Milton Läufer es uno de los programadores-escritores más activos de Latinoamérica. Su obra crítica y retadora de los cánones literarios puede leerse, recorrerse en su página-libro miltonlaufer.com. En esta conversación Milton propone no usar términos como literatura digital si no asumir que las prácticas que implican el uso de máquinas y lenguajes de programación son literatura sin un término que las distinga o las margine.
Mónica Nepote (MN): Hablemos de las posibilidades de escritura con algoritmos y máquinas, esa mezcla de lenguajes, (natural y de programación) que da ciertas pauta o nuevos rumbos en el quehacer artístico, y los límites de lo que entendemos como literatura, el arte, arte sonoro, en fin cómo se generan nuevos contenidos o contenedores, o todo al mismo tiempo en estas máquinas de escritura.
Miltón Läufer (ML): Me interesa comenzar con la relación entre lenguajes de programación y lenguajes naturales. Es algo en lo que pienso últimamente dadas las estructuras formales de las curriculas en Estados Unidos se exige una lengua extranjera y, como todos sabemos, los norteamericanos no son muy duchos en lo de aprender otro idioma. Entonces sucedió que gente con una gran destreza técnica en informática necesitaba cubrir ese requisito y no podía cumplirlo; se empezaron a tomar lenguajes de programación como sustituto de ese requisito. A mí me parece absurdo porque los lenguajes de programación son herramientas y eso puede verse en una característica esencial: los lenguajes de programación siempre están en imperativo, en el lenguaje de programación no existe el indicativo, no se puede describir, no se puede comunicar información en el sentido tradicional. Por supuesto, se le puede decir a la computadora: toma esta información y llévala aquí, en ese sentido la estás comunicando, pero la estructura sintáctica y los morfemas que aparecen en ese lenguaje no están hechos para la transmisión de la información, están hechos para dar direcciones y en ese sentido es que uno puede entender que son puras herramientas. La programación es un lenguaje instrumental, no es que uno sea artificial o no, ese no es el problema que esto me genera. A mi me sorprende la necesidad que se tiene hoy en día de estar justificando que uno utilice computadoras.
MN: Es raro, digamos, contextualizar esto en un Centro de Cultura Digital…
ML: Justamente, lo que quiero decir, por ponerlo de un modo violento, me parece que un lugar que se llame Centro de Cultura Digital está destinado a quedar anacrónico rápidamente, porque lo digital está permeando la existencia misma del ser humano. Va a llegar un momento donde no va a tener sentido distinguir entre lo digital y lo no digital.
Cuando Gustavo Romano ganó el Premio Konex en Argentina en la categoría de arte digital, citó las palabras de Luis Felipe Noé cuando, al recibir un premio de arte de vanguardia en los sesenta, dijo: “esta categoría va a ser absurda rápidamente”, Romano retomó: “Lo mismo creo que va a pasar con la categoría de arte digital”. ¿Por qué digo todo esto? La humanidad siempre utilizó herramientas, y utilizó las herramientas más recientes a la hora de producir cualquier cosa. En particular, en el arte siempre se ha utilizado las herramientas más recientes. Si eso es así, ¿por qué de golpe hay que estar justificando que si uno hace música con la computadora es música, arte visual con la computadora, es arte visual…?
MN: Tal vez será porque venimos de la herencia de géneros “puros”, el caso es que parece que existe la necesidad de establecer un canon, una jerarquía, clasificar construir mecanismos de legitimización... Cuando se habla de literatura y se muestran piezas como las que tú haces se genera esta discusión: esto sí es literatura, esto no. Percibo una dicotomía que es interesante contemplar porque, como bien nos dices, estamos inmersos en una cultura digital.
ML: Sí, yo sólo creo que todo arte es una mezcla, pensemos en la ópera, un arte impuro en el sentido de que es una mezcla de un montón de artes; y el cine, ni hablar. Lo que sí se puede decir sobre cierto tipo de literatura, esto que Lori Emerson llama book-bound (limitada al libro), en algún sentido la literatura se mantiene igual desde Gutenberg, pero en otros sentidos claro que no.
MN: Sí y el surgimiento de ciertos géneros está ligado a ese gran invento llamado libro, la novela nace porque existía ese contenedor.
ML: Me parece que en el área particular de la literatura, los escritores en su mayoría, solían ser personas que tendieron sólo a leer, a no interesarse en otras disciplinas, o tener conocimientos técnicos; hasta es casi un estereotipo parece que si no eres así no eres escritor. Durante un tiempo si te gustaba el fútbol no eras escritor. Creo que la resistencia en la literatura es mayor que en otras artes, porque, por usar argot marxista, quienes tienen los medios de producción literarios se manejan en general acorde a ese estereotipo de escritor, y se ven amenazados por algo que no entienden, que les parece tonto, que es algo donde no existe la noción de autoría que ellos manejan. Son cosas que yo disputo mucho a nivel teórico porque, salvo algo muy puntual, creo que no hay nada en la literatura digital que sea en realidad distinto a la literatura en papel, y para mi esa división es completamente arbitraria.
MN: Eso me recuerda un momento en el E-Poetry en Buenos Aires, cuando Brian Kim Stefens, un poeta estadounidense, diferenciaba sus poemas publicados en un formato libro como un tipo de escritura y lo que presentaba en espacios como el E-Poetry las veía como otro tipo investigaciones. Me resulta interesante que defiendas esta idea de una literatura hecha a partir de máquinas, o pensada para las máquinas, o para ser leídas en una plataforma usando una herramienta que es un medio de medios como lo es el internet y como lo subraya Laura Borrás, ¿dirías que hay una reflexión sobre el contenedor y sobre la forma en la literatura digital o no necesariamente?
ML: A veces las hay y a veces no. No es raro que haya reflexiones sobre el contenedor, porque este tipo de producciones tan autoconscientes se denuncian a sí mismas, denuncian su propia materialidad, su propia particularidad. Hacen referencia a autores de literatura digital; al código de máquina que está detrás: es un recurso muy común en la literatura. En todas las artes en realidad desde hace mucho tiempo, pero la literatura digital vuelve con fuerza a eso porque se sabe a sí misma vista y juzgada. Creo que las categorías y los árboles filogenéticos y todas las cosas que uno quiera hacer, son buenas en tanto sean productivas, en tanto generen más crítica, permitan entender algo. Me parece que se está dando una suerte de rencilla política entre un grupo que dice “ustedes no hacen literatura”, y otro grupo que dice “sí hacemos literatura”; y esto me resulta poco productivo, y no sé qué vamos a ganar. Ok, no hago literatura, eso es algo que ha dicho más de un teórico, como Block, Heibach & Wenz... Pero bueno, si no quieren que sea literatura llamémoslo arte de la palabra. ¿Qué rasgo me dirías que es particular de la literatura digital?
MN: Por ejemplo la posibilidad de utilizar distintos soportes: sonoros, visuales, la simultaneidad, la lectura no lineal y laberíntica.
ML: Pero la no linealidad: elige tu propia aventura, Rayuela…
MN: Claro. Cuando doy pláticas a estudiantes una de mis preguntas es ¿dónde empezó el futuro? Y pongo, el futuro empezó en la Biblia, en el I Ching. Lo aleatorio, la no autoría, en fin: las máquinas del azar, las máquinas del lenguaje están en Ramon Llull, por mencionar...
ML: Para mi el I Ching es el ejemplo más acabado de novela digital, porque es digital en el sentido de tener un código binario: las líneas quebradas. Básicamente es un libro que pretende que a partir de cierto algoritmo como el lanzado de monedas y el cálculo de cosas, toda la historia de todo ser humano puede narrarse en cada momento de su vida.
MN: Y renarrarse.
ML: Y renarrar. Es increíble, y eso existe desde hace un montón. Y luego me vienen a molestar de que mi novela tiene unos capítulos que cambian. Pero a mi me parece fundamental la noción básica de pensar la escritura como tecnología, creo que de ahí deriva toda la continuidad para pensar que esto que se produce aquí es literatura. Tomar fragmentos de un pasado lingüístico y reordenarlos con un porcentaje que está siempre ligado al azar, el hecho de que al final la obra sólo la construye el lector/usuario (o lo que sea) al completar la tríada libro, mundo y lector…
MN: Y que elige recorrido...
ML: Sí y que cada lectura es distinta.
MN: Retomando la idea de que esta literatura no es diferente, pienso en Jim Andrews y su página vispo.com como un libro que está escribiendo, o sea un libro mallarmeano finalmente, que escribe a lo largo de su vida. No solamente inserta sus propias piezas sino también hace labor de rescate de los trabajos de Ana María Uribe, o B. P. Nichols o estas variantes sobre Lionel Kearns, un poeta que nos gusta mucho, tanto que hasta tenemos un epub en Descargables. Aquí veo un paralelismo: tú tienes un libro que puede ser www.miltonlaufer.com.ar con un montón de tu trabajo. Es la primera vez que me atrevo a hacer esta pregunta, que es como muy básica y difícil de plantear: ¿Cómo se hace un escritor digital? ¿Cómo llegaste a la programación? ¿Cómo empezaste a unir estos mundos? Sé que estudiaste filosofía, ¿cómo empezaste a hacer estas investigaciones o estas indagaciones? ¿Porqué usar la máquina? Autogestionas tus propios proyectos y estás lanzando muchas preguntas en cada una de tus piezas, tratadas con mucha ironía, yo dedicaría un capítulo a hablar de la ironía y el algoritmo porque creo que hay algo irónico implícito en la poesía generativa.
ML: La parte más linda con la palabra algoritmo es que proviene de un apellido. Mi historia con la programación empezó de un modo particular, porque el padre de mi mejor amigo Ignacio era programador. Y básicamente un día nos veía ahí jugar con esa computadora, una SX Spectrum 260. Se ve que le molestó vernos perder el tiempo y nos enseñó a programar. Yo no tenía computadora, y después de molestar a mis padres logré que me compraran una computadora de diez años atrás, esto es año 89 y la computadora del 79.
Después me dediqué más a escribir, sobre todo porque mi papá escribe, estudié filosofía, y resultó que a los veinte años, en la empresa donde trabajaba —una de las primeras empresas de internet de Argentina— yo escribía y me dijeron que iban a cerrar mi área y que había sido un gusto pero que necesitaban más programadores. Y les dije: “Bueno, contrátame de programador -¿Vos sabés?” Y el fin de semana me leí el manual de Perl, el lunes me hicieron la prueba y entré. Entonces se me dio esa doble vida en la cual por un lado, programaba y por el otro, estudiaba filosofía y a la vez trataba de seguir escribiendo, pero no me daba tiempo. El punto fue que empecé a tener una frustración muy grande con la escritura, había algo con la escritura que no me estaba cerrando, me gustaba escribir pero después no me gustaba lo que había escrito: había algo en el proceso que me hacía ruido. Y ahí lo que pasó fue una casualidad: Gustavo Romano me contrató en su empresa, yo no sabía qué hacía él, y al poco tiempo empecé a ver las cosas que hacía y dije: “yo puedo hacer esto, ¿por qué no mezclo las dos cosas?”. Lo digo medio en joda, pero durante mucho tiempo creí que había inventado la literatura digital. Porque no sabía nada, no conocía la obra de nadie, no sabía absolutamente nada. Así estuve mucho tiempo. Seguía haciendo cosas, las subía a mi página, no intentaba hacer nada con esto. Y luego empiezo a ver gente que me dice: “ah estoy en tu página, me gusta…”
MN: Te diste cuenta que veían tu trabajo...
ML: Sí, y la sorpresa mayor fue cuando Daniel Link, me reenvía un mail que era un mail de Claudia Kozak diciendo: "Vos me dijiste que lo conocías a Milton Läufer, quiero hacerle una entrevista”. Y yo me dije: “¿Cómo puede ser que Claudia Kozak sepa quien soy yo?”. Fue un proceso paulatino, no hubo nada buscado, ahora me divierto muchísimo. Jamás me habría creído que iba a terminar haciendo esto.
MN: Ahora eres un referente. Algo importante de tu obra es que continúa activa. Eres de los artistas más activos en Latinoamérica y tiene que ver también que estás haciendo un trabajo específico en un doctorado.
ML: En el doctorado, hasta el momento, aún estoy en la parte de los cursos y el drop time recién ahora empieza a rendir por el lado de la producción. Quizá suene a una tontería, pero alguna vez a Aira le preguntaron por qué escribía tanto, y Aira dijo que la realidad es que a muchos les gusta escribir porque quieren la vida del escritor, y él tiene una cosa rara: le gusta, le divierte escribir.
A mí me divierte hacer estas cosas: un día se me ocurre una idea y hasta que no la hago no puedo dejar de pensar en eso. Entonces, me siento muy afortunado porque el hacer estas cosas es algo que me sirve, que me da oportunidades, y qué se yo, conseguir cosas por jugar. Yo me siento muy afortunado.
Milton Läufer
Milton Laufer nació en Buenos Aires el 2 de octubre de 1979 y es ciudadano argentino e italiano. Estudió la carrera Producción Musical y Multimedios y luego se Licenció en Filosofía. Actualmente se encuentra terminando un Doctorado en la Universidad de Buenos Aires, becado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas. En 2007 recibió el premio “Estímulo a la Investigación” por la Sociedad Argentina de Análisis Filosófico. Asimismo, es docente de la asignatura Introducción al Pensamiento Científico, CBC, en la UBA y de la materia Lógica en la carrera de Filosofía de misma Universidad; dicta también la misma materia en la Universidad Nacional de Quilmes En 1996 publicó el libro de poesía “Juegos de palabras”. También ha publicado algunos cuentos en distintas antologías. Desde el año 2000 trabaja como programador informático, destacándose sus labores para FutureBrand (USA) y UpstreamConnections (UK). En 2006 fue becado por la Fundación Telefónica para el Primer Taller de Arte Digital realizado en la Argentina. Es creador de la currícula de estudios y docente de la Licenciatura de Arte y Tecnologías en la Universidad Nacional de Quilmes. Cuenta con varias obras de arte digital, solo (http://www.miltonlaufer.com.ar) y en colaboración con otros artistas, entre los cuales figuran Julia Masvernat, Belén Gache, Jorge Macchi, Roberto Jacoby y Gustavo Romano (siendo estos tres últimos ganadores de la Beca Guggenheim por Latinoamérica), realizando instalaciones tanto en diversas ciudades de Argentina como en Europa. Se destaca su participación en el proyecto IP-Poetry (http://ip-poetry.findelmundo.com.ar/ y http://ippoetry.net/ ).