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Bots y otras formas de lectura

Por Manuel JPG /

17 oct 2022

En este breve ensayo, Manuel JPG  aborda la forma de leer obras literarias en internet a través de bots como una nueva forma de lectura en pantalla, sin objeto, de manera fragmentada y desenganchada, que no deja de ser una vía para acceder a la literatura.

 

Hace unos días me preguntaron qué estaba leyendo. Sin pensar mucho la respuesta dije que a Maggie Nelson y Anne Carson. De Nelson acababa de terminar Argonauts, pero de Carson no había leído ningún libro. Unos minutos antes había leído un tuit de Anne Carson bot (@carsonbot).  En ese momento no supe bien qué decir. ¿Cómo podría explicar lo que significan para mí los bots literarios? En mi interior, responder que estaba leyendo a Carson, por leer un bot de extractos de su obra, era una respuesta válida. 

¿De dónde vienen nuestras palabras? ¿Por qué decimos lo que decimos? Hay un océano en estas preguntas que ni los más avanzados submarinos podrían navegar, pero intentaré caminar a su orilla. Montaigne escribió sobre el ensayo: “si lo encuentro demasiado profundo para mi estatura, me detengo en la orilla”. Mis palabras no fueron planeadas, sino que fueron algo que se decidió en mi interior. A veces se planea lo que se va decir con anticipación y se recorre el camino antes de pronunciar un ruido. Pero la mayor parte del tiempo no es hasta que hablamos que nos damos cuenta de lo que pensamos. ¿O será que los diálogos nos fuerzan a dar respuestas?

Si es el diálogo lo que produce los pensamientos, ¿habrá sido el uso del verbo estar lo que dio mi respuesta? Porque si pienso en un proceso continuo de lectura no pienso en un libro, sino que visualizo bots literarios o literatura generativa. Y aunque no hay literatura sin diálogo, encuentro en estás nuevas formas de leer un proceso más largo, un proceso que se funde con el diálogo del día a día. La literatura de bots no necesita de la suspensión del discurso, como sí lo hace un libro.

Los libros son artificios preciosos y no creo que tengan un reemplazo, ni pronto ni en un futuro lejano, pero sí hay un gran código y prácticas que le rodea. Leer es un acto que te desconecta, que suspende. Claro que la literatura permite conectar mejor con el mundo, pero mientras se lee se está en otra parte.  No se vive en la literatura ni la vida se acaba ahí. Como al caminar por un puente, se está presente, pero no se está en ninguno de los dos territorios que conecta. 

Cuando discurrimos en redes sociales los diferentes discursos que van apareciendo forman un hilo que teje una persona digital. Al igual que cuando transcurrimos por el mundo, vamos en una dimensión simbólica. Un paso se suma hacia el norte o el sur, hacia al centro o la periferia, pasa por calles con nombres, por casas que valen tanto dinero, por líneas geográficas que definen lo que se puede o no se puede hacer. Y no digo que la persona digital y la persona sean dos entidades diferentes, pero sí dos facetas de un individuo.

La lectura de bot de Twitter es como caminar por la ciudad. Es como si al subirse al tren un pasajero declamara unos versos, pero sin que estos se sientan fuera de lugar, como si se dijera solamente “voy a llegar tarde, lleva mucho sin pasar el tren”. Es un discurso que no rompe el código, las prácticas de ese territorio.

En un libro podemos leer cualquier cosa, pero si caminando por la banqueta alguien te dice las primeras líneas de una novela, probablemente creerías que es un espectáculo artístico o que esa persona está muy confundida. Porque hay una separación explícita del juego y del arte a los símbolos serios. En lo digital no hay tantas fronteras.

Por ejemplo, el otro día estaba revisando twitter y me aparecio este poema de Li Bot (@Li_PoBot):

La primavera no es nuestra primavera.

Los pensamientos del viajero

nubes flotantes,

los sentimientos del viejo amigo

el sol poniente.

Todo esto es antiguo y nuevo.

Susurro del viento

que acaricia el rostro.

El poema es una reconfiguración de fragmentos de la obra del poeta chino Li Po. Apareció en mi pantalla entre confesiones personales, noticias del otro lado del mundo, algún meme. Todo este mundo simbólico que rodeó el poema lo llenó de particularidad. Cuando leí La primavera no es nuestra primavera, pensé en el tuit en el que alguien hablaba del miedo de envejecer. Y podría enlistar cada verso y las posibles imágenes y símbolos que saltaron a su alrededor, pero creo que es más importante seguir bordeando la orilla.

“Todo esto es antiguo y nuevo./ Susurro del viento/ que acaricia el rostro”. La luz de mi pantalla pegó contra mi cara mientras leía estas palabras. Y apenas me doy cuenta que dije mi pantalla. Palabras viejas, palabras nuevas. Los bots sacan la literatura del artificio del libro y la meten en nuestro día a día en otra máquina. Es como deshojar un libro para pegar sus diferentes páginas por las calles o como un trovador que canta en la plaza o una persona que toca la guitarra en la entrada del tren.

Todo esto es tan antiguo y nuevo

Las redes sociales, el internet, son artefactos aún jóvenes. Por eso necesitan apropiarse de artefactos viejos para mostrar las funciones irrepetibles de su invención: el teclado que viene de la máquina de escribir, la pantalla de la televisión, la literatura. Lo que hace un bot es usar un lenguaje nuevo con palabras viejas.

El libro ha dejado los límites de las hojas por el flujo de las pantallas. La cosa está en que leer un PDF es como el teclado de una computadora. Es una apropiación, un préstamo, pero no es un uso en el lenguaje mismo de la computadora. Es el mouse lo que revolucionó el uso de la computadora como un aparato común, no el teclado. Luego,  con las pantallas touch y el avance de los transmisores, metimos las computadoras a nuestros bolsillos.

Un bot de twitter es un intermedio entre el PDF y un uso de las computadoras más nativo, entre el teclado y el mouse. Pero como ahora tenemos el touch para interactuar con las computadoras, también vienen otras formas de lectura con este: el scroll. Un desliz por una pista de nieve infinita. Sólo con patines se puede viajar por este hielo. Dar volteretas ya no es algo extraño, es natural al paso de patinador.

Aún no terminamos de conocer las posibilidades de lo digital. Es un cuerpo que no terminamos de comprender, un gigante del que nuestras enciclopedias de anatomía siguen inacabadas.   

Los bots son en preámbulo a la literatura generativa. Pienso en AI Dungeon, un juego que va escribiendo la historia mientras interactúas con este. El usuario tiene un diálogo con la inteligencia artificial, guiando las acciones y la trama, pero finalmente es ésta la que escribe la mayoría del texto.

Brian Eno menciona que los límites de un medio definen el arte que se produce en éste y su estética:

Lo que sea que encuentres extraño, feo, incómodo y sucio de un nuevo medio seguramente se convierta en lo que lo distinga. La distorsión del CD, los temblores del video digital, el sonido tan pobre de los 8-bits, todo esto será celebrado y se buscará emularlo tan pronto se pueda evitar. Es el sonido del fracaso: tanto arte moderno es el sonido de cosas saliendo de control, del medio empujando hacia sus límites y rompiéndose en pedazos. La distorsión de la guitarra es el sonido de algo demasiado ruidoso para el medio que se supone lo debe contener. El cantante de blues al que se le rompe la voz es el sonido de un grito de emoción tan fuerte que la garganta no puede más que soltarlo. La emoción que genera ver una película granulada en blanco y negro es la emocion de ser testigos de eventos que trascienden el medio asignado para documentarlos. (1996, p. 283)

Creo que aún no se han marcado los límites de los nuevos medios y su estética se está definiendo momento a momento.

Tal vez deseaba tener una relación más íntima con la literatura o tal vez una más despreocupada. Los límites del libro no me permiten relacionarme con los textos como deseaba. Quería dialogar en lenguajes que me fueran naturales.

¿Cuál es la validez de la literatura que producen los bots? ¿Necesita el diálogo validez para concretarse? La diferencia entre una plática cara a cara y un chat es la corporalidad. ¿Qué pasa con la corporalidad de las palabras de los bots y lo digital?

Regresando a la pregunta que abrió el ensayo: ¿qué estaba leyendo? En un sentido pragmático: un libro de Maggie Nelson y bots de twitter, en particular uno con fragmentos de la obra de Anne Carson. Pero, ¿se puede decir que leíste una novela si sólo leíste fragmentos grafiteados por las calles de la ciudad? ¿Qué tantos fragmentos deben leerse para que se pueda decir “estoy leyendo a tal”?

¿Cómo será en el futuro contestar esta pregunta cuando existan inteligencias artificiales que creen novelas, poemas o ensayos para nuestros gustos particulares? “Estaba leyendo una historia que escribió mi IA. Era un misterio en la que un niño ve cómo matan a su vecino…”. Nadie más que tú habrá leído ese texto. Ahora, en vez de autores hablaremos de IAs. Aprenderemos a escribir de otras maneras. A escribir en comunidad. ¿Los bots son el inicio de otra muerte del autor?

A la siguiente vez que me pregunten qué estoy leyendo diré el @ del primer bot que recuerde. 

 

 

 

Bibliografía

-anne carson bot  https://twitter.com/carsonbot

-Eno, B. (1996). A year with swollen appendices. Faber and Faber Ltd.

-Montaigne, M. de. (2003). Ensayos de Montaigne. https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/ensayos-de-montaigne--0/

-Li Bot. https://twitter.com/Li_PoBot/status/1545390512911200257

 

Manuel JPG

(Guadalajara, 1998)

Egresado de la carrera de Escritura Creativa en la Universidad de Guadalajara. Ha publicado en blogs, compilaciones y en revistas como Enchiridion de la UAQ y el Fanzine Maremoto de Guadalajara.