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Prácticas inmersivas

La deriva del cuerpo en distintas realidades

Por Mónica Nepote y Ary Ehrenberg /

13 sep 2019

 

Expandir la experiencia del cuerpo a partir de aumentar la percepción, cuestionar la forma en que clasificamos los sentidos y propiciar el cuestionamiento de dónde se encuentra la conciencia, entendida como la acción de tener una idea de nosotrxs mismxs son algunos de los temas de esta conversación con el artista e investigador Ary Ehrenberg, uno de los cofundadores del Laboratorio de Inmersión espacio que organiza el Festival de Inmersiva que se lleva a cabo en las instalaciones del Centro de Cultura Digital.

 

Mónica Nepote: Para empezar, quisiera que nos describas las implicaciones de crear un Laboratorio de Inmersión, porque desde ese planteamiento podemos también proponer una segunda pregunta importante: ¿qué significa inmersión?

Ary Ehrenberg: Si vamos a los términos más básicos, la inmersión tiene que ver con los sentidos y con la percepción. Igual que cualquier experiencia de vida. A mi parecer, lo que se intenta es tratar de simular o tener acceso a los diferentes sentidos para poderlos combinar en esta configuración y poder transmitir diferentes experiencias a través de estas simulaciones que muchas veces, y actualmente, se dan a partir de la tecnología.

El Laboratorio se planteó esta pregunta, que se puede abordar a nivel tecnológico y conceptual. Ir poco a poco como en un proyecto de investigación, creando un cuerpo de conocimiento cada vez más amplio para saber qué es la inmersión desde diferentes flancos: la filosofía, la fenomenología y la percepción, pero también desde el lado científico; la neurociencia es una de las disciplinas que utiliza tecnologías inmersivas, específicamente la realidad virtual.

MN: Algunos teóricos al hablar de inmersión señalan al escritor Antonin Artaud, quien hizo de su cuerpo ese receptáculo de experiencias; él mismo hablaba de la simulación y la fantasmagoria. Muchas de las tecnologías actuales vienen de nuestros sueños e inquietudes. La idea de hacer máquinas que escriban por si mismas, por ejemplo. En este sentido, el término ‘inmersivo’ se relaciona también con ese deseo de construir y de ver otras cosas distintas a las que en teoría ya vemos.

AE: Si nos vamos hacia atrás, la inmersión es desplazamiento, es cuerpo. Si lo buscas en algún diccionario se define como el desplazamiento de un cuerpo sólido hacia un cuerpo líquido. Es decir dentro de esta inmersión hay una emersión, depende hacia qué lado vayas. En la prehistoria, las casas y los lugares de supervivencia eran cuevas, ahí ya había una práctica inmersiva. En ese tipo de inmersión había ya una realidad virtual, un ritual mágico-religioso para poder recrear una acción en la mente, ya sea religiosa o de supervivencia, por ejemplo, cazar. Al tener la capacidad de recrear el entorno en tu cabeza, ya tienes mucho más confianza para ir a cazar al bisonte, como dice Román Gubern en Del bisonte a la realidad virtual.

Me parece que ahí están los primeros acercamientos a la realidad virtual o como se le quiera llamar. Pero esta simulación, es una simulación de la realidad reconstruida para poder entenderla de alguna manera porque implica muchas cosas. Implica, por ejemplo, otro de nuestros sentidos que no es uno de los cinco que contamos usualmente, me refiero al sentido de la percepción de ti mismo. Por eso vuelvo a que la inmersión es cuerpo, a través del cuerpo es que te sientes inmerso. Claro, esto es desde una perspectiva antropocéntrica como todo lo que creamos, hacemos y decimos.

Para poder definir de qué estamos hablando con la virtualidad, me surge la pregunta ¿qué es la realidad? La realidad puede ser hasta un sueño. La realidad objetiva en la que vivimos es biología, es física, es ilusión.

MN: Es cultura también.

AE: Thomas Metzinger, un filósofo de la mente, habla de que nunca somos ni seremos, sino que estamos siendo, como un proceso. La conciencia de ser es un proceso en el cual estamos inmersos todo el tiempo, en este proceso el cuerpo y el modelo de la realidad es transparente. No lo vemos, sólo somos. También existe la parte de la propiocepción, y aquí me voy a la realidad de supervivencia, por ejemplo, la realidad del hambre que puede tener un ser vivo o las necesidades que tiene para ir en busca de alimento.

MN: Y la serie de acciones que van a disparar esa sensación, digamos.

AE: Exacto. Para mí, eso es lo más cercano a la realidad: el hambre. Tengo hambre, entonces tengo que hacer algo al respecto. Todo lo que tengo que diseñar en mi mente, evolutivamente, para que yo tenga alimento es un modelo de la realidad. Yo lo estoy reconstruyendo, lo tengo que repasar una y otra vez. Eso ya es, de alguna manera, la virtualidad. Entonces una deriva en la otra.

MN: Para que existan esas acciones reales tienen que tener un cariz virtual. Al hablar de esta pequeña maquetación, que también es de lo que habla Lewis Mumford, lo importante es que simula lo que en realidad pasará en futuro próximo. También en el libro que mencionas, Gubern dice que hay que “ver más allá de lo que vemos”, la realidad virtual siempre ha estado, no es que comience a partir de los años sesenta, o con la existencia de ciertas máquinas.

AE: Y Artaud lo acuña, pero antes quizá tenía otro nombre: los sueños. Hay otra teoría de Terrence McKenna, no muy aceptada en el gremio científico, la teoría del mono dopado, que dice que la evolución del ser humano no tiene que ver con el fuego sino con los psicotrópicos que el ser humano se encontraba en el camino y que al ingerirlos se abría la posibilidad de crear diferentes realidades. Según esta teoría, así es como se empiezan a entender y vislumbrar todas las percepciones que la mente puede disparar, emerge la conciencia y las diferentes realidades.

MN: Y surgen las visiones, pero ¿en una experiencia inmersiva, el sentido guía es la vista o no necesariamente?

AE: No necesariamente. Llevamos muchísimos años viviendo en la dictadura de lo visual y de lo auditivo. Desde que estaba en la universidad me surgió esa pregunta; estaba muy clavado en el simulacro y en cómo la tecnología podía reproducir imágenes súper sofisticadas en las que ya casi no necesitabas un referente, la imagen ya era independiente, podíamos ver el rostro de un ser humano sin que siquiera exista.

El nivel de simulación empezó a ser muy alto, ya no podemos reconocer auditivamente un chelo real de uno digital, tienes que tener un oído extraordinario. O visualmente, está este fenómeno llamado la suspensión de la incredulidad, es decir, cuando vas a ver una película o estás leyendo —desde la misma literatura que tiene tanto tiempo— tienes que suspender un poquito tu juicio para poder sumergirte en los mundos que se despliegan a través de la imagen en movimiento o del texto. El verbo y la acción en la inmersión es sumergirte.

Regresando a la dictadura de lo visual, lo ponía en el título del festival entendiendo que la simulación de la inmersión no sólo es visual, pero me parece muy curioso que no tenemos grabadoras de olores o de sabores, no los podemos reproducir. Y no tenemos un mapa tan amplio de las posibilidades que podemos reconocer y por tanto fijar en el lenguaje del gusto y del olfato. Es decir, ¿cuántos colores podemos describir y nombrar?, ¿cuántos sonidos podemos describir y nombrar? Los olores que podemos describir y nombrar son contados con la mano casi. En cuanto a sabores: hay amargo, ácido, dulce, salado y umami, y hay varios más en ese rango entre uno y otro, pero como no los tenemos identificados en el lenguaje para fijarlos y hacerlos convención pues están perdidos por ahí, en la deriva porque no les ponemos la atención necesaria.

Interior de la pieza Lo humano después de Anni Garza Lau
Interior de la pieza "Lo humano después", de Anni Garza Lau

MN: ¿Y el tacto?

AE: Pensemos que nuestros sentidos más fuertes están pegados a nuestro cerebro, justo el oído y los ojos. Quizá tiene que ver con que le demos más importancia. Podemos profundizar entre por qué unos sentidos sí y otros no. El tacto es un combo de sentidos, es temperatura, presión, sensibilidad, hasta telecepción, puedes sentir a distancia el airecito que pasa. Sabes de dónde viene o la dirección. Es un sentido súper complejo que te ayuda a percibir, es nuestra interfaz más directa con el mundo.

Definitivamente la inmersión se empieza a tornar mucho mayor entre más sentidos involucres y por eso las tendencias a nivel mundial apuntan a expandir hacia otros sentidos.

MN: ¿De qué herramientas hablamos cuando tenemos un Laboratorio de Inmersión en un espacio como el Centro de cultura Digital, donde hablamos de tecnologías, de máquinas, de dispositivos? ¿Cómo se monta un laboratorio? Pero también preguntarnos acerca de la accesibilidad a este tipo de tecnologías y qué discursos están alrededor de ellas.

AE: El laboratorio tiene un programa de residencias donde cada quién cuestiona la inmersión desde diferentes lugares y desde su trinchera, ahí nos preguntamos cómo cada quien quiere abordar la inmersión y qué tecnologías necesita para su propuesta. Por ejemplo, la pieza que Julián Bonequi presentó en la edición pasada del festival, es una conferencia holofrénica. No usó tecnologías sofisticadas. Usó la voz, el canto, algunos instrumentos y la narrativa. Su idea era hacer realidad virtual analógica, inducir a un estado de sueño, a los asistentes les regalamos un paño para que al taparse los ojos lograran sumergirse en la experiencia que Julián compartía. Desde ese punto no se necesitaba mucho despliegue tecnológico.

Las tecnologías de RV, término que se usa que también puede ser RArtificial, como se le llamó antes de Sutherland —el padre de la RV, quien desarrolló el primer visor: The sword of Damocles para poder experimentar estereoscopía con gráficos por computadora. A partir de ahí la RV se empieza a hacer con este tipo de dispositivos. Ahora tenemos cascos, visores, lentes como despliegue tecnológico. Vamos desde una experiencia de inducción del sueño hasta una experiencia de RV tan sofisticada como la que podemos ver en los shows de Björk o Carne y arena la pieza de González Iñárritu, que no sólo es RV en casco sino que incluye un sistema de sensores impresionantes donde tú puedes estar ubicado en el espacio, haciendo que se dé otro nivel de inmersión que es la agencia del cuerpo. Puede haber dispositivos muy sencillos pero que al interactuar con ellos, te dan un nivel más profundo de inmersión.

MN: Además de los dispositivos, también podemos hablar de las máquinas en las que se construye esa simulación, es una serie de datos a los que son posibles acceder a través de esos dispositivos. Está desde luego la agencia del cuerpo y la interacción que se da entre todos esos datos, las posibilidades de visualización y las posibilidades que tiene el cuerpo de tomar decisiones y cómo responde el programa a esas decisiones.

AE: Como en la pieza Lo humano después de Anni Garza Lau, hecha a partir de la pregunta ¿qué pasa cuando existe un poco de inteligencia artificial? Uno de los guiños que más me gustó de la pieza de González Iñárritu es en el momento en el que me acerqué a los modelos para ver cómo están hechos, el modelo me miró y me espanté muchísimo.

MN: Tocamos lo fantasmagórico.

AE: Ahí está lo espectral de estas interacciones y tecnologías, que hay otros seres por ahí, cosas que no podemos ver, que están sucediendo adentro de la máquina y a veces son errores, son glitches o nosotros lo pensamos como glitches.

MN: Al hablar de tecnología mucha gente puede pensar en grandes despliegues, efectos especiales, que podrían ser efectos distractores, ¿cómo pueden suceder estas tecnologías más allá de usos “recreativos”?

AE: Me iría por dos lados, por el cine, el periodismo, el documental… en donde empezamos a tocar lugares de empatía, ¿cómo podemos experimentar realidades de primera mano? Como sucede en la pieza 6x9 que hizo The Guardian, donde experimentamos el estar recluidos en una celda de confinamiento. Podemos entender más qué pasa en esa vivencia; o podemos viajar a la Amazonia y poder tener una experiencia de ciertos problemas ecológicos o económicos.

Creo también que en estos casos de obras cercanas a lo documental los canales de distribución son los que se renuevan; la RV y la mercadotecnia que está a su alrededor nos permite replantear y tener acceso a otras miradas y a otros oídos y a otras personas para poder compartir lo mismo que estamos tratando de enunciar e identificar, pero con estas nuevas propuestas tecnológicas que, a nivel de mercado, ayudan muchísimo a que la gente vuelva a poner atención, a tener los ojos y los sentidos abiertos.

Eso por un lado, por el otro están la neurociencia y la filosofía de la mente y la posibilidad de replantear preguntas como ¿qué es la conciencia? En la que están súper metidas esas disciplinas, porque hasta ahorita no se sabe de dónde viene la conciencia, cómo está configurada en el cerebro, en qué parte del cerebro, qué neuronas son las que hacen que podamos ser concientes de nuestro propio cuerpo y de nuestra propia realidad. En la parte científica hay muchísimos avances y aplicaciones y en la parte filosófica hay muchísimos cuestionamientos, qué es la realidad, qué son los sueños... Hay un fragmento que me gusta mucho de Metzinger en El túnel del ego, narra que están en una conferencia con asistentes de alto rango, altos académicos con Phd. Uno de ellos está en una conferencia —esto es un sueño y uno de ellos está diciendo:

—En el momento en el que yo levante mi mano y vea a los ojos voy a parar el REM (el movimiento que hace que soñemos) y ustedes van a desaparecer.

Y los demás se ríen. Uno de ellos se levanta y dice:

—¿Cómo sabes? Igual y tú desapareces y te pierdes de todo el proceso de investigación que estamos teniendo acá adentro en el sueño.

Me gusta esa idea de que podemos volver a cuestionar y lo ligo con el hecho de que Julián (Bonequi) tiene esta interacción tan cercana con sus sueños que fue ahí donde logró entender cómo funciona el tracto vocal y así aprender a cantar, y canta de maravilla. Ahí te puedes volver a preguntar estas cosas.

Y por último, me parece que la idea de desdoblarse en estos nuevos entornos de diferentes realidades, algo que ya permitía la animación o los efectos especiales ya nos daban chance de tener otras perspectivas imposibles, ángulos, personajes fantásticos. Así podemos tener otros accesos para poder entrar a estas realidades y no querer simular lo mismo una y otra vez, tenemos la oportunidad de simular con alta sofisticación, podemos meternos a un entorno y decir: “Eso parece real”, pero ¿por qué no desprendernos de esa simulación y creamos nuevas ideas y crear nuevos entornos y experiencias? Siempre tienen que estar ancladas al referente que tenemos del mundo, si no se desdobla y se vuelven luces y colores y distracción. ¿Cómo podemos crear y desdoblar diferentes dimensiones? Si podemos tener virtualmente más ojos, probablemente podríamos ver más dimensiones, o si tenemos más sentidos podemos crear otras dimensiones o realidades. Esto es más especulación futurista, de saber qué puede pasar con estas tecnologías o qué no.

MN: ¿Hacia donde ir... a partir de dos festivales, de estas investigaciones colectivas, de estas preguntas y reflexiones?

AE: Todo el tiempo me cuestiono muchísimo este imperio de la tecnología que al mismo tiempo me encanta, es un amor odio. Me gustaría pensar en qué posibilidades podemos tener dentro de toda la tecnología y de qué maneras quizá la RV, las tecnologías ahora enfocadas a experiencias inmersivas, nos pueden ayudar a entender un poco mejor cómo vivir en este mundo de una manera más positiva, más cercana al entorno y no más alejada de él, que es lo que nos hacen: nos privan de la realidad y nos meten en esta enajenación del videojuego y de la tecnología perdiendo noción de lo demás. Me gusta la idea de que podamos usar esta tecnología más como lo que pasa en el wetware, que es combinar la tecnología que está sucediendo a nivel biológico y nanotecnológico para el beneficio de nuestro planeta, no sólo nuestra humanidad.

Nuestra humanidad es un concepto antropocéntrico y somos seres de seres de seres que estamos dentro de otro ser y entonces, ¿cómo entender nuestra configuración y nuestra posición en este planeta?

MN: Inmersos en ambientes.

AE: Y cómo podemos aportar algo, quitarnos el casco y poder tener este contacto más cercano. O no quitárselo pero poder tener dispositivos, por eso pienso que la RMixta tiene más futuro que la RV; la RV puede ayudarte quizá a curarte diferentes enfermedades, procesos, a calmarte, a sustituir algunos antidepresivos por entornos virtuales que no te van afectar pero también tenemos ahí a Black Mirror, todas estas visiones apocalípticas y de vigilancia y control. Y eso es grave, porque nos hace preguntarnos cómo podemos tener autonomía, soberanía tecnológica.

MN: Tomando una idea de las compañeras de El Rule: haciendo “tecnologías desobedientes”. En el sentido de pensar la desobediencia como eso que no acepta los intereses del mercado, que suscriba las formas en que se produce la tecnología, basada en extracción y explotación.

AE: Y esto me lleva al futuro de todas estas propuestas que, curiosamente, es ponerle atención a otros sentidos y realidades, que es el lema de este festival Inmersiva. Si son máquinas de empatía, usémoslas como tal. Me parece que podemos saltarnos de alguna manera hacia los otros sentidos a través de algunos procesos de tecnología y accesibilidad para poder usar sistemas de inmersión más análogos y más reales en los que igual y sólo cierras los ojos y escuchas el mar y ya estás en otro lugar.

Otra vez, es regresar a los orígenes. No se trata de cerrar los ojos a lo que tenemos porque no podemos regresar al origen pero sí tomarlo, sí volverlo a traer a la actualidad para reconocernos en este mundo como humanos tecnológicos y saber cómo podemos expandirnos y seguir en este proceso de una manera conciente, de una manera positiva, como que no le afecte a todos los demás sino al revés.

MN: Y que tienda hacia la vida. Pensaría que este aspecto positivo es que respete y construya vida.

AE: No quisiera irme hacia el tema que solemos irnos, que a veces es lo que más claro vemos pero nos tenemos que ir hacia allá: la vigilancia, el control de los medios digitales. En la edición pasada del festival, tuvimos la pieza de Anni Garza Lau en donde se pregunta qué pasa cuando pierdes agencia de tu propio cuerpo digital y físico, cuando hay algo que te controla.

Es algo que hay que tener en la mente para pensar cómo usamos la tecnología. Me gusta pensar en la parte positiva que estas posibilidades que nos permiten.

Mónica Nepote

Editora y escritora.

Está al frente del proyecto E-literatura del Centro de Cultura Digital

Ary Ehrenberg

Ciudad de México 1979, Cursó la Licenciatura en Artes Visuales en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Sus propuestas se enfocan en la relación entre medios y entorno, los fenómenos que se generan dentro de la naturaleza y la sociedad a partir de la tecnología, así como el juego con la percepción a través de la reconfiguración de los códigos que la construyen. Sus proyectos más recientes están relacionados con la exploración dentro del live cinema, la práctica en vivo de medios audiovisuales en conjunto con diversas disciplinas artísticas, así como exploraciones con tecnologías inmersivas y realidades experimentales, transitando entre nuevos contornos de construcción narrativa y sensorial. Actualmente es Director y cofundador del Laboratorio de Inmersión BBVA Bancomer–CCD