese sentido, al grado de que, no sé, estos celulares tiene la opción de compartir en internet, pero Telcel la bloquea.
EF: O los puertos…
DE: Claro, que es el mismo problema que hubo cuando salió la industria del disco y de repente SONY le puso un candado y entonces en Estados Unidos decían: “Pero oye, tengo la ley del segundo uso, por qué no me dejas usarlo, por qué tu si violas la ley y está bien que violes la ley, pero yo no puedo violar la ley”. Ahora, hay alguna relación entre ese control tan férreo de las industrias de las telecomunicaciones en México.
EF: Todo se está dando y atraviesa transversalmente a internet, por lo mismo se ha tomado poco interés y poco foco en debatir qué pasa con las infraestructuras. En ese caso, nosotros somos especialistas en ese sector a nivel legal. Dicho de otra forma, todo el mundo en arte digital, en cultura, en debate, habla a nivel de contenidos: implementación, aplicaciones, instalaciones, pero si me dejas dirigir este centro diez días, lo primero que haría es ver por dónde están pasando los cables, a quién pertenecen y hacía dónde estamos conectando. Pero ese debate es muy rudo a nivel físico, es un debate de cables, de fibra óptica, de puntos neutros; si ya nos es difícil entender determinadas cosas de internet, ahora imagínate la infraestructura. Esto origina una opacidad muy elevada por un lado; por otro lado, lo férreos que son los monopolios acá o en Estados Unidos, en todo el mundo; no ha sido más sencillo porque en España, al contrario. Telefónica o Telmex o British Telecom, son más o menos lo mismo, son realmente una especie de lo que mencionaban Hardt y Negri, instituciones que están por arriba del estado-nación que podrían decir claramente: “si no cumples estas condiciones me voy del país y te genero desempleo…” Lo han hecho en Alemania y en un montón de lugares; las leyes de telecomunicaciones están escritas por todo este tipo de fuerzas centrípetas y centrifugas, y esto es algo que para empezar debe de quedar bastante claro. Además, no es tan fácil que a pesar de que hablemos de control, toda la sociedad no pueda hacer nada. Realmente hay un montón de situaciones que se pueden dar, yo te pongo el caso de guifi.net en Cataluña y en todos los lugares en donde se ha dado, lo único lo que tienes que hacer es leerte la ley y de ahí tomártelo en serio a nivel jurídico.
En México hay unos casos realmente interesantes; en la nueva Ley de telecomunicaciones han encontrado un hueco para establecerse. Si tú lo miras, todo el sistema NeoCon –que te prometía es acceso libre al mercado, pero ellos de lo que hablaban era de que ellos lo que querían era compartir las facultades del estado– decía: “oportunidad para todos”. ¿Para qué? Para que Telmex se privatizara, pero si lo lees de otra forma, “oportunidad para todos” significa que nosotros también podemos hacer una comunidad, y si juntamos una serie de técnicos y legales podemos ser una telecom; es lo que está empezando a suceder a nivel global, en Francia, en muchos lados, no solamente por un tema de legalidad, sino por las grandes infraestructuras de agua, luz, etc. Lo que quiero decir es que dentro de todo este sistema realmente hay formas, que se tienen que estudiar, en donde podemos construir otro tipo de estructuras de este lado, incluso en el país más potente a nivel de corporaciones, Estados Unidos, está implementando en muchos lados el sistema de guifi.net. Son lugares que están determinados por distancias, ecosistemas extremos, alturas, etc., que les conviene un sistema comunitario que además pueda ser subvencionado por el gobierno en lugar de una empresa que no sea capaz de darles el mantenimiento porque no le conviene económicamente. Es un sistema que se tiene que abordar con el mismo nivel de seriedad tanto creativo como legal. En África, Latinoamérica, Estados Unidos y Europa hay un montón de casos de compañías que se han autogestionado, que llevan todo este modelo, y además, otra cosa que es fundamental, siguen estando en el sistema de consumo, o sea tampoco es que seas anticapitalista, porque alguien nos vende el hardware, porque no producimos hardware. Aquí hablamos también de la reconversión de determinadas industrias para reacomodarse a la nueva realidad del 2013, que ya no es la del dos miles, cuando salía dinero de todos lados.
Rocío Camorra: A mí lo que me parece interesante, desde el modelo de guifi.net, es que la gente a lo mejor no quiere involucrarse porque no quieren asumir responsabilidades. Luego, por otro lado se aplican estos modelos que han sacado de guifi.net en la gestión de otros proyectos, que son proyectos comunitarios o sociales que vienen dados ya desde instituciones.
EF: Claro, si tú intentas cambiar el sistema de prestación de servicios como al que estamos acostumbrados –tú haces algo y yo te pago–, y nos vamos a un sistema que va de la autoprestación de servicios que yo me construyo, pero como yo me lo construyo y yo dediqué horas de trabajo, entonces yo también decido a nivel político, social y tecnológico cómo se va a gestionar eso. Esto es fundamental a nivel de internet porque en el fondo, quien trabaja con una red contratada, por muy bien que esté el servicio, trabaja con una limitación increíble del uso de la red, se han explorado muy pocas cosas sobre internet, visto así, hacer un compromiso tiene sus ventajas. También es verdad que, por ejemplo, en el caso de España, nos hemos dado cuenta de que en función del contexto social –pues hay algunos más individualistas donde hay una atmósfera de verticalidad y no hay tiempo de eso, y pagan para que les presten todos los servicios; esa persona no se va a involucrar en la construcción de una red social, pero a nivel político es una persona neutra, inocua.
Evidentemente, todos los movimientos que se generan desde esta perspectiva sí comprometida implican que haya realmente un involucramiento social a nivel comunitario; los lugares donde han tenido más éxito es porque hay también una cohesión social mayor. Dicho de otra forma son comunidades más homogéneas porque sus códigos les permiten cooperar de una forma más sencilla. Lo que tenemos que tener claro es que nosotros lo que catalizamos son sistemas que puedan ser replicados, son herramientas para que se sigan autoconstruyendo a partir de la participación de las personas. Sí es verdad que el grado de compromiso es fundamental, y por eso mismo, todo lo que tiene que ver con lo digital, desde nuestra perspectiva, está pasando a un segundo término como etiqueta, porque ya damos por hecho que estamos en este ambiente digital.
MN: Me interesaría platicar qué proyectos has visto tú, en qué lugares –de América Latina sobretodo– existen proyectos cercanos a esta forma de trabajar similar a la de ustedes.
EF: A mí el que me tiene fascinado –que espero con todas mis ganas de que hagamos un fusión y lo llevemos trabajando– es el proyecto de Rhizomatica de Peter Bloom. Su proyecto me parece muy emblemático por lo siguiente: siempre hablamos de Latinoamérica y luego de Estados Unidos, pero en el fondo es todo un continente que tiene bastante flujo y que muchas de las cosas se van intoxicando para beneficios de todos. México siempre ha sido un gran puente y aun así no está catalogado a nivel global como eso, pero si tu analizas los flujos europeos, México es como un gran hub para un montón de cosas.
Rhizomatica tiene una base muy similar a guifi.net a nivel de telefonía y también parte de una problemática de migración hacia USA y la necesidad de comunicación con sus familiares. ; las ecuaciones son muy similares y lo interesante es que también, con el salto de la Ley de telecomunicaciones, se ha podido asentar, con apoyo del gobierno estatal, con las mismas dinámicas que comentaba. Por ejemplo, el gobierno oaxaqueño lo ve como: “mira, es que no vamos a poder, tu ya tienes una inercia, échale ganas…” y ha logrado un grupúsculo de gente bastante interesante.
Latinoamérica nunca me deja de sorprender en este sentido, el problema de Latinoamérica es que para poder hacer proyectos más globales las distancias son enormes. En Europa es más sencillo, pero aquí la territorialidad es tan bestial que es más difícil. Uno de los primeros proyectos al que me inscribí cuando estaba en la UAM fue uno que se llamaba Programa Artesanal dirigido por el maestro Fernando Schultz, un chileno exiliado que trabajó con el “internet” de Salvador Allende[1], el Cybersyn. Con Fernando empezamos una red universitaria que vinculaba a sociólogos y diseñadores para trabajar con las comunidades indígenas, cuestionando el salto de la artesanía al arte y los objetos de uso. Este proyecto lleva ya doce años, no es un proyecto necesariamente mainstream, pero es un proyecto que logró vincular entidades sociales, comunidades y universidades públicas –algo que se ha debilitado mucho en los últimos veinte años en México–, donde pudo tomar su pulso en ese compromiso por el entorno social, y de hecho lo tuvo y fue tan fuerte que en el 68 pasó lo que pasó; era un pulmón de cambio muy bestia. Estos proyectos vinculados, si tienen esta trama, ya son súper beneficiosos porque ya no están articulados a partir de la ideología del sistema del arte, pero sí pueden apoyar y se pueden retroalimentar pues permiten que los imaginarios que se construyeron en estos lugares fluyan.
Rocío Camorra: Voy a intentar hacer esto lo más completo posible, teniendo en cuenta dónde estamos, el Centro de Cultura Digital, y desde aquí a nivel gubernamental, tenemos que hacer un programa digital, tenemos que crear herramientas y dar acceso a ciertas comunidades que no tienen acceso a estas herramientas, pero ¿qué ocurre cuando se está estableciendo una manera de imponer las cosas de manera que no permite que esa gente genere sus propias propuestas? Es decir, tú has trabajado en proyectos que son comunitarios donde las responsabilidades se reparten entre todos y luego de repente aparecen centros como este, que no es el único, en el que se enseña a hacer las cosas de manera que sigue siendo una transmisión de arriba hacia abajo, de conocimiento.
EF: Sí, el caso que mencionas podría ser el caso de Barcelona, de Nueva York, de cualquier lado. Son estas dos grandes capas, este es el gran cuestionamiento sobre el tema institucional y la poca lentitud de transformación de la institución; pero desde la institución universitaria, de la religiosa, de la cultural, etc., tenemos un gran problema ahí y lo podemos afrontar desde muchas perspectivas, pero desde mi punto de vista en México como en otros lugares, el problema son los ciclos, los ciclos de continuidad. Puede haber una gran voluntad de generar dinámicas, pero las dinámicas toman medianos o largos plazos; en un año es imposible. Normalmente veo los programas que se hacen de integración y siempre encuentro el mismo síntoma. De hecho, yo estoy bastante vinculado a las instituciones culturales en Barcelona, pero desde la visión de guifi.net, de ese tipo de proyectos que no necesariamente responden al financiamiento de esos lugares, siempre hablamos y debatimos es que estos centros tienen que facilitar la interconexión de los proyectos con su barrio, algo muy básico, y hay un símbolo muy claro; ahí encuentras las respuestas, ahí encuentras muchas respuestas, no estoy diciendo de la totalidad sino de lo que a nosotros nos puede interesar.
Nosotros diseñamos pequeñas dinámicas para intentar hacer esta integración y las ofrecemos a los centros, hacemos este puente: “Oye qué te parecería anunciar tu producto”, y si dirigimos una antena, una torre y de ahí lo transmite al otro barrio, es como un Facebook entre barrios y el centro nos sirve de puente. Inventos de este tipo son fascinantes porque nadie los está haciendo, y desde la institución el problema que tenemos es que son demasiado piramidales, no es una cosa de México, es una cosa global. Entonces pasa que tú entras a trabajar en un lugar de estos y por muy buena voluntad que tengas, tienes una serie de políticas que están definidas, una serie de presupuestos y normalmente se trabaja en tierra quemada, es decir que tienen que darse resultados visibles para justificar que el centro es bueno, y esos resultados visibles no pasan por beneficiar al barrio, pasan por salir en los medios de comunicación, para que tengas grandes números de visitantes, para que seas internacional, y este es el síntoma generalizado de las instituciones culturales de este siglo.
Realmente lo que tenemos que hacer es rediseño de nuevas formas institucionales para poder negociar con ellos, es muy ilusorio pensar que puedes cambiar una institución a menos que realmente haya un cambio político muy bestia. Desde mi perspectiva sí creo que es obligación de los centros, dentro de su cien por ciento de actividades, tener una proporción que esté directamente vinculada al territorio, a nivel de diseño, por ejemplo. Cuando el diseño, la cultura y el arte –que normalmente en estos países lo hace la gente de clase media alta– logren hacer dispositivos o activos que la gente entienda que son beneficiosos se habrán ganado un montón de cosas, pero si están despidiendo a gente del Museo de Arte Contemporáneo por la crisis y el señor que está haciendo los bocadillos dice: “pues me da igual, porque en el fondo ni les entiendo, ni sé lo que hacen”, ni tu misma gente es capaz de protegerte, desde mi punto de vista, esa una de las grandes crisis institucionales culturales.
MN: Pero si lo pensamos, las instituciones son de la ciudadanía y los que estamos dentro de estos espacios tendríamos que trabajar en función a esta idea.
EF: Claro, este es el paradigma, pero tampoco encontramos casos concretos. Como paradigma lo tenemos clarísimo, pero luego está con la desgracia en la que vivimos. ¿Qué es lo que podemos tirar o estirar? Aquí es dónde está el conflicto, es como regresar al tema de internet: “el internet privado no sirve, ¿qué hacemos? Es súper complicado, déjalo.”
Necesitamos poner una propuesta sobre la mesa; pones la propuesta y todo el mundo se ríe de ti. Aquí es cuando tienen que pasar quince años para que la gente pueda verlo, verdaderamente como un sistema eficaz. Es verdad que aún tengo dudas en lo que se refiere a los centros digitales. De hecho me entrevisté con la persona que lleva la Ciudad Digital, en Zapopan, Jalisco, que es un centro bastante grande y que está haciendo un montón de cosas y es bastante famoso. Nos vimos y me dijo que ellos luchan contra la brecha digital. “¿Cómo luchan?” Pregunté. Me respondió: “Pues damos clases para que la gente aprenda a bloguear”. Sí, pero ¿y si no tienen internet? O sea, la brecha digital es la conectividad. Yo puedo ir a aprender a un centro, y lo hace Telmex allá en el Zócalo, pero el problema es que aproximadamente el 33% de la población mexicana está conectada a internet. Si hablamos de inclusión digital tendríamos que llegar al 60% y en eso nadie está trabajando. Si no tienes conectividad, cómo vas a votar a distancia, cómo vas a utilizar todos los sistemas de telemedicina, cómo vas a entrar a la web del Centro de Cultura Digital.
RC: Eso es lo interesante, cuando tú generas un centro de este tipo ¿cuáles son las herramientas que tú enseñas para suplir esta brecha?, ¿cómo enseñas a la gente a autogestionarse? Si más que nada les estás metiendo en el mismo sistema que es el que hace que ellos tengan este tipo de problemas.
EF: Lo que dije, el caso es entrar a internet o sea estar conectado. Internet es tan amplio que la gente se puede ir buscando la vida ahí. Lo que es verdad también es que el acceso o la falta de acceso pueden llegar a unas paradojas muy ridículas; por ejemplo, un colega de guifi siempre dice esto del e-government –que sería un poco lo que está permeando a todos los países como sistema de democracia –. Por ejemplo, ayer se votaron las elecciones primarias, son procesos que se están dando a nivel global, y para yo poder acceder al voto electrónico como derecho a la democracia me están obligando a pagarle mensualmente a una compañía de telecomunicación. Esto es imposible. Que me den derecho al voto electrónico es porque me están dando el acceso a la red para que yo pueda votar. Para mí el tema de brecha digital va más allá de todas estas capas maravillosas del arte y todo eso; si eso no está resuelto es muy difícil que el país se vuelva contemporáneo a todos los niveles. Mi prioridad sería a nivel educativo, acá en México, pero eso ya no se logró con lo analógico. Alguna vez visité las telesecundarias que había en Veracruz; eran unos experimentos interesantes y desaparecieron, no hubo continuidad. Las telesecundarias eran muy revolucionarias, yo tengo familiares que hicieron la secundaria así. Hace unos meses estuve en Oaxaca y hablando con del taxista, me decía que temía que su hijo caminara tres horas para llegar a la escuela. Es el escenario que tenemos. Yo creo firmemente que a través de la conectividad podríamos realmente diseminar muchas más cosas que no llegaron en la época de la modernización mexicana.
[1] Entendiéndase como una red de teletipos, un preámbulo a internet.
Daniel Escamilla
Artista plástico y visual
Ha colaborado en diversas publicaciones impresas y digitales. En su más reciente producción ha realizado obra en diferentes formatos a partir de proyectos relacionales que exploran tres líneas de investigación: el emplazamiento en el mundo, la relación entre la memoria y la tecnología, y la nostalgia.
Efraín Foglia
Diseñador en interacciones digitales, investigador y docente
Diseñador en interacciones digitales, investigador y docente. Doctor en Bellas Artes por la Universitat de Barcelona, especializado en NewMedia Art por la Bauhaus-Universität Weimar. Licenciado en Diseño de la Comunicación Gráfica por la Universidad Autónoma Metropolitana, Ciudad de México. En 2015 ha acabado su investigación postdoctoral en la UNESP São Paolo Brasil. Su trabajo se posiciona en la intersección del Diseño, activismo social y tecnologías de la comunicación. Miembro fundador de guifi.net, la red de telecomunicaciones autogestionada más grande del mundo. Es promotor de las Redes Abiertas en España, México, Brasil y Reino Unido. En 2011 funda Mobilitylab plataforma para el diseño de interacciones físicas y digitales. Ha expuesto su trabajo en diversos recintos culturales y artísticos de España, México, Brasil y Alemania.
Mónica Nepote
Editora y escritora.
Está al frente del proyecto E-literatura del Centro de Cultura Digital