Marcelina Bautista, fundadora del CACEH, nos cuenta en esta entrevista por qué fue necesario crear la app Dignas como apoyo para el desempeño y ejecución de los derechos de las trabajadoras del hogar del país y otras latitudes de Latinoamérica.
CCD: En tu trabajo como activista del hogar, hablas de cómo has atravesado la precarización en muchas áreas de tu vida laboral, en ese devenir, ¿cómo surge la idea de conformar esta colectiva y qué fue el detonador que te llevó a iniciar esta lucha por los derechos laborales de las trabajadoras del hogar?
Marcelina Bautista: Yo fui trabajadora del hogar por 22 años. Pasé por muchas etapas desde el principio: hacer un trabajo invisible, realizar un trabajo que no tiene derechos, en que las personas que me contrataban me compadecían porque no tenía recursos o yo venía de algún pueblo de México. Normalmente, las personas que contratan a una trabajadora del hogar tienen la idea de “le falta esto, le falta lo otro, así que lo que yo le de es suficiente”. Yo miré mucho esas cosas cuando yo era trabajadora del hogar y había cosas que, por supuesto, no me gustaban. Yo quería superarme profesionalmente, pero trabajando en una casa nadie se supera, porque tenemos que hacer el trabajo para que otros se superen. Entonces yo también vi esa injusticia, porque muchas veces quería hacer algo para mí, para mi familia y no lo podía hacer porque era inalcanzable decir: “voy a hacer yo quien haga que mi familia tenga lo que no tuve”, y tampoco se puede porque es muy precario el trabajo que hacemos mientras que el salario que se gana no es suficiente, más si habemos mujeres que tenemos hijos o responsabilidades —yo fui responsable de mis hermanos y mis papás, por ejemplo—. Fue cuando empecé a estudiar en el tema del trabajo del hogar que me di cuenta de que había posibilidades para todo aquello que veía que no me gustaba o en lo que yo decía “aquí hay que hacer algo”. Así que, al poco tiempo en el que yo era trabajadora del hogar, conocí grupos de personas que se estaban organizando en la iglesia, principalmente, porque era el espacio al que yo acudía los domingos.
Terminé mi secundaria, y la prepa fue dificilísimo, porque yo cuidaba a niños y cuando me tocaba hacer exámenes era complicado porque o no llegaba la mamá o yo no podía ir a mis exámenes, y me eché mucho tiempo en eso. Quería estudiar Enfermería y no lo logré y pues hice otra cosa. Estudié para cultora de belleza y empecé a trabajar en estéticas, y debido a esto me involucré en los grupos de trabajadoras del hogar y, al final, me incliné más de este lado, porque como cultora me daba mucha pena tener contacto con las personas ya que era cortar cabello a hombres, mujeres y niños, y me di cuenta de que no me gusta tener contacto con la gente. Lo contrario que me pasa hoy, que conozco e interactúo con todo el mundo.
Cuando decidí ir todos los domingos a reuniones y a capacitación, me di cuenta de que estaba estudiando temas de derechos y que estaba en encuentros con mujeres feministas. Me gustó mucho porque uno de los sueños que yo tenía era estudiar para abogada. Yo creo que por eso me gusta mucho hacer este trabajo de acompañar a las trabajadoras; hoy soy yo la que les hace los cálculos y la que pelea por sus derechos con los empleadores, se me dio y eso me hizo quedarme allí y buscar las posibilidades.
Y bueno, al paso de los años y aprendizajes conformamos el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH) en el año 2000, pensado como un espacio autónomo e independiente, integrado por y para empleadas del hogar, a partir de nuestra propia iniciativa, necesidades y experiencias. Desde entonces empezamos a construir un lugar propio de convivencia, pero sobre todo de aprendizaje sobre ser mujer, trabajadora y empleada del hogar, en un contexto donde nuestro trabajo, el trabajo del hogar, no es valorado ni reconocido.
CCD: Partiendo de esto que comentas, sobre cómo estás asesorando a trabajadoras dentro de sus diversas luchas por la dignificación del trabajo, ¿por qué Dignas es una aplicación y no se conformaron con una página web?
MB Dentro de todas las acciones que hemos emprendido para reivindicar los derechos y visibilizar la situación de las trabajadoras y, sobre todo, sensibilizar a las personas empleadoras, tuvimos una experiencia en Brasil. Yo fui secretaria general de la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar. Entonces me fui a muchos países de América Latina y la federación que tenemos en Brasil ganó un Premio de Google y crearon una página y una app para trabajadoras del hogar con el objetivo de encontrarse entre ellas, conocer sus derechos y, principalmente, organizarse. En 2015, cuando vi esta aplicación llamada Laudelina — el nombre de la primera trabajadora del hogar que empezó a organizar en Brasil y que también llegó a ser una funcionaria—, se me ocurrió que teníamos que traer esa aplicación a México y adaptarla. No lo logramos porque ellas ganaron un premio y la realizaron, pero en México costaba muchísimo dinero; encontramos algunas organizaciones que nos decían que sí podían hacer la aplicación, pero que nosotras consiguiéramos el dinero, cuando nos pedían más o menos $800,000.00. Entonces dejé la idea por un momento, pero surge la pandemia y nos encontramos con que las trabajadoras empezaron a ser despedidas injustificadamente y a muchas de ellas yo no podía darles asesorías durante el confinamiento. Entonces nos dimos cuenta de que eran mujeres que llevaban veinte, cuarenta, sesenta, treinta, tres, dos meses en el trabajo y les decían que se fueran a descansar, pero si a caso les pagaban una semana, dos meses si bien les iba. Ahí fue cuando dijimos: “La Laudelina tiene que llegar a México”. Así que conseguí recursos de una organización a la que le dije que quería hacer una aplicación similar en México; esa organización apoya a varios países de América Latina, se llama Care de Latinoamérica, les presenté un proyecto que además no sólo era para México, sino para Ecuador, Colombia y Perú. Nos lo aceptaron y el CACEH avanzó con Dignas; le pusimos así porque en todo momento buscamos hablar de dignificar la vida de las personas trabajadoras del hogar, hacemos referencia a que toda la vida hemos luchado para que se tenga un trabajo digno. Así que CACEH convoca en el 2020 a la aplicación y se presenta en los medios; hay muchas trabajadoras del hogar que accedieron a esa aplicación. En ese entonces solamente traía una calculadora para que ellas supieran cuánto les toca de liquidación en caso de un despido, o de vacaciones, aguinaldo, etc.
Después, varias personas nos decían que se les complicaba saber cuánto les toca de aguinaldo, de finiquito, de liquidación, por lo que se actualiza Dignas en junio y se presenta precisamente en este maravilloso Centro de Cultura Digital —que estuvo padrísimo. La relanzamos ya con varias modificaciones; las principales son que agregamos cuatro calculadoras en las que se deduce de forma independiente cuánto toca de vacaciones, ya sea que si llevan años trabajando en las casas y tienen que saber cuánto les toca o llevan tres o cuatro meses; el aguinaldo, el finiquito, la liquidación por si la trabajadora ya no regresa al trabajo y, además, la aplicación contiene una biblioteca de derechos de las trabajadoras del hogar en la que actualizamos la información sobre la Ley Federal del Trabajo y el Convenio 189º. También tenemos un link donde estamos promoviendo la inscripción de las trabajadoras del hogar al Seguro Social de manera obligatoria junto con otros conceptos que se han agregado.
Ahora nuestra intención es que todo el mundo la conozca, que sea una herramienta que utilicen trabajadoras y empleadores para que puedan conocer cuáles son los derechos y obligaciones para que luego no digan que no saben. De ahí también viene la idea de preparar a las mismas trabajadoras del hogar para que promuevan la aplicación, pero para eso tienen que conocer la tecnología, tienen que saber de las Tecnologías de la Información, qué son, cómo se usan, y que sepan que ellas también tienen derecho a ese conocimiento. Entonces, CACEH junto con el Centro de Cultura Digital estamos capacitando a 35 trabajadoras del hogar para que sean las embajadoras de Dignas a nivel nacional.
CCD: Ya que nos cuentas de estas nuevas características que tiene la app, ¿cuántas personas la han descargado?
MB: Cuando estábamos actualizando y estrenando de nuevo la aplicación, en ese momento teníamos a 600 trabajadoras, luego 2000 y después cerca de 4000 personas habían descargado la aplicación. Ahora, el cálculo de los derechos de las trabajadoras lo hacemos directamente las dos; yo las voy orientando mientras ellas me dicen por qué motivo las despidieron y les hago saber cuánto les toca liquidación y finiquito de acuerdo a la fecha en la que entraron a trabajar. Es muy interesante porque en ese momento la trabajadora del hogar tiene una noción de cuánto le toca, porque la empleadora le dice que por no tener contrato, no tiene que darle nada; luego les dicen que ellas como “domésticas” —diciéndolo de forma despectiva— no tienen derechos. Entonces hay un gran desconocimiento por parte de las personas empleadoras y, además, una intimidación hacia las trabajadoras al hacerles creer que por no tener contrato no pueden reclamar; pero tanto empleadores como trabajadoras tienen que saber que haya o no contrato, ellas tienen derecho a recibir una liquidación y cualquiera de los derechos que tengan porque la ley les respalda, más ahora que cambió la Ley Federal del Trabajo y tenemos ratificado el Convenio 189º, hay un plan en este momento para la afiliación al Seguro Social de manera obligatorio. Más vale que aprendamos lo que nos corresponde a cada quien, esa es la labor de CACEH, yendo a los estados, capacitando los domingos —por ejemplo, cada domingo capacitamos a entre 50 y 80 trabajadoras del hogar. Las estadísticas a hoy, nos dicen que tenemos 4633 descargas hasta el 25 de julio. Esperemos que siga y siga porque el universo de las trabajadoras del hogar es enorme porque, realmente, esos 4633 es poco, pero vamos muy bien.
CCD: De alguna forma estas injusticias sociales que existen dentro del hogar también exhiben las injusticias que están fuera, aquellas estructuras sociales que promueven este tipo de desigualdades entre empleadores y trabajadoras. Entonces, ¿cómo se puede entender al hogar, viendo que también es un espacio en donde se pugna por los derechos y se lucha por un reconocimiento para la dignificación del trabajo?
MB: Es una pregunta muy interesante y muy importante de reflexionar. Primero que nada, las leyes reconocen a los hogares como un centro de trabajo, ya no es un lugar privado. El Convenio 189º reconoce que es un centro laboral, la ley dice que en el momento en el que tú pones a una persona externa a la familia y le pagas, inmediatamente tú te conviertes en la empleadora porque le estás pagando a alguien y esa persona está realizando un trabajo, en ese momento te conviertes en el patrón, digamos. Y ese centro de trabajo ya no es privado porque ya entra otra persona ajena. Por eso es muy importante que las trabajadoras conozcan sus derechos y con toda libertad hagan la exigencia de su cumplimiento; sin embargo, existe toda una idea de los empleadores de que no se puede inspeccionar su casa porque es privada, pero porque no entienden esto. También se ha ratificado en México el Convenio 190º sobre Violencia y Acoso en el Lugar de Trabajo, así que creo que las personas trabajadoras tenemos elementos para que haya todas estas maneras de hacer exigibles los derechos y es importante conocerlo porque las personas empleadoras siguen la cultura vieja de que así era cómo trataban sus mamás y abuelitas a las empleadas. Todo este ciclo de relación, forma y concepción que se tiene respecto al trabajo del hogar también tiene que cambiar.
Tenemos una agenda de 10 puntos en la cual estamos buscando la manera en la que la cultura del trabajo del hogar cambie para que se dé una relación más sana porque la de hoy no lo es tanto; hay mucha discriminación y explotación de las trabajadoras del hogar porque no se visibiliza y su sutiación atraviesa por una necesidad que les lleva a decir: “pues ni modo, hago todo el trabajo y si me dicen $300.00 está bien o si me dicen $200.00 pues sí, ni modo”. Entonces es una manera de dar respuesta a las necesidades.
CCD: Un punto que queríamos tocar es sobre violencias y explotaciones sutiles; por un lado, está el trabajo fìsico, pero también existe esta tradición de “adoptar” a las trabajadoras del hogar dándoles casa y comida, pero pagándoles muy poco. Así que ese tipo de explotaciones que existen, además de ser violentas, también están muy normalizadas. En este sentido, ¿tienes esperanza en que les empleadores entiendan mejor esta situación? Desde la trinchera de CACEH, ¿crees que ya hay concientización?
MB: Creo que el trabajo del hogar es un espacio que permite que otras trabajadoras con menos oportunidades tengan acceso a un trabajo, pero no a un trabajo digno. Las personas empleadoras miran a las trabajadoras como parte de la familia porque les dan la casa, servicios, las cosas que ya no les sirven. Entonces se establece una relación que se sienta en el pensamiento de “pobrecita de ella porque lo necesita, entonces si a mí no me sirven estas cosas se las puedo vender o regalar”. Eso se traduce en que las miran como parte de la familia, pero dentro de nuestro discurso para contestar a eso, decimos que no somos de la familia, porque si lo fuéramos tendríamos que tener un trato diferente. Es ahí donde hemos concentrado mucho la información para que la empleadora no tenga la perspectiva de que adopta, para que esa cultura cambie y se entienda como trabajo, lo que llevaría a ver a las trabajadoras como sujetas de derechos. Entonces falta muchísimo porque, volvemos a lo mismo, hay esta necesidad de una trabajadora y hay condicionantes de parte de la empleadora que dice: “pues lo tomas o lo dejas, puedo ir por otras que no me van a decir que no”.
Sin embargo, sí hay cambios en varias personas que hemos luchado por la defensa de los derechos, pero que una empleadora, que vive en Las Lomas, vea este cambio que se necesita para que las personas tengamos un trabajo digno o, simplemente, tengamos dignidad, es muy difícil, porque están metidas en otro mundo. Ese es al mundo al que también se tiene que llegar para que haya esta sensibilización que, sí, es más difícil, pero las leyes tienen que obligar a cambiar estas actitudes para que vean a las personas que trabajan en los hogares como cualquier persona con derechos. Creo que es eso: no somos de la familia y hay que seguir pegándole a la cultura que sigue explotando en el hogar.
CCD: Para desdibujar esas jerarquizaciones que llegan a ser paternalistas, como esto de la adopción. ¿Cómo podemos seguir transformando todo esto y borrar estas estructuras que se basan en el racismo, en el colonialismo —porque como decías, son culturales, vienen desde jerarquías históricas— y también de género? ¿cómo podemos seguir expandiendo estas luchas?
MB: Nosotras llevamos 22 años en la lucha. Empecé ganando una beca, vinieron más trabajadoras del hogar, mujeres feministas, hombres feministas. Creo que hemos sido un grupo bastante afortunado porque nosotros nunca hemos cambiado nuestro objetivo, "cambiar las leyes porque sin ellas, no podemos reclamar nada", y lo logramos. Tenemos que capacitarnos nosotras mismas, empezar a concientizar y reconocer que podemos hacer algo por nuestras vidas, nuestro trabajo, nuestros derechos. Hoy tenemos una capacitación sobre la tecnología de Dignas con 35 trabajadoras del hogar que se comprometen, ven el trabajo que hacemos y pues le entran. Eso es lo maravilloso para nosotras, lograr convencer, porque no es tan fácil; aunque una trabajadora haya sufrido violencias o cualquier cosa, no tiene esta idea de que luchando se gana o de que esforzándose podemos ganar derechos. Entonces tenemos que hacer una compañamiento, por eso tenemos un grupo de promotoras que oconstantemente se está actualizando, asistiendo a cursos o talleres. Cuando una personas del hogar entra al CACEH, ya no es la misma después, de eso no hay duda. Por eso apostamos por que las trabajadoras del hogar se preparen porque esto impactará lo que hagan en distintos espacios y, personalmente, con CACEH he recibido todo este apoyo solidario de muchas mujeres y hombres que han ayudado a hoy tengamos 22 años, porque la vida de las organizaciones de la sociedad civil no son fáciles sostener si no se tiene un presupuesto y objetivo claro. Llevar 22 años en este activismo y tener a todas las personas a favor de lo que hacemos ha sido importantísimo; por ejemplo, no nos esperábamos estar trabajando con el Centro de Cultura Digital. De repente se vuelve difícil por ser una organización de trabajadoras del hogar, no es tan fácil que acepten trabajar con nosotras, hay una mirada basada en cómo se ha construido el trabajo que se hace: un trabajo desvalorizado en el hogar, mal remunerado, un trabajo separado de la sociedad.
Nos encanta seguir en esta lucha y seguiremos creando herramientas para el avance de los derechos de las trabajadoras.
Marcelina Bautista
Le gusta la comida oaxaqueña, especialmente la que prepara su mamá, pasar tiempo de calidad con su familia acompañada de su perrita Perla, cuidar las flores de su casa, así como disfrutar del campo. Siempre se prepara para estar actualizada en lo que hace.
Fue trabajadora del hogar por 22 años, actualmente es directora del Centro Nacional para la Capacitación Profesional y Liderazgo de las Empleadas del Hogar A.C. (CACEH Nacional), el cual fundó el 10 de septiembre del año 2000.
Participó en los procesos organizativos de la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar (1988), la Federación Internacional de Trabajadoras del Hogar (2013), el primer Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar en México (2015), la Cooperativa para el Desarrollo Integral de las Personas Trabajadoras del Hogar (2022) así como en la creación y aprobación del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (2011) en Ginebra, Suiza.
Promovio los cambios necesarios en la Ley en favor del sector de las personas trabajadoras del hogar. Coordinó la campaña “Ponte los guantes por los derechos de las trabajadoras del hogar” que ha caracterizado la lucha por los derechos humanos laborales del sector y ha sido difundida a nivel global. En 2021 fue elegida como una de las 100 mujeres líderes más inspiradoras del mundo por la BBC.