“La información es información, no es materia ni energía”.
Norbert Wiener
La historia de la innovación científica del siglo XX ha estado signada por los intereses de la estrategia militar. El caso de las ciencias de la computación —informática, cibernética, robótica— es un ejemplo paradigmático de este vínculo indisoluble. Desde su creación en los años 30, las máquinas de calcular se han orientado básicamente al desarrollo de sistemas de ataque y defensa nacional, dedicando sus principales esfuerzos al diseño y operación de sofisticados aparatos de guerra y destrucción.
Uno de los referentes indiscutidos en la reciente historia de la computación es el científico norteamericano Vannevar Bush.En la década de 1930 desarrolló en los laboratorios del MIT (Massachusetts Institute of Technology) una computadora analógica que denominó "analizador diferencial", una máquina electromecánica capaz de realizar ecuaciones diferenciales de hasta dieciocho variables. Este invento se mantuvo en secreto durante años, dedicado a calcular trayectorias de misiles al servicio exclusivo de las fuerzas armadas de su país. Su investigación sobre el procesamiento de datos continuó en paralelo con la creación de la empresa American Appliance Company, especializada en dispositivos de seguridad que con el tiempo se convertiría en la principal contratista en materia de defensa del Gobierno de los EE.UU.
En el año 1941 el Dr. Vannebar Bush fue nombrado director de la Office of Scientific Research and Development (Oficina de Investigación y Desarrollo Científico) donde participó activamente del Proyecto Manhattan, formando parte de la selecta comunidad de científicos de EE. UU. dedicada a la creación de la bomba atómica. En el año 1945, seguramente conmovido por el alto poder destructivo demostrado por las bombas atómicas arrojadas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki —donde murieron más de 200 mil personas— Bush publicó el artículo “As We May Think” (“Como podríamos pensar”), donde inicia su reflexión con la pregunta: “¿a qué se dedicarán los científicos en tiempos de paz?”
A modo de respuesta, se refiere al problema del creciente volumen de la información y las dificultades para gestionarla. La dirección que propone para resolver de manera eficiente el almacenamiento y la administración de datos está basada en dos nuevos inventos: por un lado se refiere al Vocoder, un aparato desarrollado por los Laboratorios Bell que permite captar la voz y convertirla en texto escrito; y por otro, presenta un sistema de su propia autoría: el Memex (una condensación de las palabras en inglés “memory extended”, memoria extendida), una máquina pensante que emula el funcionamiento de la memoria, un dispositivo mecánico para almacenamiento y recuperación de datos que utiliza el índice por asociación, a diferencia de los antiguos sistemas de clasificación por orden alfabético u orden cronológico. Este será el primer modelo de funcionamiento del lenguaje hipertextual.
En el futuro aparecerán formas de enciclopedias totalmente nuevas, que contendrán en su seno numerosos senderos de información preestablecidos, y que podrán ser introducidas en el Memex para ser ampliadas por el usuario. La ciencia ha proporcionado al ser humano formas veloces de comunicación entre personas individuales, le ha permitido el almacenamiento de las ideas y le ha otorgado la posibilidad de manipular este archivo y extraer de él ideas, de modo que el conocimiento evolucione y perdure a lo largo de toda la existencia del género humano, y no sólo de la vida de sus componentes individuales.
Así se sintetiza la importancia de este dispositivo: un sistema de protección del conocimiento que perdure y evolucione más allá de la vida de los componentes individuales de la humanidad.
Medio siglo después, el Memex ha perdurado y evolucionado, materializado en millones de computadoras, cámaras, grabadoras y teléfonos celulares, posibilitando a la humanidad la expansión ilimitada de su memoria extendida.
El día 19 de octubre de 1945, el escritor George Orwell publicó en el diario inglés Tribune un artículo titulado “Usted y la bomba atómica” (“You and the atomic bomb”). Su reflexión, a dos meses de producidas las explosiones nucleares en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, destaca la indiferencia de la prensa y el público en general frente al brutal ataque, y advierte —citando a su vez ideas formuladas por H.G Wells muchos años antes en su novela La máquina del tiempo (1895)— sobre el peligro inminente de que la humanidad se autodestruya con sus propias armas, dejando a cargo del planeta a las hormigas y otras comunidades de insectos con capacidad de organización social. En el año 1949 esta advertencia se transforma en un brillante relato de ciencia ficción situado en un futuro no muy lejano. Orwell publica la novela 1984.
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Este texto forma parte de la tesis doctoral Hacia una poética de la interacción. El diseño, el código y la trama. que el autor presentó en la Facultad de arquitectura, diseño y urbanismo (FADU) de la Universidad de Buenos Aires (UBA)
Martin Groisman
Doctor en Diseño por la Universidad de Buenos Aires, con titulo de grado en Psicología. Es productor en medios audiovisuales y sistemas interactivos con larga trayectoria en realizacion de cine y tv. Es profesor titular en Medios Expresivos, de la carrera de Diseño Gráfico FADU-UBA y director de la Maestría en Diseño Interactivo de la FADU-UBA. Es miembro del Comite Ejecutivo del Seminario Internacional de Narrativas Transmedia (ICLA-UNR) y codirector del Seminario Internacional de Narrativas Hipertextuales (NH/T). Actualmente realiza su posdoctorado en el MediaLab de la Universidad Federal de Goias-Brasil.