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Apuntes desde un cinema errático

Por José Luis Martín y Tropa Audiovisual Antropotrip /

21 abr 2016

Antropotrip es un proyecto de cine en directo o live cinema que representa nuestra manera de entender y ejercer el cine expandido. Como concepto surge en 2009 a partir del impulso creativo por combinar las técnicas de vjing, que practicábamos desde 1999, con los recursos estéticos y discursivos del cine de no-ficción, que conocimos durante  nuestra formación como comunicólogos.

Nuestro proyecto emergió en el efervescente contexto de la ciudad de Tijuana, mientras la recorríamos con cámara en mano, mochila al hombro y miradas deseosas del conocimiento profundo de lo cotidiano. Ha sido en los bajos mundos más viscerales, en las precarias periferias, fluyendo entre cruceros, avenidas, cañones y cerros; ante los aspectos de las dinámicas industriales; en los centros de consumo e intercambio de todo tipo, fueran legales o no; frente a las visibles estrategias del ingenio superviviente y de la festividad colectiva; desde el diálogo cercano con las otredades; entre choques ideológicos con forma de batallas campales libradas cuerpo a cuerpo; detrás o de frente a muros que desmoronan y al mismo tiempo sostienen las retóricas dominantes de la globalización; ha sido desde allí que hemos ido construyendo nuestra mirada acerca del mundo de lo social, de las culturas que nunca serán sólo una, de lo histórico, y de lo aparentemene real. 

Será por esto que antes de sentir un apego primordial hacia las tecnologías de la imagen, el sonido, lo digital o lo postmedial, sentimos un verdadero apego a los intensos viajes de observación, exploración y descubrimiento de lo urbano que han dado origen a nuestro proyecto, sintetizado en el concepto Antropotrip. Es decir, consideramos al desarrollo y a la apropiación de las tecnologías de representación audiovisual como un recurso para expandir la mirada, la experiencia sensorial y el sentido.

        

Hemos sido una tropa audiovisual que recolecta audiovisiones de nuestros entornos cotidianos en los que se manifiestan las profundas contradicciones sociales, y el cine que hacemos, aunque a veces lo presentemos de manera individual, es producto de un trabajo en colectivo que encuentra su fundamento en vínculos amistosos y de intercambio solidario.  

El nuestro es un cine no-de-industria, un cine muy reducido en términos presupuestales y organizacionales, un cine digital de factura doméstica, para el que ha bastado una cámara DSLR, un micrófono, un tripié, un transporte y una laptop con software para montaje audiovisual como medios básicos de producción. Aquellos elementos que no producimos con dichos medios, como la banda sonora, la fotografía adicional o fragmentos de guión literario, se integran por medio de aportes, intercambios o préstamos creativos de productores musicales, realizadores, escritores o fotógrafos  amigos.

        

Desde esta práctica creativa buscamos sacudirnos aquellos cánones preprogramados con los que nuestros modos de producción y de significación no coinciden, para plantear una reinterpretación de lo cinematográfico que hemos ligado al concepto de Errática, entendida como la “defragmentación de saberes desintegrados por procesos políticos, en los que se reinventan saberes vestigiales, saberes errabundos, a manera de crítica creativa o creación critica, como alternativa a saberes hegemónicos sistemáticos” (Yépez: 2007). Adoptamos entonces la noción de Cinema Errático como categoría que nos permite nombrar este cine que hemos venido realizando en base a los siguientes criterios:

  • La no-sujeción a los formatos de exhibición, a las estructuras narrativas, a los modos de representación ni a las lógicas de producción más convencionales, mientras exploramos formas para la construcción de un discurso cinematográfico que busca ser crítico, reflexivo, o mejor dicho beyondeado (Rafa Dro dixit), en franco acercamiento, como ya decíamos, al concepto de cine expandido.
  • La no-sujeción a la concepción industrial del cine, lo que nos permite no depender del acceso a presupuestos millonarios, ni de audiencias masivas que cubran los costos de producción, mientras abordamos procesos creativos más cercanos, horizontales, más lúdicos y menos mercantiles, poniendo atención tanto a las estrategias de representación audiovisual que vamos desarrollando, como a la acciones colaborativas que nos permiten ir logrando nuestra película, esto en sintonía con la noción de cine comunitario.
  • La no-sujeción a la idea de película como sinónimo de producto acabado o cerrado, y por el contrario, el entendimiento de la cinematografía como un proceso vivo, como un work in progress en constante flujo y transformación, siempre cambiante, siempre en movimiento. Y es que nuestra película nunca es la misma, aunque siempre va siendo, ya que al proyectarla vamos estructurando sus contenidos a partir bloques temáticos más o menos constantes pero de sintaxis intercambiable, mediante el montaje-remezcla y la musicalización en directo de nuestras audiovisiones, durante cada performance audiovisual que vamos ejecutando. Incorporamos así las herencias del cine estructural y del live cinema.
  • La no-sujeción a un entendimiento del cine sólo como obra artística, como medio informativo  o como espectáculo de entretenimiento, y por lo tanto hemos venido socializando, comunicando nuestros procesos y estrategias de creación-producción en talleres de capacitación teórico-práctica, abordando el cine también como herramienta para la  alfabetización mediática.

Entonces, vamos haciendo-pensando esta práctica audiovisual desde la frontera entre cinematografía y comunicología, apelando también a la distinción que se hizo hace ya mucho tiempo entre el concepto de información, entendida como “todo proceso de envío unidireccional o bidireccional de información-orden a receptores predispuestos para una descodificación-interpretación excluyente, y para desencadenar respuestas preprogramadas”, y por otro lado el concepto de comunicación,  concebida como “la relación comunitaria humana consistente en la emisión-recepción de mensajes entre interlocutores en estado de total reciprocidad, siendo por  ello  un  factor  esencial de  convivencia y un elemento determinante de las  formas que asume la sociabilidad del hombre” (Pasquali: 1973). Nos parece irónico que aún se considere al cine tradicional como un medio de comunicación.  

        

Para nosotros el cine puede ser además, y de hecho ha sido una herramienta de comunicación en un sentido amplio, más allá de su consideración como cadena de producción creativo-discursiva en el contexto industrial de la cultura, cuyo proceso constructivo suele culminar con las audiencias receptoras que consumen y resignifican una película en situaciones diseñadas para la difusión de información.

Como consideramos que el cine es también lo que pasa más acá del momento de la proyección, transmisión o reproducción en pantalla, nos desplazamos de un enfoque centrado en los productos cinematográficos informativos y/o de mercado, a otro que nos permite observar y practicar el hecho cinematográfico como una serie de eventos detonantes de lo comunicacional.  Es así que optamos por una racionalidad no fundamentalmente industrial, una racionalidad que busca modos alternativos de ser, estar y hacer en el mundo, desde la configuración de comunidades de interés mediadas por la producción audiovisual.

Hoy pensamos que para producir un cine comunicacional, para producir nuestro Cinema Errático, hace falta intervenir y desestabilizar los siguientes aspectos de las dinámicas normalizadas de producción:

  • Las maneras en que un grupo de personas se organizan entre sí al realizar una película.
  • El dispositivo cinematográfico que se construye con cada película y sus posibles estrategias retóricas. 
  • Las maneras en que la película resultante será difundida.
  • Los modos en que la audiencia de dicha película pudiera relacionarse entre sí o con otras personas, desde el posible cambio de una posición receptora a otra posición productora, a partir de los contenidos de la película misma.

Este último punto es el que menos hemos desarrollado, y para lograrlo tendremos que aprender de la cultura libre. Por lo pronto vamos construyendo poco a poco un repositorio digital, el Archivo Antropotrip, mediante el que iremos liberando las audiovisiones recolectadas, es decir los registros de video, de sonido, las fotografías, así como los textos y la música de la que poseamos derechos, para su libre acceso, distribución y posible reutilización por parte de cualquier persona que pueda acceder a una computadora con conexión a Internet.

La experiencia en nuestro Antropotrip nos lleva a pensar en la noción de Cinema Errático como manifestación de una posible kinepolítica (del griego kiné que significa movimientoy del entendimiento de lo político desde una definición amplia de ciudadanía), es decir, una política que apela la constante transformación de estructuras solidificadas, a la incertidumbre y a la emoción del viaje hacia lo desconocido, a la navegación entre diversos ámbitos del pensamiento creativo y de la acción social. Por lo tanto, la kinepolítica podría entenderse en un triple  sentido: 

  • Como el desplazamiento que nos aleja, o el desmarcaje de las convenciones tradicionales del cine.  Aquí nuestro posicionamiento ético.
  • Como cierta modalidad de producción y difusión de contenidos audiovisuales, es decir a la praxis cinematográfica desde una acción estética desestabilizada.
  • Como fuerza articuladora de estructuras sociales fluidas para el intercambio simbólico-material,  o sea a la aplicación del pensamiento comunicológico.

Por último, a manera de cierre y síntesis diremos: nos interesa construir otros medios, otros modos, otras comunidades, otro cine. 

        

 

José Luis Martín

Artista audiovisual y comunicólogo

Artista audiovisual y comunicólogo; tijuanense nacido en La Paz, Baja California Sur, México, en 1975; explora las relaciones entre cine de no-ficción, acto musical, cine en directo y teoría de la comunicación; actualmente labora como profesor-investigador en el Colegio de Comunicación de la Universidad del Claustro de Sor Juana, en la Ciudad de México; además de ser padre de una luminosa pequeña llamada Luciana.

Tropa Audiovisual Antropotrip