Minitel

Minitel fue un servicio de transmisión de textos e imágenes desarrollado en Francia a finales de los años setenta. Consistía en una red de comunicación centralizada que funcionaba por vía telefónica. Se suele considerar que este servicio anticipó la www antes de que el acceso a internet se extendiera a nivel global.

El sistema informático que lo hizo posible recibía el nombre de videotex, compuesto de una red de telecomunicación que emitía y distribuía información textual hasta las distintas terminales por vía telefónica. Cada terminal contaba con una pantalla y un teclado, a través de este dispositivo era posible acceder a distintos servicios informáticos y de entretenimiento. Existieron otros servicios de videotex como el Prestel en el Reino Unido, el Ibertex en España, al igual que versiones en Canada, Japón, Estados Unidos y Brasil, pero a diferencia de estos, el Minitel tuvo un gran éxito.

Terminal de Minitel. Fuente ina.fr

 

La palabra Minitel proviene de las siglas de “Médium interactif par numérisation d'information téléphonique” (medio interactivo por digitalización de información telefónica). Este término designaba en simultáneo la terminal, la red y los servicios, aunque inicialmente  sólo se refería a la terminal.

Detrás del proyecto del Minitel estuvo el reporte L’informatisation de la société (1978) de Simon Nora y Alain Minc, un encargo del presidente Valéry Giscard d'Estaing, quien estaba preocupado porque la sociedad francesa entrara en contacto con las tecnologías de la información a nivel cotidiano y masivo. En dicho reporte se incluían aspectos sociales, técnicos y económicos respecto al uso de los medios de comunicación, su estado actual, así como los desafíos y las estrategias necesarias para sensibilizar a la sociedad frente a lo informático.

En primer lugar, el Minitel se pensó como un proyecto para sustituir el directorio telefónico en papel por uno electrónico. Bajo el argumento de que, debido al creciente número de líneas, su producción era insostenible y nada ecológica, se calculó que cada edición implicaba el uso de 40 000 toneladas de papel. El desarrollo de un aparato destinado a la consulta de un directorio electrónico implicaba la creación de un modelo de negocio que permitiera conservar la gratuidad del directorio.

El proyecto se puso en marcha con inversiones públicas masivas como parte de una política de actualización de las telecomunicaciones, de la mano de una política industrial de gran alcance. Por aquel entonces Francia atravesaba un momento de voluntarismo institucional en el que las telecomunicaciones se concebían como una revolución para la economía y la sociedad. Uno de los objetivos concretos era equilibrar el consumo de teléfonos de manufactura estadounidense y favorecer así la independencia tecnológica de Francia.

Las terminales se distribuyeron de forma gratuita en hogares y empresas. Para compensar el costo de producción de los equipos, se decidió monetizar el uso de los servicios a través de un esquema de cobro por tiempo. Dicho modelo económico atrajo a distintos proveedores de servicios para migrar y generar ganancias a través de esta red. El Minitel incluso se anunciaba con el eslogan “Faites-le en Minitel” (Hazlo en minitel), sugiriendo que era posible usar este aparato para casi cualquier cosa. Otra práctica económica consistió en la creación de paquetes de servicios, siguiendo la lógica de consumo centralizada, una práctica que muy probablemente hará su reaparición en el internet del futuro próximo, ya sea con la venta de paquetes de datos para aplicaciones o servicios específicos o bien, en forma de regulaciones de acceso a contenido por zonas geográficas.

Entre los servicios que se podían consultar y adquirir hay algunos que también forman parte del ecosistema de internet en la actualidad. Por ejemplo, era posible consultar los horarios de trenes y aviones así como adquirir boletos, realizar trámites administrativos y transacciones bancarias, hacer compras por catálogo, consultar el pronóstico del tiempo, leer los periódicos y encontrarse en salas de chat para charlar con otros usuarios, a través de mensajes que solo podían contar con un máximo de 180 caracteres.

A diferencia de internet, en donde actualmente sigue siendo posible navegar de un sitio a otro libremente y crear páginas con videos, imágenes y texto, el carácter centralizado de la red Minitel implicaba que los operadores delimitaran la arquitectura y las posibilidades de navegación: los usuarios solamente podían introducir texto o cifras. Cada servicio contaba con un código de acceso o número de servicio, entre los más populares estaban servicios como el directorio telefónico (que siguió siendo gratuito) y las salas de mensajería para adultos, la cual generaba la mitad del tráfico y de las ganancias, además de tener un papel clave en la evolución de la atención a clientes.

En el libro Le dossier noir du minitel rose (El compendio negro del minitel rosa) el periodista Denis Périer-Laville recopiló relatos policiacos en los que las víctimas conocieron a sus asesinos en los servicios de mensajería o al responder a anuncios en la línea P111 del Minitel. En dicha línea era posible encontrar prácticas sadomasoquistas, acordar encuentros extramaritales y hasta ofertas para mirar un video de muerte real por 2,000 francos (equivalentes a seis mil pesos mexicanos). Estas prácticas dieron pie a denuncias que alegaban un uso depravado del sistema, las cuales devinieron en un periodo de pánico y eventualmente en el uso del servicio para rastrear crímenes. El vacío legislativo en el uso de la red Minitel, abrió paso a la moralización de los servicios de mensajería y llegó a ser un tema tan polémico que concluyó con la prohibición o la aplicación de altos impuestos a ciertos servicios.

El uso del Minitel en los hogares y las oficinas significó un salto importante hacia la nueva era de telecomunicaciones, hasta que la computadora, los teléfonos inteligentes y las tabletas se volvieron parte de la vida cotidiana. La red Minitel fue desmantelada por completo en 2012 ante el inminente riesgo de rezago tecnológico y acceso a la información que significó la masificación de internet.

Eduardo Kac, Reabracadabra, 1985. Fuente: Rhizome.

En Brasil existió una versión de Minitel bajo el nombre de Videotexto. Sin embargo, la red no se extendió a nivel doméstico sino que estuvo disponible en bibliotecas y centros comerciales. No es de extrañar que los artistas se hayan apropiado de esta tecnología, en la historia del netart destacan artistas brasileños que exploraron con este dispositivo. En 1983 el artista y poeta Julio Plaza curó una selección de artistas brasileños que trabajaban con el Videotexto para la Bienal de São Paulo y en 1986 Eduardo Kac y Flavio Ferraz organizaron la galería nacional de videotexto Brazil High-Tech presentada por Companhia Telefônica de São Paulo. Entre los artistas que utilizaron este medio, Eduardo Kac cuenta con al menos cuatro piezas de minitel creadas entre 1985 y 1986, todas ellas consistían en distintas secuencias de poemas animados.

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