La tecnología de códigos bidimensionales conocidos como QR (del inglés Quick Response code, "código de respuesta rápida") se desarrolló en Japón a principios de los noventa bajo una licencia libre, lo cual ha permitido que su uso se extienda en distintos ámbitos de la cultura, así como la existencia de una amplia variedad de lectores disponibles en la red de forma gratuita. Los códigos QR pueden contener páginas web, texto, imágenes y contenido multimedia como videos y audios. Para acceder a su contenido es necesario un lector de código QR instalado en un teléfono móvil o una cámara web. En el campo de la literatura electrónica, los códigos QR se han usado para desarrollar piezas que proponen una mediación material en distintos formatos y niveles de interacción. Para leerlas o navegarlas, además de un código QR, los lectores requieren un dispositivo lector. Es el caso de 22,2 (2010) del artista turco Genco Gulan, un poema que se compone de palabras de dos letras de lenguas distintas. También existen casos de libros cuyo formato se conoce como pop-up digital, ya que en sus páginas, en lugar de palabras, se encuentran impresos códigos QR que, al entrar en contacto con una cámara web despliegan imágenes, texto, animaciones e incluso realidad aumentada. Por ejemplo, Qr1book (2012) de Jean-Tierry Lechein o Between Page and Screen (2012) de Amaranth Borsuk y Brad Bouse.

Otras obras que usan códigos QR proponen un formato híbrido como Augmented Reality Poetry Readings (2016) de Belén Gache, una serie de libros disponibles para imprimir desde su página web. Dentro de ellos, cada poema va acompañado de un código QR pensado para ser utilizado en una lectura en vivo de los poemas, cada código despliega distintos escenarios de realidad aumentada como los versos flotando alrededor del intérprete o máscaras que cubren el rostro de quien interactúa con el libro/dispositivo.