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La espectacularización del streaming

Tendencias de inmersión y personalización de experiencias en vivo desde el hogar ante el panorama musical post-pandémico

Por Julián Woodside /

20 sep 2021

 

Desde el año pasado la mediación digital alcanzó a todos los sectores culturales. Sin embargo, uno de los más afectados fue el consumo de música en vivo. Julián Woodside hace un repaso de las “nuevas” experiencias musicales que hemos tenido en casa en tiempos pandémicos. Además, señala cuáles son otros sectores y prácticas que podrán influir en la forma en que escucharemos música en el futuro cercano.

 

A finales de 2019 y principios de 2020 varios analistas plantearon proyecciones con respecto a dónde creían que se encaminaría la industria musical global. Dichas predicciones se podían agrupar en tres rubros: 1) diversificación y personalización de experiencias en vivo; 2) protagonismo de algoritmos y expansión de mercados mediante plataformas tecnológicas; y 3) uso de tecnologías como complemento a los conciertos in situ. Y si bien no fueron predicciones sorprendentes, nadie se imaginaba que se vendrían abajo por la pandemia de Covid.19. 

Todo lo acontecido en 2020 nos hizo darnos cuenta de que la industria estaba en pañales en cuanto a generar experiencias musicales para el hogar. Sí, la digitalización de música grabada y la escucha remota de eventos en vivo ya eran parte de nuestro día a día. Sin embargo, pocas propuestas podrían considerarse innovadoras y a la vez accesibles, sobre todo por el potencial de lo digital en cuanto a la inmersión y personalización de experiencias en vivo desde el hogar, algo que aquí denomino como “espectacularización del streaming”. 

Hemos sido reactivos, y la oferta poco diferenciadora

La restricción de eventos masivos afectó a todos los sectores del entretenimiento, en varios contextos se problematizó la falta de ingresos y de seguridad social para artistas, staff y gestores que se quedaron sin trabajo. En respuesta se realizaron eventos vía streaming, algunos autoconciertos, se rentaron vehículos para hacer presentaciones en vías públicas, y varios músicos rondaron las calles para generar ingresos tocando al pie de las ventanas. De entre todo lo anterior el streaming ha sido la práctica dominante, pero también ha detonado quejas: casi todos los espectáculos anunciados como “en vivo” son pregrabados, los costos han sido similares a los conciertos in situ y, lo más importante, ha habido poca diferenciación en cuanto a las experiencias ofrecidas.

Era lógico que la tendencia iba a ser reactiva, el encierro nos tomó por sorpresa y había que generar ingresos. Muchos se volcaron a las plataformas existentes para promover su obra solo para descubrir que estas adoptaron una actitud canibalística en cuanto a regalías y derechos de transmisión. Se anunciaron restricciones para el uso de música grabada en las transmisiones en vivo de Facebook e Instagram, y se demostró que muchas plataformas no tenían la capacidad operativa, como cuando Twitch censuró el audio de una presentación de Metallica… por derechos de autor… de la misma banda. Eso sí, el streaming pandémico logró consolidar a nuevos íconos, como la memorable DJ Cucaracha.

 

El video que lanzó a la fama a DJ Cucaracha vía Facebook Live fue resubido en YouTube y cuenta con casi 1,300,000 visualizaciones

Algo ha quedado claro: serán las empresas tecnológicas, y no las disqueras, quienes definirán las próximas tendencias de escucha musical, sobre todo porque las discográficas han dejado mucho que desear en cuanto al desarrollo de experiencias innovadoras a distancia. Sí, ha habido eventos exclusivos, pagos por evento y presentaciones binaurales, pero se trata de prácticas que ocurrían desde antes. Además, especialistas de la industria anunciaron a inicios del año sus proyecciones para el 2021, y a pesar de las circunstancias, minimizaron el potencial innovador del streaming en vivo. La principal predicción fue la realización de eventos in situ con sana distancia, y cuando se ha abordado el streaming, se le ha planteado como mero complemento para eventos in situ o como medio para promover música grabada.

Habría que considerar la ruptura generacional

Debido a la necesidad de reactivar la economía, es un hecho que un importante sector de la industria musical se enfocará en la realización de eventos in situ, algo que ya se está viviendo. Primero, porque era la tendencia previa a la pandemia, y segundo porque mucha gente buscará estas experiencias como forma de socialización. No obstante, existe un tema importante en el consumo musical que los analistas no están contemplando y que la pandemia ha potenciado: la ruptura en cuanto a los hábitos de escucha entre los más jóvenes.

La edad promedio de los asistentes a festivales a nivel global va de los 25 a los 40 embargo, los más jóvenes han normalizado el asistir a conciertos vía streaming en distintos contextos como Fortnite, tal como ocurrió con una presentación de Marshmello en 2019 que convocó a más de 10 millones de personas, así como la creciente oferta de presentaciones en vivo en plataformas como Twitch. Hablamos de una generación que ha adoptado con gusto la experiencia musical en vivo desde el hogar. Y si bien es probable que por cuestiones económicas la curva de edad para los festivales in situ se mantenga, la curva de digitalización no hará sino aumentar a medida que cambien las generaciones.

Presentación de Marshmello en 2019 vía Fortnite, la cual convocó a más de 10 millones de personas


También es importante tomar en cuenta la desigualdad tecnológica. Claro, ha habido indicios de innovación en el ámbito de las experiencias musicales en vivo desde el hogar, sobre todo en ciertos contextos experimentales. Sin embargo, la adopción generalizada de este tipo de experiencias ha sido problemática porque suelen implicar hardware costoso, software especializado o simplemente porque la propuesta se plantea desde un nicho artístico que resulta poco atractivo para el grueso de la población. Las prácticas que logren trascender estas barreras a mediano plazo serán aquellas que busquen insertarse en los hábitos de escucha inmersiva y personalizada ya normalizados. Es decir, aquellas propuestas que contemplen tan sólo el uso de unos audífonos, una computadora, un smartphone o algún otro equipo de reproducción audiovisual para el hogar. 

El streaming crecerá en México y habrá que problematizar lo que implicará

De acuerdo con un estudio publicado por CISCO en marzo del 2020, Latinoamérica es y seguirá siendo la segunda región del planeta con el internet más lento, pero se ha posicionado como una de las principales consumidoras de streaming. En este contexto, México se ha consolidado como la quinta audiencia más grande de Netflix en el mundo, está en el 12º lugar de usuarios de YouTube, es el principal generador de canales de habla hispanay está en los primeros cinco lugares de canales con más seguidores. Además, es el cuarto país con más usuarios de Spotify a nivel mundial, plataforma que, cabe mencionar, nombró en 2018 a la Ciudad de México como la meca del streaming musical global. Como señala un artículo de Forbes, somos un país de alto consumo de plataformas y contamos con 47.3 millones de personas que escuchan música vía streaming. Es decir, a pesar de la desigualdad digital, hay bastante público.

Pero la digitalización en México ha sido reactiva: no desarrollamos tecnologías, las adoptamos. Por eso resulta pertinente identificar tendencias que, si bien impactarán en la escucha de eventos en vivo desde el hogar, también servirán como pautas de innovación para creadores y desarrolladores. Esto sobre todo ante un panorama post-pandémico donde dichos agentes se verán en la necesidad de proponer estrategias de diferenciación para una generación ávida de contenidos inmersivos. Sí, la presión será para los realizadores, si es que quieren abrirse paso en un contexto donde las empresas tecnológicas marcarán la pauta. 

¿Qué tendencias veremos –o más bien escucharemos– a mediano plazo? 

Proyectar tendencias es riesgoso. Muchas veces se hace énfasis en aquellas que de hecho ya están consolidadas en ciertos sectores y que difícilmente califican como emergentes (vamos, el impacto de Twitch, OnlyFans o TikTok a estas alturas es obvio). Por eso aquí planteo más bien cinco ejes donde ubico indicios de innovación en cuanto a la inmersión y personalización de eventos musicales en vivo desde el hogar. Lo más seguro es que surjan propuestas híbridas que abarquen dos o más de estos ejes, y todo apunta a que serán accesibles y de relativo bajo costo a mediano plazo. 

Planear o improvisar experiencias de audio envolvente

Hace poco Google anunció actualizaciones para Google Nest, su línea de productos dedicada al hogar inteligente. Como ocurría con otras marcas, ahora es posible agrupar varias bocinas y asignarles funciones bajo lo que se conoce como experiencia multihabitación. Sin embargo, a finales de 2020 los usuarios descubrieron indicios de que se lanzará una modalidad de teatro en casa, sugiriendo la posibilidad de reacomodar y reconfigurar al momento cada bocina con distintos fines. Si bien la sincronización de varios dispositivos de audio ha sido posible desde hace años, veremos mayor diversidad en cuanto a la posibilidad de usar distintas configuraciones de una bocina, sobre todo porque la tendencia ha sido homologar protocolos de comunicación entre dispositivos. Esto permitirá generar situaciones sonoras inmersivas, flexibles y a relativo bajo costo si de repente se decide improvisar una experiencia de audio envolvente en una habitación con las bocinas disponibles en otros espacios del hogar. 

La calibración amateur de monitores de audio es una realidad gracias a aplicaciones como SPL o Surround Generator. Imaginemos entonces que tenemos varias bocinas repartidas por la casa y que queremos organizar una sesión de escucha inmersiva vía streaming. Podremos juntar todas nuestras bocinas en un mismo cuarto y asignarles un valor para calibrarlas rápidamente mediante una aplicación y así generar una experiencia integral. La flexibilidad en los usos de dispositivos de audio que sugieren iniciativas como la de Google Nest, en conjunto con aplicaciones de calibración acústica como las ya mencionadas, nos acercará a dicha realidad a un relativo bajo costo, y probablemente veamos su integración con plataformas como Spotify o Netflix.

Video que muestra cómo funciona la experiencia multihabitación con las bocinas del sistema Google Nest


Streaming en vivo sin latencia y desde distintas latitudes de forma simultánea 

Varios festivales han consolidado un público que año tras año espera su transmisión por internet. Sin embargo, la latencia sigue siendo un problema, y las propuestas no han sido realmente diferentes de lo que ya ocurría vía radio o televisión, salvo por la posibilidad de elegir la cámara con la que veremos el espectáculo. Esto, cabe mencionar, ya ocurría en la televisión por cable mediante la elección de distintos canales dedicados a un pago por evento. 

En 2017 la banda japonesa Perfume lanzó Future Experiment Vol. 1 junto con DoCoMo, empresa de telecomunicaciones que buscaba promover la tecnología 5G. El proyecto consistió en un evento sincronizado y prácticamente sin latencia desde tres ciudades, Tokio, Londres y Nueva York, con todo y efectos de video en tiempo real. En 2020 un equipo de la Universidad Nacional de Quilmes lanzó Ságora, un software gratuito que permite tocar sincrónicamente y sin latencia con otros músicos que se encuentran en distintas latitudes. Si sumamos ambas iniciativas no es difícil imaginar próximas experiencias que permitan escuchar en tiempo real ensayos o colaboraciones desde distintos países.

 

Presentación de las japonesas Perfume desde Tokio, Londres y Nueva York de manera sincrónica y sin latencia

 

Inmersión (ahora sí) interactiva para proyectos sonoros y eventos en vivo

Además del audio binaural, varias experiencias de audio envolvente se han consolidado gracias a aplicaciones y videojuegos que utilizan lo que se conoce como object based audio (audio basado en objetos), así como varios videos que se han popularizado en YouTube bajo lo que se conoce como audio 8D, 9D, etcétera. Los videojuegos llevan la delantera, pues su programación implica varias dinámicas de inmersión sonora. Además, desde hace más de una década se han desarrollado proyectos de audio geolocalizado con el que se han creado soundtracks y paisajes sonoros para espacios públicos, así como tours donde la gente elige qué escuchar al desplazarse por un espacio. 

En 2016 se lanzó Night Terrors¸ un videojuego de realidad aumentada que hace del hogar un espacio de inmersión para vivir una historia de terror, tecnología que se popularizó con juegos como Pokemon Go. Además, se han creado varios videojuegos para smartphone basados solo en audio, como The Nightjar, Papa Sangre y A Blind Legend, los cuales dependen de cómo se interactúa con el sonido. Hay además indicios de que surgirán más formas de narrativización e interacción con sonido inmersivo, esto porque se prevé un aumento en el consumo de podcasts entre jóvenes, y porque Netflix ya incursionó en narrativas interactivas como Bandersnatch. Por todo lo anterior, es probable que esto se replique en eventos en vivo que ofrezcan recorrer auditivamente un escenario o foro durante un concierto o ensayo y elegir la perspectiva de escucha que más nos guste. 

 

Ejemplo de la jugabilidad de The Nightjar, videojuego de audio inmersivo para smartphones

 

Consolidación de foros exclusivamente virtuales (y no plataformas)

Desde hace años se han creado fiestas, galerías, museos y eventos en distintas plataformas virtuales como Mozilla Hubs. Y seguirá habiendo conciertos exclusivos en sitios como StreamTime y StreamYard, los cuales no dejan de ser plataformas genéricas que sirven como intermediarias entre gestores, artistas y público permitiendo realizar un evento a partir de la creación de ‘cuartos’ de streaming. Por otra parte, algunos festivales como Tecate Pa’l Norte y Burning Man han empezado a desarrollar sitios inmersivos que ofrecen varias opciones dedicadas a la transmisión de eventos a distancia.

 

El festival Tecate Pa’l Norte Virtual 2021 contó con presentaciones en escenarios digitalizados y uso de chroma key, mas no inmersiones virtuales.

Sin embargo, es probable que se empiecen a consolidar foros virtuales estilo salas de concierto donde la gente se pueda reunir periódicamente de manera similar a lo que ocurrió con el concierto de Marshmello en Fortnite. Es decir, si las personas ya se reúnen periódicamente en Twitch, chats de videojuegos y fiestas en línea, es probable que veamos el equivalente virtual de foros que simulen aquellos donde solemos acudir para presenciar un concierto en vivo. Me refiero a foros virtuales con una identidad y curaduría en específico como ocurre con bares y salas de concierto de manera presencial, y no a ‘cuartos’ en plataformas genéricas de streaming o sitios web dedicados a un determinado festival. 

Personalización integral de la experiencia

Desde hace tiempo existen fiestas silentes donde los asistentes escuchan la música in situ desde sus audífonos, y en 2019 se lanzó PEEX Rx, una aplicación y hardware que permiten controlar la experiencia acústica individual de un evento como si se tuviera acceso a la consola de audio. Es decir, ofrece la posibilidad de personalizar la experiencia de escucha. Y si bien esto implica recursos costosos, se trata de algo que se puede solucionar fácilmente cuando se trata del audio en casa, donde se puede utilizar una computadora o smartphone como interfaz. Entonces, así como hoy se puede elegir la cámara para ver algunos conciertos, es probable que surjan iniciativas donde se pueda elegir el volumen, ecualización e incluso los instrumentos que se quieran o no escuchar durante una presentación a distancia, en tiempo real. 

 

Presentación de la app y el hardware PEEX rX, que permiten personalizar la experiencia auditiva durante un concierto.

Sin duda varios de estos ejes implicarán mucho trabajo y desarrollo de recursos por parte de creadores y promotores, sobre todo si son independientes y se ubican en un contexto como el mexicano, donde mucha de la infraestructura digital sigue siendo precaria. No obstante, la tendencia hacia un streaming inmersivo, interactivo y personalizado ha sido clara durante los últimos años, y difícilmente tomará otro rumbo, sobre todo si consideramos cómo se han perfilado las prácticas de entretenimiento digital dirigidas a los más jóvenes. 

Los videojuegos llevan la delantera por iniciativas como la de Fortnite, así como por haber normalizado la sinergia con plataformas como Twitch y Discord para interactuar masivamente durante un evento desde distintas latitudes. Están marcando la pauta, e incluso han tomado en cuenta aspectos como la accesibilidad económica, proponiendo distintos planes de acceso como lo freemium, y se han sensibilizado con respecto a ofrecer experiencias de inclusión para personas con distintas discapacidades. ¿Será que los analistas empezarán a reconocer estos indicios, o seguirán apelando a las tendencias adultocentristas promovidas por un sector renuente a la virtualización? Es un hecho que la espectacularización del streaming no sustituirá los eventos en vivo, nunca he dicho eso, servirá como complemento de muchas formas de entretenimiento. Sin embargo, hay una serie de prácticas que serán cada vez más comunes entre distintos sectores, e incluso veremos el surgimiento de comunidades dedicadas específicamente a dichas experiencias. 

 

 

 

Julián Woodside

Julián Woodside (México, 1982). Investigador, ensayista e historiador dedicado al estudio de las relaciones entre medios, cultura, identidad y memoria colectiva. Ha impartido conferencias y cursos en diversos países sobre semiótica musical y del sonido, análisis y creación de diseños sonoros cinematográficos, y reflexiones críticas sobre las industrias creativas y medios contemporáneos, temas sobre los que ha escrito varios textos académicos y de divulgación. Es miembro del Seminario Permanente de Tecnología Musical de la Facultad de Música de la UNAM y de la Red de Estudios sobre el Sonido y la Escucha (RESEMx), además de impartir clases en el ITESO, en Guadalajara, y en la Universidad de la Comunicación, en la Ciudad de México.