Angie Contreras es una activista incansable, la labor que ha hecho en su natal Aguascalientes muestra que, pese a las dificultades de un país centralista, las mujeres se reúnen, se organizan y pugnan por sus derechos. En esta entrevista comparte su recorrido con las tecnologías y el feminismo. Nos habla de su labor por la inclusión de las niñas y mujeres en el mundo tecnológico.
Centro de Cultura Digital (CCD): ¿Cómo te empezaste a involucrar con el activismo feminista?
Angie Contreras: Desde pequeña me cuestionaba por qué yo no podía hacer una u otra cosa por ser niña. Recuerdo que en el Colegio a mí me tocaba clase de baile y a los niños de básquet o fut; como me chocaba la falda larga de baile folklórico, un día abandoné la clase y con todo y falda me fui a jugar.
En la universidad que conocí a las feministas académicas y años después empecé a involucrarme en el activismo. En un principio, mi feminismo era muy privilegiado, pero años después al involucrarme en otro tipo de proyectos recorrí colonias que me hicieron ver las desigualdades que incrementan la discriminación y violencia en los cuerpos, vidas y decisiones de las mujeres. No sé si me puedo llamar activista, creo que me queda grande la etiqueta, ahora soy una metiche que no está conforme con el discurso oficial, con la desigualdad y la violencia y creo que juntas podemos hacer más para hacerle frente a esto.
Soy de esas feministas que sale a la calle a marchar, que usa pañuelos morados y verdes, que cuestiona en redes sociales, se reúne con instituciones y se pone la playera “Power Woman”; de esas feministas que arrastra el lápiz, pero también de las que puede bailar hasta abajo.
El activismo feminista es mi forma de sumarme a la causa. Es gracias a muchas otras mujeres que yo hoy puedo trabajar, decidir si quiero o no casarme y votar. El feminismo es un movimiento que lo toca, mueve y sacude todo, incluido internet. Nací mujer, pero el feminismo es lo que le ha dado sentido del propósito a mi vida.
CCD: A tu práctica, ¿cómo te relaciones con las tecnologías y cuáles son las fisuras que detectas desde ahí? Por ejemplo, el ciberacoso y otras formas de violencia en línea.
Angie Contreras: Desde que era niña tuve el privilegio de tener una computadora en casa. Era mi padre quien la usaba y la indicación para mí era: “no te acerques porque se puede romper”. Cuando me dieron permiso de usarla con los CDs de ENCARTA me enamoré. Estudié la carrera técnica en programación, pero al entrar a la universidad me fui por las ciencias sociales y estudié comunicación. Nunca dejé lo digital, mi tesis fue sobre la presencia de las mujeres en los primeros portales virtuales de noticias.
Cuando egresé de la carrera encontré a Mujeres Construyendo, una red de blogueras. Fue en ese espacio que accedí a una beca para la Internet Society (ISOC), un curso de medio año sobre internet y entonces empezó mi aventura con estos temas, hace poco más de seis años. Formé parte de la primera generación de juventud de LAC, becada por ISOC para asistir al Foro Global de Gobernanza de Internet. En un grupo integrado por amistades vigentes hasta la fecha creamos el Youth Observatory para hablar de la participación, inclusión de la juventud en temas de GI. Fueron años muy activos y de mucha experiencia, pero también grandes retos porque “ser joven” seguía siendo sinónimo de estar “poco preparada”. Al mismo tiempo seguí con la inquietud de cómo involucrar a más mujeres en la tecnología. En esos años organicé en México el IGFem, la FemHackParty, y en los foros regionales el LACIGFem, con todos ellos buscaba generar espacios para incluir a más mujeres. Fue cuando me involucré con los principios de Internet Feminista y vi que era posible juntar mis dos pasiones: el feminismo e internet.
Así fundamos el Women SIG de ISOC, organizamos eventos para el Día de las niñas en las TIC, el día de las mujeres, y en los foros contábamos cuántas mujeres participaban en cada panel —hasta hice stickers: #NoWomenNoPanel. Fue hasta el 2018 cuando pude empezar a hablar de estos temas en Aguascalientes a raíz de que critiqué un “botón naranja”, que era la estrategia de seguridad del municipio. En el 2019 me involucré en las reformas para catalogar legalmente la violencia digital, y desde ese año a la fecha dedico el 100% de mi tiempo a la asociación Cultivando Género, donde llevo temas de comunicación, internet y tecnología con perspectiva feminista y de derechos humanos.
Mi camino empezó de globlal a lo local, transité por foros internacionales y regionales para lograr que en mi propio estado me hicieran caso. El hecho de vivir en un estado que no es la gran ciudad no limitaba mi discurso ni mis capacidades o acciones. Es cierto que vivir en la provincia significó un problema logístico porque las actividades que me interesaban ocurrían en capitales como la ciudad de México o Guadalajara, así que tenía que trasladarme o perderme de muchos eventos. Pero puedo decir que aunque somos un estado muy conservador estamos haciendo mucho; aquí también desarrollamos, luchamos, resistimos y somos muchas las que no nos quedamos calladas.
La vida en línea complejiza el reconocimiento de nuestros derechos. Como feminista, comunicadora, activista y cibernauta, la violencia recibida es triple. Las complejidades de la vida online y offline se manifiestan nuestros derechos, porque ya no solo lidiamos con el miedo a salir a la calle y recibir acoso, ese miedo también se traslada a los ciberataques o el ciberacoso. En internet se nos suele ver como consumidoras, por lo que es importante asumirnos como seres con la capacidad de de innovar, aportar, construir en la esfera digital. Algo similar pasa con los estereotipos que se siguen llevando a lo digital, la violencia no se diga y lo más delicado es que todo esto se minimiza; se piensa que como ciertos hechos que pasan en la pantalla no tienen efecto ni consecuencias en las vidas, los cuerpos y las decisiones de las mujeres.
De alguna forma la vida en línea me ha salvado durante la pandemia porque le ha permitido al movimiento hacer eco, sumar a más mujeres, diversificar y cuestionar y organizarnos en lo inmediato. Recuerdo mucho la marcha del 2016 24A #NiUnaMenos, era la primera que se organizaba en su totalidad desde redes sociales, logró convocar a mujeres de todo el país y eso nos llevó sí o sí al mainstream de internet, movilizando una cantidad de causas para sumar, visibilizar, etcétera.
Otra cosa que ha permitido la virtualidad, las alianzas entre mujeres y el reconocernos, acompañarnos, mirarnos como un grupo diverso y reconocer que la historia de una es la de otra en otro país y que no importan los kilómetros que nos separan o las condiciones, pues todas queremos una vida libre de violencia. Internet nos ha permitido eso, encontrarnos en nuestras voces.
Creo que internet ha sido la herramienta que desde lo individual ha permitido hacer colectividad. Pero tampoco quiero hacer creer que todo es miel sobre hojuelas. Eso también abrió una caja de pandora de violencias y desigualdades que se maximizan en esa cámara de eco, donde cualquier publicación o protesta son objeto de discursos de odio o amenazas. Además, no podemos ignorar que incluso los algoritmos reproducen lógicas machistas o sexistas. En internet también se puede ver que el estado es incapaz de garantizar una vida sin violencia.
CCD: En materia de alfabetización digital, ¿qué te gustaría compartir a otras comunidades de mujeres en relación a las luchas sociales en el espacio público analógico y digital?
Angie Contreras: Me encanta la capacitación, es lo más gratificante que he hecho. Noto que cada grupo de edad tiene necesidades diferentes de alfabetización y si a eso le metemos una mirada interseccional las posibilidades siguen creciendo. Me encanta esta parte de mi trabajo, disfruto mucho trabajar con niñas y adolescentes, motivarlas a que hagan lo que ellas quieran desde las TIC o áreas STEM y recordarles que nadie se los puede negar por ser niñas. Es un gusto acompañarlas en su apropiación de las tecnologías, como parte de su participación social y política para ejercer sus derechos a pesar y por encima de quien las acose.
Ni ellas ni yo nacimos con el chip tecnológico, mi aporte es escucharlas, darles la mano y acompañarlas. Pensar que a las niñas y las adolescentes no les afectan o no entienden las agresiones digitales es un error, pues esto puede afectarlas por muchos años. Por esta razón es importante acompañarlar en el desarrollo de sus estrategias de autocuidado y defensa, compartiendo y escuchando nuestras experiencias mutuas.
CCD: ¿Qué mujeres admiras, tanto en trabajo activista como en otro aspecto de la vida en línea o fuera de línea?
Angie Contreras: En temas digitales, mis maestras son Claudia Calvin, Dafne Sabanes Plou, Erika Smith, Valeria Betancourt. A mis amigas de años de luchas digitales y con las que empecé este recorrido: Sara Fratti, Alex Argüelles, Adela Goberna, Candy Rodríguez. En el feminismo, mis amigas y cómplices de Cultivando Género: Elena, Liz, Wina. Y no puedo olvidar a las primeras feministas en Aguascalientes: Verona Valencia, Marcela Martínez y Gaby Ruiz.
Angie Contreras
Feminista. Comunicadora social, consultora en temas de comunicación con perspectiva de género y tecnología. Es integrante de la Asociación Cultivando Género que tiene como sede la ciudad de Aguascalientas. Columnista y videocolumnista para diversos medios como GenderIT, LJA Mx, Mujeres Construyendo y El Bunker Político. tiene el blog angiecontrerasmx.blogspot.mx