Un texto que juega con lo literario y las capas de sentido de los GIF, ese otro lenguaje organizado de la cultura digital.
G
¿Hay propiedad sobre los gifs que llenan internet? —No puedo creer que todo esto esté allí gratis. Son usados como palabras, frases. De qué materia están hechos. Me refiero a su capacidad para comunicar, ¿de qué está hecha? —Debo decir que llueve muy fuerte, el techo cubierto por tejas de zinc resuena. En mi cabeza se interpreta como el sonido de muchas voces, no entiendo ninguna. Algo muy parecido al ruido blanco que produce una televisión sin señal alguna.
Recuerdo que Dennis Cooper escribió aquella novela de terror hecha con gifs. No la entendí al leerla. Tampoco voy a intentar explicarla. En su blog, Dennis Cooper subía con regularidad gifs de puertas: cierran, abren. De todos los materiales. Puertas. ¿Pueden creerlo? —la pregunta más bien es, ¿pueden entenderlo? En 2016 Google, alegando incumplimiento por parte de Cooper en los términos y condiciones, cerró el blog y secuestró su correo electrónico. Google es una empresa privada, no un bien común. Es algo que en la era internet nos cuesta comprender. Estamos atados a los términos y condiciones de ejecutivos corporativos en medio de una fantasía de libertad —huelga decir que cuando yo tenía catorce años tuve un gato, me aburría mucho con él porque no jugaba conmigo, no quería pasar tiempo conmigo, se la pasaba echado viendo por la ventana. Es la razón por la cual no hay gatos en este libro. Al final, Cooper, el PEN America y otras organizaciones de prestigio se movilizaron junto a las redes sociales. La presión ciudadana hacia una empresa privada movió las reglas. Algo que deberíamos hacer para evitar leyes que rompan la neutralidad de internet, o privaticen los pocos recursos que hay. Me he preguntado constantemente si una sucesión inconexa de gifs hace una obra, ya que una sucesión de palabras aleatorias no hace una novela. Un documento que vincule gifs en medio del cuerpo del texto se parecería más a un artículo web que a una obra. Es la razón por la que desisto de escribir lo que sigue.
H
Si la imagen fue tan importante para la literatura del siglo XIX, y la imagen en movimiento para la del siglo XX, el gif debe ser el ideal del siglo XXI. — Retomo aquí una discusión que tuve con Ellen DeGeneres en la cafetería de una biblioteca en Cali. Ella me decía, con una insistencia que no podía ser sino terquedad, que todas las palabras refieren objetos en el mundo, y que si ese objeto a nuestros ojos se movía engendraba en él nuevos significados. No es lo mismo una hoja en el árbol estática que una hoja en el árbol movida por el viento. Yo le di la razón hasta cierto punto, pues todo valor, para mí, radica en la forma cómo el interprete elige hablar/sentir de/en esa imagen. No es un valor absoluto y trasferible, dije. El significado es algo que autorrefiere al interprete. Es absurdo que todo hable de ti, dijo. Es ridículo que todos hablen de sí mismos sin tenerte en cuenta. No nos pusimos de acuerdo, pues aunque ella alegaba que todas las cosas se refieren a ellas mismas, yo me ubicaba en la posición de que todas las cosas refieren a uno mismo. Ellen me llamó narcisista. Me reí. Ambos usamos luego argumentos dichos por Wittgenstein. Pero aun así no abandonamos nuestras propias islas.
Zz
Escribió Gertrude Stein que una rosa es una rosa es una rosa. Un verso en el que se interpreta la unicidad de la cosa, la palabra y lo que evoca, quiero reescribirlo así:
U
En un acto bastante atrevido, Michael Craig Martin, convierte un vaso de agua en un roble florecido, maduro y vivo frente a la vista de todos. La obra de arte se compone de dos elementos, uno integrado por objetos y el otro por palabras. Una mesa de roble, un vaso de agua; y un dialogo escrito en el que una persona interroga sobre el atributo de la obra. ¿Es un roble?, ¿pero se ve como un vaso de agua? En efecto lo es, dice el artista. Cambié su ser, pero no su apariencia. Este sin duda es un juego muy efectivo del lenguaje. Las cosas significan en tanto queramos que signifiquen. Un gif hace todo esto sin que nos comprometamos demasiado en una interpretación de la realidad. Es decir, ¿no es la función del gif propiamente servirnos de excusa para la ironía y la risa? ¿Para darle forma a nuestras emociones? Reorganizar el lenguaje es también dotarlo de la fuerza de lo que no representa. Me explico, una mesa es una mesa en tanto no es todas las demás cosas que no son una mesa, pero también puede perder este atributo de identificarse como mesa. Es lo que afirma y también lo que niega. A la voluntad del poeta le sale del coño llamar a las cosas como se le de la gana. La literatura es simple. Trata de nombrar. Trata de una mirada que cambia el nombre de todo. Diciendo que eso que ves cada día en realidad no lo has visto, y que has tenido que llegar hasta esta página para verlo. Ahí está, la hoja mecida por el viento en la rama de un árbol. Mírala, llama a esto melancolía. No, llámalo furia. No, observa sus movimientos, llama a esto: Desasosiego.
Didier Andrés Castro
Escribe ficción.
Proveniente de Colombia, Andrés ha publicado en diversos medios digitales y publicaciones literarias (Playground, Iberoamérica, SmokeLong en Español, FronteraD, Revista Plástico, Hermano Cerdo y Revista Penúltima). Ha sido incluído en las antologías "Pasarás de moda" (Montea, 2015), Poesía urgente desde Colombia (La Parcería, 2020). Es de signo escorpión.