Los pilares de uno de los proyectos de conocimiento libre más relevantes en la historia de internet se ponen en entredicho al entrar en contacto con tradiciones orales. Este ensayo propone un ejercicio de autorreflexión ante los retos que enfrenta la Wikipedia cuando se busca integrar el conocimiento oral a la enciclopedia en línea.
La fiesta patronal de Santa María Sola, un poblado del municipio de Villa Sola de Vega, Oaxaca, inicia el 13 de agosto. Todos los asistentes, sean personas del pueblo o de comunidades aledañas, son invitados al convite. Por la noche inicia la calenda, un tradicional desfile colorido a las puertas de la iglesia; mujeres y niñas recorren las calles con canastas repletas de flores y cohetes que hacen estallar. El sacristán entrega la marmota (una estructura esférica de carrizo) al síndico, quien es responsable de cuidarla, so pena de un día de cárcel si sufre algún daño. La fiesta termina a las ocho de la mañana del día siguiente, cuando la marmota regresa al templo y celebra la misa de vísperas.
La crónica de la festividad proviene de la entrada de Wikipedia de Santa María Sola, creada durante un editatón –un maratón de edición de la enciclopedia– celebrado en Oaxaca a finales de septiembre. A lo largo de dos días colaboramos con personas de distintas comunidades del interior de Oaxaca –algunas de ellas hablantes de mixteco y mixe– para crear artículos acerca de sus localidades. Paoly, originaria del poblado, se encargó de redactar el texto.
A mí me tocó revisar su trabajo: un relato rico y pormenorizado de la fiesta de su localidad. Aprendí que la celebración se extiende por varias semanas e incluye cabalgatas, carreras de caballos, peleas de gallos y baile, mucho baile. Sin embargo, el artículo tenía un problema: carecía de referencias. Cuando le pregunté de dónde había sacado la información, Paoly me comentó orgullosa que venía de una investigación que hizo para su escuela, basada en sus vivencias y en entrevistas con otras personas de Santa María.
“Aparte, ¿quién va a saber más de mi población que yo, que soy de allá?”, me respondió.
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En Una historia de la lectura, Alberto Manguel atribuye parte del éxito de la expansión del Imperio Romano a la invención del códex (o códice, nombre que recibe el soporte físico de lo que hoy conocemos como libro). Sin los cuadernos de leyes, señala, la implementación de un régimen jurídico homogéneo habría sido imposible. Marshall McLuhan menciona, por su parte, que la imprenta es el medio que sienta las bases del nacionalismo, ya que a través de la palabra impresa ayudó a consolidar áreas geográficas en comunidades imaginarias –sin ir más lejos, el programa educativo de José Vasconcelos que asoció la idea de ser mexicano a estar alfabetizado en español–. La palabra escrita entendida como motor de las civilizaciones.
La promesa sobre la que ciñe lo escrito es la permanencia. A las palabras se las lleva el viento, ese gran lugar común, no por ello menos cierto. La escritura extiende la memoria: la hace portátil, manejable y duradera. En la era del pergamino infinito, parece que el problema ahora es la abundancia. Millones de volúmenes de conocimiento, condensados en soportes cada vez más pequeños o en servidores lejanos e imperceptibles (en la nube, ese lugar que existe, quizá, en un servidor resguardado en algún búnker inexpugnable). Por ejemplo, el Internet Archive tiene en su acervo 300 mil millones de páginas web guardadas, más de 20 millones de libros y textos, 4.5 millones de audios y 4 millones de videos que siguen en aumento. La biblioteca infinita ha dejado de ser un sueño.
Pero el trabajo del archivista es más complejo que la mera acumulación. Qué merece ser preservado es una pregunta cuya práctica se ha decidido históricamente desde los centros hacia las periferias, con todos los sesgos que esto representa. La visión eurocentrista se ha impuesto en los archivos desde una perspectiva neopositivista que no sabe cómo lidiar con aquello que no es legitimado por sus propios mecanismos. De ahí que un gran dejo de conocimientos y expresiones queden en el limbo de lo inclasificable, siendo desdeñados como arcaicos, pseudocientíficos o, simplemente, irrelevantes.
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De acuerdo a su primer pilar, la Wikipedia no es un diccionario ni una colección de textos originales ni una máquina de propaganda ni un periódico ni un servidor gratuito ni un proveedor de espacio web ni un conjunto de páginas promocionales ni un experimento sobre la anarquía o la democracia ni un directorio de enlaces ni un lugar para expresar opiniones, experiencias ni argumentos. Wikipedia parece definirse sobre lo que no es (o mejor dicho, lo que no quiere ser): una fuente primaria.
Wikipedia se acepta como una enciclopedia. En sus estándares, se indica que sus contenidos deben tener referencias verificables que permitan “que el lector pueda comprobar la exactitud, precisión y neutralidad del artículo, y buscar más información sobre el tema”. También señala que estas fuentes deben ser fiables, “aceptándose como referencias solamente los trabajos de autores acreditados en la materia en cuestión”.
Las políticas de Wikipedia pueden entenderse como mecanismos para garantizar la credibilidad de los artículos, pero mantienen lagunas profundas. Si bien la construcción colectiva de la enciclopedia permite la disputa de algunas narrativas hegemónicas y abre la puerta a representaciones más diversas, el proyecto no ha llegado a cuestionar la reproducción de ciertos sesgos ideológicos por diseño.
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En su ensayo Wikipédia, un média de colonisation culturelle occidentale? (Wikipedia, ¿un medio de colonización cultural occidental?), el investigador belga Lionel Scheepmans considera que “la obligación de los editores de procurar que sus fuentes provengan de aquellas que editan organizaciones reconocidas y orquestadas en su mayoría en Occidente es un sesgo fatal”. Para Scheepmans, el hecho de que el conocimiento citado en Wikipedia sea mayormente producido por sociedades ricas y occidentales no sería un problema si su difusión estuviese limitada a esa esfera, pero “resulta que el contenido de la enciclopedia se usa cada vez más en países económicamente pobres y en países no occidentales”.
En 2011, la Fundación Wikimedia financió un proyecto en India y Sudáfrica enfocado en la documentación del conocimiento oral en tres lenguas: hindi (hablado por más de 300 millones de personas), malabar (35 millones de personas en el sur de India) y sepedi (o soto norteño, 3.7 millones de personas al norte de Sudáfrica). En su justificación, los investigadores del Oral Citation Project indican que la Wikipedia privilegia el conocimiento impreso –libros, revistas, periódicos, etcétera– como referencia fiable, pero reconocen (al igual que Scheepmans) que la producción está estrechamente vinculada a las economías más prósperas: Europa, América del Norte y algunos países de Asia.
Aunque es innegable que los nuevos medios y soportes digitales han contribuido a la democratización de la producción de contenidos, las jerarquías convencionales permanecen mayormente inalteradas en cuanto a su legitimación. La validación del conocimiento sigue pasando por los mismos actores de antes –las grandes editoriales, las empresas de medios, las publicaciones académicas– bajo una fachada distinta. “Como resultado de esta disparidad”, concluyen los responsables del proyecto, “el conocimiento común, cotidiano –cosas que millones de personas saben, observan y realizan– no puede entrar en Wikipedia como unidades de hecho porque no se han escrito en una fuente confiable publicada”.
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A simple vista, la creación de registros que conviertan al conocimiento oral en algo citable parecería ser suficiente para solucionar este dilema. Sin embargo, el razonamiento es engañoso. En Los laboratorios ciudadanos y el anarchivo de los comunes, el teórico español Antonio Lafuente cuestiona el hecho de que los repositorios no son necesariamente neutrales, ya que el archivo únicamente puede trabajar con aquello que ha sido semantizado. Los anarchivos, por su parte, permiten el ejercicio de una memoria viva, dúctil, cambiante, porque su objetivo no es congelar su memoria, sino el cuidado de un tesoro vivo.
De este modo, la preservación no debería hacerse desde una perspectiva vertical, sino colectiva y participativamente; trascender la visión hacia las y los sujetos como productores de conocimiento, con agencia, autonomía y autodeterminación, incluso, para decidir motu propio aquello que debe ser compartido o reservado de acuerdo con sus propias normas y valores. Para Lafuente, el anarchivo no es repositorio sino laboratorio, prototipo, porque es indisociable de la memoria de la comunidad y resiste a los legitimadores, las cúpulas.
Resulta esperanzador pensar acaso en una anarpedia, una que abrace su naturaleza militante y política en la sociedad del conocimiento; una sin miedo a asumirse no neutral pero transparente, que acepte que su ordenamiento del mundo no es dictado sino consensuado. Ante esto, la Wikipedia necesita reflexionar sobre su papel como aparato legitimador del conocimiento. A dos décadas de existencia, la enciclopedia forma parte de la columna vertebral de la experiencia en línea. Empresas como Amazon o Google dependen cada día más de su inteligencia colectiva –en especial, de Wikidata– para su funcionamiento cotidiano.
Aparecer en Wikipedia se ha convertido en un terreno donde se disputa la visibilidad, la existencia. La preservación del conocimiento humano puede ser (y debería ser) contrahegemónica y disidente. No obstante, si la enciclopedia libre en verdad quiere empezar a incorporar el saber marginal, debe aceptar un corolario en su lema: que aunque cualquiera puede editar, unos son más cualquiera que otros.
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De acuerdo con el censo de 2010, Santa María Sola cuenta con 1,524 habitantes. El Informe anual sobre situación de pobreza y rezago social, elaborado el mismo año por la Secretaría de Desarrollo Social y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, indica que 79 por ciento de la población de la localidad vive en situación de pobreza; 40 por ciento, en condiciones de pobreza extrema.
Pepe Flores
Pepe Flores (@padaguan) es profesor universitario, activista y promotor de la cultura libre. Director de Comunicación en R3D: Red en Defensa de los Derechos Digitales; vicepresidente en Wikimedia México e integrante de Creative Commons México. Es maestro en Comunicación y Medios Digitales por la Universidad de las Américas Puebla. Escribe e investiga sobre privacidad, vigilancia, libertad de expresión, copyleft y tecnologías cívicas. Nerd.