Un recuento de los casos de feminicidios que resonaron en las redes sociodigitales y otros entornos digitales en el 2020. Más allá de las cifras y del otro lado de las pantallas, existen asociaciones civiles que se dedican desde distintos frentes a combatir y prevenir la violencia contra las mujeres.
La última vez que nos vimos fue en la marcha del 8M de 2020. No imaginábamos que lo siguiente sería replegarnos en nuestras casas, a piedra y lodo, temerosas, además, de un virus. El sentimiento colectivo de aquella marcha nos hizo sentir seguras por un momento, la unión y el cobijo de miles de mujerxs en todo el país parecía una luz en medio del túnel.
La esperanza, la consigna: que las cosas cambien, que las mujeres sean tratadas como sujetos merecedores de justicia, de libertad de expresión, de no violencia.
Semanas antes del 8M, tan solo en el mes de febrero las noticias y redes sociales desplegaban imágenes espeluznantes del cuerpo mutilado de Ingrid Escamilla a manos de su pareja; la desaparición y posterior asesinato de la niña Fátima Aldrighetti estremecía el reclamo de las mujeres; la estudiante colombiana Ximena Quijano fue asesinada en Puebla junto con sus compañeros; Mariana Sánchez, practicante de medicina, fue asesinada en Chiapas, presuntamente por uno de sus compañeros. Una vez instalada la pandemia y decretado el confinamiento, en mayo, la noticia del asesinato de Diana Raygoza a manos de su primo en Nayarit ocupaba las columnas de los periódicos. Las exigencias de justicia se trasladaron de las calles a plataformas digitales como Twitter, Facebook, Instagram y al videojuego Animal Crossing, donde cientos de compañerxs dispusieron de sus avatares para exigir justicia por la muerte de Diana. También recordándonos que ya para el mes de abril, el conteo de feminicidios en el año ascendía a 308[1]. Para el mes de agosto, en medio de una pandemia, con los refugios para mujeres víctimas de violencia cerrados, las instituciones de prevención y seguimiento casi desmanteladas, el conteo indicaba que, hasta el séptimo mes de ese fatídico año, 2,240 mujeres habían sido asesinadas, de cuyos casos 566 fueron catalogados como feminicidios[2]. En el primer semestre del año, las llamadas de emergencia para denunciar actos de violencia contra las mujeres aumentaron un 45.8% en comparación con el año anterior para el mismo periodo. De manera que para el cierre de 2020 se acumularon 969 feminicidios, sin considerar los homicidios dolosos ni las desapariciones forzadas que sumaron un total de 2,567, según datos oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública[3], calculando un promedio de dos feminicidios por día en el país.
Aquella marcha del 8M, la emergencia de salud, el confinamiento y el acoso del virus no fueron atenuadores de la violencia contra las mujeres en México. Todo lo contrario, la exacerbaron, a la par que los altos mandos del país no se cansaban (ni se cansan) de reducirla a casos aislados o falsas denuncias. El clamor de las mujeres que denuncian esta otra plaga mortal parece ser obliterada por oídos sordos.
Durante el primer año de la pandemia los carteles de alertas Amber y las posteriores noticias de muerte por violencia de alguna mujer en algún rincón del país pulularon las redes. Ya sea en redes sociodigitales, sitios web o plataformas de videojuegos, el espacio digital se consagró como la tribuna pública (para quienes tienen acceso a internet) ante la obligatoriedad de quedarse en casa y el temor de ser contagiadx o contagiar a otrxs. Las redes hacen su trabajo: despliegan, informan, desbordan, organizan en lo inmediato, pero continúan siendo un medio ruidoso y veloz en el que escapan las acciones lentas, la consistencia y la concreción.
Detrás de las pantallas, los hashtags y los 280 caracteres, existen cientos de organizaciones de mujeres, activistas o agentes solitarias que resisten y luchan día a día por la impartición de justicia, por prevenir la abducción de niñas por la mafia de la trata y que persisten en la búsqueda de mujeres desaparecidas. Mujeres y hombres se organizan fuera del espacio digital para visibilizar el trabajo con otrxs, para procurar los cuidados colectivos para y entre lxs ciudadanxs, las mujeres y sus comunidades.
En este espacio queremos nombrar y abreviar el trabajo de cinco de agencias de la sociedad civil dedicadas a abordar las problemáticas de la violencia contra las mujeres desde distintos ángulos. Todas ellas comparten el espíritu de compartir sus metodologías y experiencias para que otrxs grupos o agentes repliquen sus modelos en sus localidades. Estas organizaciones sin fines de lucro están abiertas a todo público, brindan acompañamiento y asistencia gratuita en línea y de manera presencial a quien lo necesite.
Mukira, que en tarahumara significa mujer o niña, es una organización de la sociedad civil que ha recibido premios internacionales de la UNESCO. La misión de Mukira se basa en la educación y movilización de los jóvenes y la sociedad a favor de los derechos humanos y la igualdad de género. El trabajo de esta asociación se centra en la prevención de la violencia, con énfasis en el abuso y la violencia sexual a través de la realización de laboratorios y talleres gratuitos. Mukira ofrece a los municipios en México capacitaciones para lograr la creación y/o fortalecimiento de unidades especializadas de la policía para la prevención de la violencia familiar y de género, en un tiempo récord y de conformidad con los criterios del Centro Nacional de Prevención del Delito y Participación Ciudadana. Además, Mukira escribió el primer modelo de Centros de Justicia para las Mujeres en México. La organización fue responsable de impulsar esta política, abrir los primeros Centros en el país y organizar los congresos nacionales de los Centros de Justicia para las Mujeres. Quienes integran Mukira se han capacitado en modelos de atención a víctimas y Centros de Justicia en Estados Unidos y han capacitado a su vez a lxs operadorxs de justicia y directoras de los Centros. En 2013 la UNESCO reconoció su metodología de trabajo con jóvenes entre las 15 mejores del mundo. La organización recibió el primer lugar en el concurso “género y justicia” organizado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación y ONU Mujeres.
GENDES, Género y Desarrollo, A.C. es una organización de la sociedad civil mexicana con sede en la ciudad de México, se especializa en el trabajo con violencias masculinas e impulsa procesos de reflexión, intervención, investigación e incidencia desde la perspectiva de género con énfasis en las masculinidades y DDHH. Lo anterior con el fin de promover y fortalecer relaciones igualitarias. Con su quehacer buscan fomentar estilos de vida respetuosos e igualitarios con comportamientos afectivos, solidarios, cuidadosos y empáticos, a través de grupos de atención a hombres. Dentro de esta asociación se han desarrollado metodologías de prevención de violencia contra las mujeres dirigidas a niños, niñas y adolescentes en alianza con instancias de gobierno, sociedad civil y agencias internacionales. Todas sus publicaciones se enfocan en visibilizar el papel que tienen las masculinidades en estos temas sociales y tienen el fin de sensibilizar a grupos de hombres y mujeres jóvenes para que ellos y ellas mismas puedan replicar el modelo y la información. Asimismo, han desarrollado proyectos para capacitar agentes de cambio enfocados en la prevención tanto del embarazo adolescente como de la violencia en el noviazgo.
ADIVAC, Asociación para el Desarrollo Integral de Personas Violadas, A.C, es una organización civil con 25 años de trayectoria, fundada en León, Guanajuato y con sede en la Ciudad de México. En esta organización se brinda atención médica, legal y psicológica a personas que han vivido algún tipo de violencia sexual (niñas, niños, adolescentes, mujeres y hombres). Trabajan con perspectiva de género y enfoque de derechos en todas sus áreas de servicio. Desde 2001, atienden aproximadamente a 400 personas en promedio por semana; quienes acuden a psicoterapia, atención médica, asesoría legal o grupos de contención para familiares. Con el objetivo de generar un mayor y más profundo impacto social con incidencia directa en la comunidad, diseñaron y pusieron en marcha el programa de prevención comunitaria "Proyecto Mariposas: Red de Promotoras/es de la No Violencia". Dicho proyecto está integrado actualmente por cientos de promotoras/es, quienes aportan sustento metodológico para la formación sucesiva de Escuelas de Promotoras/es de la No Violencia. Anualmente, la organización imparte un Diplomado en Prevención y Tratamiento de la Violencia de Género con Especialidad en Violencia Sexual, cuyo objetivo es sensibilizar, concientizar y proporcionar herramientas técnicas y prácticas que resultan indispensables para atender y prevenir la violencia familiar, sexual y masculina.
Casa Gaviota es una organización especializada en la salud mental de las mujeres. Establecida en la Ciudad de México en 2012, esta organización surge de la unión de tres mujeres sobrevivientes de la violencia que formaron una red de apoyo para mujeres con la intención de salir de la violencia familiar y de género. Desde entonces trabajan integralmente para reducir los índices de violencia contra las mujeres en cualquier ámbito a nivel nacional. Todos sus programas cuentan con perspectiva de género y un enfoque de educación para la paz; estos programas están dirigidos a la creación de entornos de aprendizaje para que hombres y mujeres de todas las edades puedan establezcer relaciones de respeto, justicia y equidad. Casa Gaviota da servicios gratuitos en línea y presenciales, entre ellos primeros auxilios emocionales, terapias psicológicas, acompañamiento y asesoría legal.
La Red Mesa de mujeres de Ciudad Juárez (RMM) es una organización que desde el 2001 se dedica a articular una extensa red de mujeres enfocada en el análisis e impartición de justicia hacia actos de violencia contra las mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua. En la organización se recaba y sistematizar la información que resulta esencial para comprender los fenómenos relacionados con la violencia contra las mujeres y los feminicidios. La RMM generó su propia arquitectura de datos, estandarizó las diversas fuentes de información y cotidianamente analiza datos sobre violencia y feminicidios con el fin de mejorar sus acciones de promoción comunitaria, incidencia y evaluación de políticas públicas. Entre sus actividades están la creación e implementación de un modelo de intervención comunitaria con perspectiva de género y derechos humanos, el cual busca fortalecer las capacidades de las mujeres en las comunidades con altos índices de violencia en Ciudad Juárez. Dentro de esta red se desarrollan litigios estratégicos para casos de víctimas de desaparición, trata y feminicidio, a fin de sentar los precedentes legales que permiten incorporar la perspectiva de género y derechos humanos en los procesos judiciales. Además, monitorean y evalúan la operatividad del Sistema de Justicia Penal Acusatorio en Chihuahua, así como la incidencia en delitos cometidos contra mujeres en Ciudad Juárez.
[1] https://www.sopitas.com/mientras-tanto/mujeres-se-manifiestan-animal-crossing-por-feminicidio-diana/
[2] https://www.infobae.com/america/mexico/2020/08/26/fueron-asesinadas-2240-mujeres-en-mexico-en-los-primeros-siete-meses-de-2020-de-acuerdo-con-cifras-oficiales/
[3] https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/feminicidios-aumentan-0-1-en-2020-secretaria-de-seguridad#:~:text=Nacional-,En%202020%20se%20registraron%20969%20feminicidios%2C%20m%C3%A1s%20de%20dos%20por,promedio%2C%20seg%C3%BAn%20cifras%20del%20Gobierno
Ximena Atristain
Editora y traductora.
Fundó y dirigió la revista Lenguaraz, literatura para no leer. Estudió Letras Inglesas en la UNAM e Ingeniería Biomédica en el IPN.