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Por la reivindicación de una nueva forma de hacer filosofía. Entrevista con Eurídice Cabañes

Por Eurídice Cabañes y Mónica Nepote /

5 oct 2015

Eurídice Cabañes es filósofa especializada en las intersecciones de la filosofía, el arte y la tecnología.  Sin duda, uno de sus rasgos distintivos es su infatigable labor como promotora y provocadora de diversas formas de reflexión en torno a los videojuegos: de la reflexión a la divulgación o al enfoque pedagógico experimental. En esta conversación hablamos de esas zonas de cruce en la que resulta indispensable observar con atención el papel de la filosofía en estos tiempos hiperconectados.  

A continuación podrás ver fragmentos de la entrevista en video y la versión completa transcrita.

 

 

MN: Quiero empezar retomando una pregunta que te hizo una chica muy joven: "¿la filosofía sigue viva?" Esta pregunta me lleva a hacer otras: ¿Podemos pensar que la filosofía ha adquirido un rango más activo a partir de discutir con la tecnología y con la ciencia? ¿Cómo ves la relación de la filosofía con la tecnología?

 

EC: En realidad, la filosofía siempre ha sido algo importante, actual y que existe. Creo que el problema que tiene la filosofía es el problema que tendría cualquier otra disciplina y  es que acaban mirando hacia dentro y siendo autorreferenciales. Pero lo más interesante en la Filosofía y en cualquier otra disciplina es la hibridación, cuando te quitas las ojeras de para lo que te han educado y comienzas a ver hacia otros lados desde otros puntos. Por eso la vinculación de la Filosofía con la tecnología o hacer un pensamiento sobre la tecnología, me parece que puede aportar muchísimo, más que estar haciendo una re revisión de Aristóteles o algo así, o se puede hacer también, traer a Aristóteles y sus palabras a la actualidad, es decir, hay que reactualizar a todos los filósofos porque muchas veces su pensamiento sigue siendo vigente, pero hay que hacer filosofía del presente y de lo que está pasando ahora. 

La situación es que tenemos una vidas absolutamente tecnologizadas, no hay nadie que conozca que no esté en contacto directo con la tecnología, incluso con tecnologías muy desarrolladas, justo en un momento en que nuestras relaciones, nuestro trabajo, y prácticamente todo está mediado tecnológicamente, igual es momento de decir: “¡Espera! Déjame ver qué está pasando”, porque además la tecnología evoluciona exponencialmente más rápido, cada vez surgen nuevas cosas, y parece que no hay tiempo para pensar qué implica todo eso. Entonces la filosofía juega un papel muy importante, justo para promover ese pensamiento crítico, para volver a las preguntas típicas de la filosofía: ¿quiénes somos?, ¿a dónde vamos?, ¿de dónde venimos? Es decir, vamos a pararnos y mirar a nuestro alrededor. ¿Qué tipo de humano se está configurando con las nuevas tecnologías? ¿qué tipo de realidad estamos construyendo? Porque también son interfaces con el mundo y también estamos interviniendo en el mundo. Creo que es un buen momento de pararnos y pensar.

 

 MN: ¿Por qué sería importante hacer una filosofía crítica de los usos tecnológicos? ¿o desde qué ángulo pensarlo?

 

EC: Creo que el punto es justo trabajarlo desde los usos, no tanto sobre la tecnología en sí, porque  evidentemente no se puede decir que la televisión es mala, o el móvil es malo o el Internet es malo o es bueno. La tecnología en realidad es una herramienta, igual que un martillo; si yo lo uso para abrirte la cabeza, no puedo decir que el martillo sea una mala herramienta, simplemente hay malos usos, entonces creo que hay que abordarlo desde los usos. Sobre todo tatar de hacer conscientes los usos que hacemos de la tecnología, porque quizá yo quiero seguir utilizando el martillo para abrirte la cabeza, quizás yo quiero seguir dándole todos mis datos a Facebook, pero al menos tengo que ser consciente de que cada vez que publico algo, cada vez que comparto información va a fluir por todos lados; tengo que ser consciente de las implicaciones de mis usos de la tecnología y mi forma de relacionarme con la tecnología.

Además de tener los dispositivos tecnológicos, estamos inmersos en un universo llamado Internet, y ahí estamos, está nuestro Yo virtual que a veces es hasta más activo que nuestro Yo físico, por así decirlo. Estamos inmersos en un mundo marcado por los algoritmos y por las grandes compañías. En este sentido, también, tener una relación con el pensamiento crítico se vuelve algo muy importante. ¿De qué forma un ciudadano común podría ir adquiriendo esta conciencia filosófica o crítica de ¿quién se es dentro de las redes?

Creo que la pregunta sobre la personalidad virtual o sobre quien se es cuando es descorporeizado, siempre peca de establecer una distinción muy grave entre el mundo físico y el mundo virtual. En realidad no creo que haya una escisión donde yo soy una que tiene cuerpo y yo soy la otra que no tiene cuerpo. En  realidad en la vida física-virtual terminamos siendo avatares. Es decir, yo no soy la misma cuando le hablo a mi papá, que cuando estoy en una entrevista de trabajo o que cuando estoy con mis amigos. Ni siquiera soy la misma cuando soy un cuerpo enfermo o un cuerpo sano, o para el trabajo donde soy un cuerpo productivo. Hay muchísimos discursos que se construyen sobre nuestros propios cuerpos y somos muchos avatares en la vida física. En la vida virtual también, quizá aquí lo más interesante es que en muchos casos, no todos,  podemos tomar decisiones sobre todo lo que estamos queriendo representar. El problema sobre todo es no darnos cuenta de que también somos avatares en la vida rea. Igual la experimentación en redes o Internet puede ser muy interesante para eso, cuando ves que puedes construirte distintas personalidades, distintas formas de acción; que de pronto cuando estás interpretando el personaje o tu avatar es hombre o mujer, puedes ver cómo te tratan otros y de otras maneras, es interesante experimentar con esos avatares virtuales para darte cuenta de todas las opciones que hay y descubrir cómo los discursos pesan sobre tu cuerpo. Para mí lo interesante no es tanto la experimentación online o el ser conscientes de cómo nos relacionamos con otros online, sino que se utilice esa experimentación para volver al cuerpo, a lo físico, y traigamos de pronto toda esa nueva forma de experimentar, de ser, de generarnos identidades a la vida real.

 

MN: Y ya estamos preparando el terreno para un tema que tu te conoces muy bien, el tema del cyborg. Lo pienso en relación al artículo que escribiste sobre Nietzsche, ¿cómo estableces la relación de Nietzsche con el cyborg?

 

EC: Esta relación surgió de una forma muy juguetona. Había un congreso sobre Nietzsche, siempre me gustó Nietzsche, y justo había la intención de actualizar la filosofía, justo cómo se puede traer a Nietzsche a los temas más presentes, y pensé que el cyborg cuadraba muy bien, no tanto por lo que podría pensarse: el Súper Hombre pero más bien pensé en las metáforas, del lenguaje como herramienta, porque siempre estamos pensando en la tecnología, en Google glass, en Internet, en Tablet o iPhone. El lenguaje es una tecnología, el lenguaje es una herramienta; también construye realidades, construimos a partir de eso.  Justo Nietzsche trabajó el tema sobre cómo la metáfora es el principio del lenguaje, todo es fluido,  es fácil, y de pronto se va solidificando en conceptos que ya están cerrados y ya aplicamos sobre eso y decimos que eso es la realidad. El cyborg también plantea esa idea porque surge como el hijo bastardo del militarismo; los trabajos con los cuerpos vienen de la investigación militar para utilizarlo sobre contextos bélicos. Pero cuando Donna Haraway toma toda la metáfora y concepto del cyborg lo hace con una intención política, como algo que está en constante cambio y que no puede ser mutado al igual que las metáforas. Ese cyborg de unos y ceros, del control total y absoluto del ejército, en realidad tiene una complejidad tal y una mutabilidad tal que ya no es controlable; se convierte en la máquina de hacer lo contrario, de tomar el lenguaje muerto del código binario, lo más sólido, y transformarlo de nuevo en metáfora. Me interesé en esa reflexión a nivel teórico, pero también ver cómo la traemos a la vida, como decíamos: si los discursos conforman cuerpos y realidades, vamos también a trabajar sobre esa herramienta.

 

MN: Y en ese sentido todos somos cyborgs…

 

EC: ¡Todos somos cyborgs! Yo uso estos lentes, de no ser así no vería prácticamente nada a mi alrededor, utilizo lo más analógico pero utilizo lápices, plumas para escribir, de hecho me cuesta mucho a veces estructurar ideas si no las estoy dibujando a lápiz. Las herramientas se incorporan, son parte de nuestro cuerpo. Normalmente se alude a la gente que tiene prótesis, marcapasos, como a un cyborg, que siempre está conectado a la parte tecnológica, pero no hace falta estar siempre conectado para ser un cyborg. Es decir,  como cuando decimos: “se me acabó la batería”, el teléfono celular es una parte de ti aunque no lo lleves integrado en el cuerpo, y mucha gente, de pronto, si lo pierde es casi como si se hubiera roto un pie. Entonces sí, todos somos cyborgs, pero lo humano, en cuanto a que humano, ya es tecnológico; desde que empezamos a hablar ya somos cyborgs, ya estamos siendo uno con la tecnología. Lo más interesante, quizá, es ver hasta qué punto ese “involucrarnos con la tecnología” nos convierte, de pronto, en discapacitados constantes, por lo que comentaba del teléfono; se generan nuevas prótesis que se incorporan a nuestros cuerpos, ya estén unidas o no,  y de pronto el teléfono es una prótesis de mi  oído, de mi forma de comunicarme, y si lo pierdo siento esa carencia. De pronto estamos aumentando nuestro cuerpo con un montón de sentidos nuevos, pero también estamos generando discapacidades o dependencias que antes no teníamos. Entonces, tratar de trabajar en esa línea de los usos de la tecnología y una forma crítica de verlos, es una línea muy fina donde tenemos que ver cómo movernos, y lo hace un tema complicado.

 

MN: Otro tema por el que te has interesado es la inteligencia artificial, ¿cómo la definimos?

 

EC: La inteligencia artificial en general son máquinas que muestran comportamiento inteligente. Mi tema se enfoca más en creatividad computacional porque en inteligencia artificial se ha hecho muchísimo, en creatividad computacional también,  pero parece que es el siguiente paso. Sí podemos asumir que otras especies de animales sean inteligencias, pero cuando hablamos de creatividad parece que “¡Eh!, eso es nuestro”, eso no es ni de máquinas ni de animales.

Hay muchos sistemas de creatividad computacional, pero lo que más me interesa de eso es cómo se quiebra esta distinción entre lo natural y lo artificial. Me interesan los debates sobre si la máquina puede o no ser natural, las críticas de si la máquina puede ser creativa, porque se dice que no puede ser creativa porque para la creatividad se necesita inspiración, cosas que una máquina no puede tener. Pero normalmente cuando se ataca a la creatividad artificial se están entendiendo falsos mitos sobre la creatividad, como si esta es algo que sale de la nada, sin nada previo, o que sólo los genios son creativos, mientras que en realidad es una cuestión de grados. Y si atendemos, sobre todo, cómo funciona la creatividad, y la mayoría de los estudios vienen justo de la mano de ciencias cognitivas para estudiar cómo simularla, pues vemos que en realidad tienes que tener una gran cantidad de datos previos, información, referencias, y luego ya vas uniéndolo de modo novedoso, y eso lo puede hacer una máquina. Si pensamos en que la creatividad nunca es aislada, descubrimos que en realidad toda obra es colectiva. Yo cuando escribo, algunas palabras son mías pero la mayoría vienen de autores que he venido leyendo: desde textos de la cultura clásica hasta el día de hoy, desde conversaciones de bar con mis amigos, cosas que leo en Internet. En realidad, igual hay alguien que lo une y le da forma, pero siempre estamos trabajando en colectivo.

 

MN: Tú trabajas de forma muy práctica en tus talleres. Aplicas esas teorías cognitivas en comunidades de niños, puedes ver como operan esos mecanismos de trabajo.

 

EC: Cuando trabajamos con niños en contextos educativos no formales, con pedagogías libres y tecnologías, de pronto surgen dinámicas muy curiosas donde puedes encontrar a un niño de 7 años enseñando a programar en Construct2 a alguien como yo y a otros niños que se quieren apuntar. Las jerarquías de conocimiento se rompen y nos damos cuenta de que todo el mundo sabe algo, y no sabe más por ser mayor ni sabe mejor, todo el mundo sabe algo de lo que se puede aprender, todo el mundo tiene una forma de pensar y cuando se reúnen con otras es cuando salen las mejores ideas. Hablábamos de que lo creativo es juntar cosas que ya se tenían de una forma novedosa, por qué no hacer lo mismo con las personas. Los talleres, los PlayLabs que hacemos están más enfocados a los videojuegos experimentales, la idea es que éstos sean transdisciplinarios con gente de programación, con arquitectos, con músicos, con filósofos, con los clavados en teorías de género, y de todo eso ver cómo emerge algo nuevo,  porque también nos pasamos la vida encasillados en categorías y cajoncitos.

 

MN: Esta manera de trabajar, esta forma sistémica de construcción, de poner a un grupo de personas a colaborar en este esquema de laboratorio, ¿lo verías como parte de un nuevo paradigma  o cómo una dirección que apunta hacia otra manera de organizarnos?

 

EC: Creo que nuestro contexto actual está tendiendo a la hibridación de disciplinas, teoría y práctica, y al trabajo en conjunto. Creo que tiene que ver con dos cosas, una es que podemos establecer una especie de paralelismo entre la historia del conocimiento y del pensamiento a nivel global con la del cerebro, o sea la ontogenia y la filogenia. Si vemos el cerebro, el principio hay una inteligencia general, ni siquiera los sentidos se procesan por separado, que podría ser las primeras etapas: la filosofía cuando lo era todo, después se empieza a modularizar y hay partes que se procesan en partes separadas y se especializa, aquí nos referimos a toda la época postfordista, tanto en la producción como en la producción del conocimiento; de pronto se crean especialidades muy concretas y de ahí cada quien sabe hacer muy bien lo que le toca, y ahora es justo el momento de la fluidez cognitiva, que es cuando todas las áreas que ya se especializaron se interconectan. Entonces, para que se de esa interconexión, como ya hemos estado muy clavados en nuestros cajoncitos,  es muy necesario ese trabajo en conjunto. Hay gente que es totalmente transdisciplinaria, pero lo más fácil es trabajar todos en conjunto, y el papel de la tecnología en todo eso me parece muy importante. Antes, con menos facilidades para comunicarnos entre nosotros, establecer esos vínculos era más complicado, mientras que ahora esa gran colmena colectiva de pensamiento puede estar conectando gente que está en distintas partes del mundo, distantes y que pueden estar trabajando, escribiendo juntas, ver lo que una y la otra escribe al mismo tiempo gracias a las tecnologías, y pueden estar realizando todo ese trabajo a la vez y en sincronía.

 

MN: Y sin embargo también hay una tendencia entre varios filósofos contemporáneos quienes también hacen una crítica a esa forma de trabajo sin presencia. Bifo, por ejemplo, es muy crítico con el semiocapitalismo, él habla de retomar los cuerpos y las presencias, de retomar esta manera de estar cara a cara. Habría que ver de qué forma entran las dos, porque sí, estamos cara a cara, pero lo publicamos y lo subimos a Facebook. ¿Cuál sería aquí el balance? Hay puntos muy delicados, me gusta pensar en esta colmena y en esta inteligencia artificial, pero esto sucede en un ámbito económico neoliberal, macrocapitalista. Por un lado todo se desmorona y por otro hay una parte “espiritual-social” que apunta a otra dirección.

 

EC: Lo curioso es que sí, hay dos tendencias y una va claramente hacia la mercantilización de todo: de los tiempos, de las personas, de los lugares, de los datos, y de convertir al mundo en una especie de gran supermercado; todos estos datos son para ofrecerte los productos que más te gustan para que ya te salga directamente el anuncio de lo que quieres comprar. La otra es en el trabajo colectivo, el trabajo por lo abierto, lo común, las licencias libres, el open source, el software libre, todo esto. Creo que el error es pensar que por aquí están los malos y aquí están los buenos y están peleados, no, porque en realidad están entrelazados, todo el mundo está en las dos partes; los mayores hackers que conozco, igual no tienen Facebook, pero usan Google para sus búsquedas. No hay dos lados opuestos, están a la vez las dos cosas, estamos alimentando a la vez las dos cosas. Y aunque suene paradójico, confluyen y conviven perfectamente, porque de hecho creo que sería bastante difícil tener una parte sin la otra.

 

MN: Volvemos al punto de partida: por eso es importante una filosofía crítica…

 

EC: Claro, el pensamiento crítico al menos te hace consciente de los problemas, porque el problema es ni siquiera darte cuenta de que todo esto pasa, y tratar de buscarle soluciones; no tienen porqué ser sólo teóricas, se puede hacer filosofía práctica,  se puede llevar todo a la acción. Por ejemplo, uno de los problemas con los que nos encontramos es decir que, bueno: “ un ordenador me sirve genial, hay tecnologías que son muy útiles, y quiero usarlas, ya sé todos los males que tienen, pero voy a darle todo el uso que pueda.” ¿Qué pasa? Que pasa el tiempo y ya no me sirve porque han cambiado todos los sistemas, es decir que aunque yo le este dando el buen uso a mi computadora, me va a dejar de funcionar tal como yo la usaba porque ya actualizaron mil cosas. Nos encontramos con otro problema y tengo que aprender a reutilizar piezas, a conocer algo de código para cambiar cosas y que no me estén cambiando lo que quieren, cuando quieren, como quieren, sino ser autogestivo. Cuando llegas a ese punto te vuelves a encontrar otro problema más.

También está el tema de la privacidad. Mis datos están por todos lados, ¿y qué hago, me va a dar igual, lo oculto, cierro todo? O busco otras soluciones, incluso los proyectos de open data, que dicen: “bueno, para que no pertenezcan a la gran corporación que está lucrando y traficando con ellos, mejor los abrimos al mundo, así nadie los puede vender porque ya son de todos.” Sí, pero ¿eso dónde deja mi privacidad mi intimidad? La cuestión no es tanto buscarse soluciones como, por lo menos, llegar a plantearse las preguntas.

 

MN: Y en se sentido la filosofía tiene mucho trabajo. Es un buen momento incluso de apropiarnos de la idea de hacer filosofía.

 

EC: Sí hay que reivindicar una nueva forma de hacer filosofía y una forma de hacer todo, en general.

 

MN: ¿Es posible que la filosofía y estas nuevas formas de hacerlo todo, implique también dejar los espacios institucionales, es decir, las universidades, las academias, que la filosofía esté más en la calle?

 

EC: Si la filosofía se queda dentro de la universidad, ahí se va a morir y nadie va a encontrar el cadáver. Evidentemente, la filosofía y todas las demás disciplinas tienen que ir a la calle, que ir afuera, tienen que ir a todos lados. Dar y tomar de ellos, o sea aprender de otras prácticas que no son sólo las académicas, sino que están en el campo, en la calle, en todos lados; ahí es donde va  a mantenerse viva, porque si sólo se alimenta de sí misma, evidentemente va a morir.

 

MN: Entonces diríamos que lo importante es hacer teoría y práctica como un entero.

 

EC: Claro, lo importante es darse cuenta de que estas no están separadas. Siempre se habla de que la frontera entre lo personal y lo profesional no debe traspasarse. Yo digo que no; si tu no sientes como personal lo que estás haciendo como profesional, no tiene sentido. Si solo te estás quedando en que la teoría de  que te sabes muy buen lo que decía Heidegger pero nunca llegaste a sentir una sola de sus palabras en mi experiencia personal, pues igual no entendiste nada. Es decir, no es teoría,  son vivencias, y todo lo que aprendes te sirve para vivirlo, y todo lo que vives te sirve para reaprenderlo. Si no establecemos ese vínculo entre la teoría, práctica, experiencia vital y los otros, ¿de qué sirve?

 

 

Eurídice Cabañes

Co-directora de ARSGAMES, doctora en Filosofía de la Tecnología, profesora en varias universidades de España y México. Cuenta con más de 50 publicaciones entre las que cabe destacar el libro “El aprendizaje en juego” y ha impartido más de 100 conferencias en Asia, Europa, Australia, Norteamérica y Latinoamérica. Ha sido fundadora y directora de la Fábrica Digital El Rule (actual Laboratorio de Tecnologías) de la Secretaría de Cultura de la CDMX y colaboradora con el Centro Multimedia del CENART. Es game designer elegida como una de las GameChangers por GameIndustry.biz y comisaria de exposiciones entre las que destaca “Videojuegos: los dos lados de la pantalla” de Fundación Telefónica 2019 con más de 100.000 visitantes que en 2021 inicia su itinerancia por varios destinos en México.

Mónica Nepote

Editora y escritora.

Está al frente del proyecto E-literatura del Centro de Cultura Digital