La presencia de las videollamadas en la vida cotidiana hoy en día es incuestionable. Antes de ser parte de nuestras actividades, las ideaciones de este medio de comunicación se difundieron y configuraron en revistas de ciencia ficción, revistas-catálogo, películas, caricaturas y cuentos. De la mano de la arqueología de medios de Erkki Huhtamo, Gerardo Sifuentes nos lleva en un viaje desde las páginas de una revista hasta la ilusión de estar frente al otro a través de pantallas.
En el cuento “El continuo de Gernsback”, el autor William Gibson menciona el término ‘fantasma semiótico’ [Gibson, 1998] para referirse a los artefactos futuristas descritos en cuentos de ciencia ficción del pasado que nunca llegaron a realizarse, pero cuya presencia se mantiene en los medios o en el inconsciente colectivo. La historia gira en torno a una serie de alucinaciones cargadas de retrofuturo (el futuro representado por los artistas, escritores y cineastas del pasado) que acosan al protagonista. El título hace referencia al editor, escritor y empresario Hugo Gernsback (1884-1967), considerado el padre de la ciencia ficción (CF) moderna, cuyo estilo editorial en las revistas que fundó a partir de 1926 perfiló los lineamientos básicos de este género literario.
Pero muy poco se habla del trabajo que realizó Gernsback como divulgador de la ciencia, anterior a su etapa como editor de CF, cuando en sus primeras revistas-catálogo buscaba promocionar maquinaria y componentes eléctricos que vendía en su empresa Electro Importing Co. Publicaciones como Modern Electrics (1908), The Electrical Experimenter (1913) y Radio News (1919) tenían entre sus objetivos no solo difundir las últimas noticias en materia de electricidad y radio entre sus lectores aficionados al tema, muchos de ellos clientes e inversionistas potenciales, sino también estimular su imaginación y crear una comunidad de inventores-experimentadores (tinkerers) en una sociedad en la que aún no existía la palabra “tecnología” como la conocemos actualmente. Para el público objetivo de Gernsback, el concepto de ‘medios tecnológicos’ se refería a componentes tan diversos como electromagnetos, condensadores, lámparas de tungsteno, micrófonos, baterías, entre un sinfín de elementos que en conjunto ofrecían una gran diversidad de posibilidades de aplicación [Wythoff, 2016].
Es en la edición de mayo de 1918 de la revista The Electrical Experimenter donde Gernsback publicó el artículo “Television and The Telephot” [Gernsback, 1918, p.12]. En este describe la Telefoto, aparato de telecomunicación especulativo concebido por él mismo, cuyo concepto se ilustra con un hombre sujetando un teléfono candelabro de la época, con el mástil sujeto por una mano y el auricular puesto en la oreja con la otra; pero en el lugar donde debería estar el micrófono está montado un objeto similar a un espejo ovalado, y en vez del reflejo que se esperaría ver se encuentra el rostro de una mujer, entendiéndose que entre ellos hay un diálogo cara a cara. En el texto, Gernsback escribe lo siguiente para la descripción del aparato:
El futuro instrumento en el que se ha establecido el nombre de "Telefoto" (del griego tele-lejos, fotos-luz), es supuestamente un aparato acoplable a nuestro sistema telefónico actual, de modo que cuando hablemos con nuestro amigo lejano, podamos ver su semejanza no sólo como un cuadro inamovible, sino que veremos su imagen exactamente como vemos nuestra propia imagen cuando nos miramos en un espejo. En otras palabras, el aparato debe seguir fielmente cada movimiento de nuestro amigo lejano, ya sea que esté a cinco cuadras o mil millas... [Gernsback, 1918].
A lo largo del texto Gernsback da cuenta no solo de las bases teóricas que darán pie a la tecnología del futuro que permitiría la creación de tal aparato, basado en los últimos avances científicos de su época, sino además hace un estado de la cuestión de las investigaciones precedentes alrededor de este tema. Resulta de interés que incluya un listado de otros conceptos similares a la Telefoto, de los que empezará a explicar su funcionamiento y terminará hasta la siguiente edición de la revista en una segunda parte del artículo, admitiendo explícitamente que si bien el concepto que propone no era original ni eran pocos los que hasta entonces lo buscaban materializar, ninguna de estas propuestas habían pasado de ser meras ideas, la más antigua de 1877. Gernsback está consciente de que la búsqueda de un aparato con estas características lleva hasta entonces alrededor de cuarenta años, pero confía en que los avances tecnológicos alcanzarán un nivel de desarrollo que finalmente permitirá su realización.
La ilusión del otro
El lenguaje evolucionó en el contexto de la comunicación cara a cara [Krauss, 2001]. Si la comunicación es en esencia la conexión entre una inteligencia con otra, la comunicación es la experiencia de otro ser, un ser inteligente conectado con otro [Biocca, 1997]. De esta forma, los medios tecnológicos han sido intentos para recuperar de una forma u otra la inmediatez de la comunicación cara a cara. Para lograr el transporte técnico de los sentidos humanos (la eterna búsqueda de las telecomunicaciones) durante años existieron ciertos problemas prácticos en el diseño de los medios que buscaron este ideal: primero transportar y luego mostrar patrones de energía (luz o sonido) para generar la ilusión del otro, de estar frente al otro [Biocca, 1997].
La telecomunicación simultánea de audio e imágenes en tiempo real estuvo presente en la conversación mediática durante más de un siglo antes de convertirse en un medio de uso cotidiano. Desde la década de 1920 existieron los más diversos prototipos funcionales que demostraron su viabilidad. Se pueden mencionar el Ikonófono (1920s), el Imagenófono (1960s) y el VideoPhone 2500 (1990s) de AT&T; el Gegensehn-Fernsprechanlagen (1930s) alemán; el Telefonovisión (1960s) del mexicano Ovidio Farga, entre otros de una extensa lista. Sin embargo, no fue sino hasta los primeros años del siglo XXI, gracias a los avances en microelectrónica y el desarrollo progresivo de la telefonía celular e internet, que esta tecnología pudo por fin dejar el terreno de la especulación y experimentación para convertirse en una realidad al alcance del ciudadano común, pero cuyo uso en realidad se popularizó masivamente a partir de las medidas de confinamiento social para enfrentar la pandemia por Covid-19.
Las videollamadas tuvieron otro tipo de representaciones en obras de ficción, desde el cuento Le Vingtième siècle. La vie électrique (1890) del ilustrador francés Albert Robida o la novela corta The Machine Stops (1909) del escritor británico E. M. Foster, así como en una gran diversidad de ilustraciones en revistas satíricas europeas que datan de la década de 1870, que desde entonces estimularon la imaginación de los lectores para especular sobre la futura aparición de dicha clase de artefactos. Durante el transcurso de las siguientes décadas estos aparatos especulativos se convirtieron dentro la cultura popular en una imagen futurística, a tal grado que la narrativa de CF los adoptó como un lugar común del género. Películas hoy emblemáticas como Metrópolis de Fritz Lang (1927), 2001 Odisea en el espacio de Stanley Kubrick (1969) o caricaturas como Los Supersónicos (1962-1963) de la compañía Hanna-Barbera incluyeron estos dispositivos como elemento en sus tramas para crear ambientes del mañana. A diferencia del artículo “Television and The Telephot”, aunque la intención también era de algún modo profética, lo que buscaban estas visiones era el entretenimiento y no la divulgación.
En sus investigaciones sobre los orígenes de la CF moderna a partir de la obra de Julio Verne, Arthur B. Evans considera que la llamada Ficción Científica es el antecedente de la CF. La Ficción Científica es referida por Evans como ficción cuyo propósito es la pedagogía; esto es enseñar ciencia por medio de un producto de entretenimiento [Evans, 1988]. Pone como ejemplo la obra de la primera etapa de Julio Verne, cuyo corpus básico de novelas de aventuras (romance scientifique) presenta a los protagonistas como educadores o voceros de la ciencia, cuyo objetivo principal es la implantación de conocimiento científico factual. [Evans, 1988]. La diferencia elemental entre la Ficción Científica con la CF es que en esta última, tal como ocurrió en la etapa posterior a 1926 en las revistas de Gernsback, se empezó a utilizar la ciencia y con bastante frecuencia la pseudociencia con fines ficticios. El objetivo principal de la ciencia en la CF es actuar como un “catalizador para la progresión de la trama y los efectos especiales, como un poderoso generador de verosimilitud”, y como un medio para crear asombro en el lector. La Ficción Científica busca enseñar ciencia “a través de/con ficción”, mientras que la CF desarrolla ficción “a través de/con ciencia”.
Aunque las características del texto “Television and The Telephot” lo pueden circunscribir dentro de la divulgación de la ciencia, el discurso profético y el empleo del futurismo le imprimen un carácter paradigmático. Gernsback utiliza un recurso de ficción, la Telefoto, para comunicar las expectativas de la ciencia de su tiempo, convirtiendo el artículo en una variante de Ficción Científica.
Los signos del futuro
El signo de las telecomunicaciones del futuro funciona en los objetos que representa de dos formas distintas. En el caso de la Telefoto de Gernsback y otras tantas propuestas de videocomunicación publicadas en artículos de divulgación y prototipos que se construyeron con el paso del tiempo, este signo funciona como un índice tecnológico, un modelo científico producto de la especulación o experimentación con los desarrollos tecnocientíficos del momento histórico en el que fueron creados. Por otro lado, también funciona como un icono de la ciencia ficción/ficción científica, una metáfora tecnológica que permea en obras como recurso narrativo. La imagen de la comunicación cara a cara mediada por la tecnología puede ser considerada un lugar común o topoi, “una fórmula estereotipada que se evoca una y otra vez en diferentes formas y con diferentes propósitos” [Huhtamo, 2011]. Los topoi han acompañado e influido en el desarrollo de la cultura mediática. Así, el signo de las telecomunicaciones del futuro ha sido el encargado de reproducir el topoi de la locución adverbial ‘cara a cara’, cuyo uso común la define como ‘encuentro entre dos personas en que se hablan o enfrentan abiertamente’, hasta emplearlo como recurso narrativo en varias historias de ciencia ficción, en ilustraciones y videos corporativos o de divulgación de la ciencia, todas representando a dos personas comunicándose por intermediación de un dispositivo tecnológico, sea pantalla de televisión o computadora, teléfono celular o realidad virtual, buscando reproducir esta imagen elemental de la comunicación humana.
Este signo del futuro se reprodujo a lo largo del tiempo como un fantasma semiótico gibsoniano, un novum o dispositivo novedoso especulativo que no había podido materializarse pero que mantenía su presencia mediática, aguardando el momento que se reuniera las condiciones históricas, sociales y tecnológicas para materializarse en pleno. La aparición de prototipos funcionales fueron apenas asomos a la realidad de dichos fantasmas, cuya imagen sígnica como guía o modelo a seguir fue persistente. En este sentido, desde la perspectiva de la arqueología de medios, el signo del futuro tuvo un desarrollo no cronológico, no como producto del progreso constante, sino como un patrón (sígnico) “cuyas formas emergieron y resurgieron en diferentes momentos, en diferentes lugares” [Taffel, 2011], esto es, en un continuo (continuum). Incluso ahora que forma parte de nuestra cotidianidad, que se ha cumplido la promesa de futuro en nuestro presente, el signo persiste. Los videos que muestran proyectos de comunicación mediante realidad virtual como Microsoft: Productivity Future Vision (2015) o Microsoft Microsoft Mesh (2021) nos recuerdan que aún se buscan alternativas para crear la ilusión de conversar junto a nuestro interlocutor aunque se encuentre distante físicamente. En cuanto a la Telefoto, un objeto de la representación de este signo del futuro, su imagen tiene hoy un valor estético retrofuturista, pero también, por decirlo de alguna manera y en virtud de su distinguido creador, es el fantasma semiótico por excelencia de nuestro tiempo.
Bibliografía
Biocca, F. (1997) The Cyborg’s Dilemma: Embodiment in Virtual Environments. Journal of Computer-Mediated Communication. Vol. 3 Issue. 2.
Evans, A.B. (1988). Science Fiction vs. Scientific Fiction in France: From Jules Verne to Rosny Aîné. Science Fiction Studies 15.1 (1988): 1-11.
Gernsback, H. (1918). Television and The Telephot. Electrical Experimenter, 6(1), 12-13. Recuperado de: https://www.americanradiohistory.com/Archive-Electrical-Experimenter/EE-1918-05.pdf
Gibson, W. (1998). El continuo de Gernsback. En B. Sterling (Ed.), Mirrorshades. Una antología ciberpunk (Ed. rev. ed., pp. 29-41). Madrid, España: Siruela.
Huhtamo, E. The Spell of the Catoptric Television Media Archaeology, Topos Study, and the Traces of Attention. Image – Action – Space. En: Situating the screen in visual practice. Luisa Feiersinger, Kathrin Friedrich, Moritz Queisner (Eds.) 2018.
Krauss, R.M. (2001) Psychology of Verbal Communication. International Encyclopedia of the Social & Behavioral Sciences.
Taffel, S. Archaeologies of Electronic Waste. Journal of Contemporary Archaeology 2.1 (2015).
Wythoff, G. (2016). The Perversity of Things: Hugo Gernsback on Media, Tinkering, and Scientifction. University of Minnesota Press, 2016.
Gerardo Sifuentes Marín
Tampico, Tamps. 1974. Periodista de ciencia y autor. Ex director editorial de la revista Muy Interesante México. Colabora con el portal de noticias Lado B de la ciudad de Puebla y el periódico chileno El Ciudadano edición México. Maestrante en comunicación por la UNAM, su tesis aborda el uso de la ficción en la divulgación científica. Ha impartido clase de comunicación de la ciencia y diseño ficción. Autor del newsletter “¡Cyberpunk a tope!”. Su más reciente libro de cuentos de ciencia ficción, Paracosmos, fue reeditado por Editorial Paraíso Perdido, de Guadalajara. En su libro de divulgación, Ghostware, explora el lado extraordinario de la ciencia y la tecnología. Twitter @sifuentes.