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Pressless, un espacio de experimentación editorial digital tijuanense.

Entrevista con Javier Guerra y Roberto Partida

Por Javier Guerra y Roberto Partida /

2 may 2017

En los primeros años del siglo XXI en la frontera norte, Tijuana se convirtió en un semillero de iniciativas culturales que iban desde la música electrónica, artes visuales, performance, hasta escrituras experimentales cuyos procesos generativos cuestionaban las formas acostumbradas de producir. En este contexto surgió el proyecto editorial Pressless a cargo de dos editores y escritores: Javier Guerra, también programador y Roberto Partida, quien después se dedicó al arte en esténcil.

El viaje es una pieza interactiva concebida para ser leída en línea, fue publicada en 2006 en un sitio ahora inexistente. Parte del proyecto de E-literatura es la preservación y divulgación de los momentos claves del desarrollo de la literatura digital en México. 

Mónica Nepote: al comienzo de los años cero surgieron como editores en papel, y poco después impulsaron el proyecto Pressless. Me gustaría empezar por el papel y luego el salto hacia lo digital.

Javier Guerra: Empezamos con fanzines en el 93 o 94; Roberto, yo y otros amigos. Éramos adolescentes, formábamos parte de un taller literario y a partir de los textos que se generaron, pensamos en publicarlos. A mediados de los 90, las fotocopiadoras Xerox y los copycentros proliferaron, eran centros de impresión baratos, así que empezamos a reproducir a lo bestia estos textos. Mi padre tenía una imprenta en la que trabajé desde niño, así que estaba familiarizado con las técnicas de impresión. Después entramos a la carrera, donde conocimosa  más gente que estaba haciendo fanzines. Y al final de la carrera, trabajando en COLEF (El Colegio de la Frontera Norte) con Heriberto Yépez y Laura Jáuregui, iniciamos un proyecto editorial llamado Anortecer. Lo primero que publicamos fue un compendio de poemas de Roberto Partida. Después publicamos un libro de Heriberto Yépez Por una poética antes del paleolítico y después de la propaganda (2000), la portada era una fotografía suya de un proyecto que consistía en pegar letreros en la ciudad, intervenirla con mensajes. También publicamos traducciones de ensayos de autores de filosofía. Después, ya yo solo, saqué un libro de poemas míos llamado Relatorio. Simultáneamente, o probablemente antes, empezamos lo de Pressless que surgió con Christian Zúñiga con quien queríamos hacer un proyecto interactivo.

MN: ¿Cómo entraron a la programación?

JG: Yo programaba desde niño. Mi padre tenía un computadora en su imprenta, debió haberla comprado a finales de los ochenta. Como suele pasar, las cosas llegan con cierto retraso a México, porque en los setenta en Estados Unidos ya había máquinas fotocomponedoras en las imprentas. Las fotocomponedoras lo que hacían era mostrar tipografías, tú sólo escribías y era mucho más sencillo que hacer a mano las letras o en Letraset. La fotocomponedoras mostraban dibujos básicos. Esas computadoras eran unos escritorios. Las computadoras personales llegan en los ochenta hasta que sale la IBM o la MAC.

MN: Si pensamos que al llegar las computadoras personales en los ochenta, y se da una oleada de piezas de arte o de escritura hechas por artistas que empezaban a explorar la máquina como herramienta artística y que eso sucede en países de primer mundo, es importante resaltar que en México futuros programadores y artistas empezaban a tener sus primeros acercamientos a estos lenguajes, ¿cómo fue tu entrada, cómo empezaste a involucrarte con el código?

JG: En Tijuana era difícil conseguir material para programación, revistas y eso. Recuerdo que llegaban dos a una conocida cadena que entre otras cosas, vendía libros y revistas. Había una que me gustaba mucho, art byte era de trabajos en medios digitales. Como no podía comprarlas, me iba a la tienda a hojearlas y copiar los programas. Más adelante un amigo la conseguía en la prepa. También había un fanzine de hacking llamado 2600.  Estamos hablando de tercero de secundaria, primero de prepa. Llegaba a una tienda de ropa, que estaba en el centro de Tijuana, que era como gótic donde hacían phreaking hacking. El hacking empezó con los teléfonos, para poder hacer llamadas a donde quisieras. Después pasó a otros medios. En esta revista venían ejemplos de cosas que podrías hacer.

MN: Algo que me gusta hacer cuando hablo con generaciones de "nativos digitales" es narrar cómo fue la llegada de internet a nuestras vidas. ¿Cómo fue en contexto tijuanense?

JG: Bueno yo recuerdo bien que en el 94, un buen día, un amigo que trabajaba con su cuñado que tenía una editorial donde vendían libros de texto, nos invitó a un trabajo de dos semanas para capturar en una computadora encuestas de ventas. En esa computadora, él tenía internet que estaba conectado para cotorrear. Como una especie de chat sin interfaz gráfica, es decir:  puro texto, era un navegador de texto que se llamaba Lynx . Años después me enteré que lo que pasó aquí en la frontera, fue que una compañía puso un satélite microonda en Otay y un receptor en la parte de Tijuana y empezó a vender internet así.

MN: Más o menos como funcionan los servicios libres de internet actualmente, los alternativos a las grandes compañías, las iniciativas ciudadanas…  

JG: Este era completamente comercial y siguen operando. Allá se conectan al hub de San Diego, y ponen una antena a distancia corta y empiezan a retransmitir.

MN: Aprovechando que Roberto se acaba de integrar a esta plática, me gustaría preguntarles: ¿cuándo empezaron con Pressless?

Roberto Partida: En el 98.

MN: Entiendo que era una revista ¿hecha en CD-ROM?

RP: Sí, porque era lo más locochón, bueno lo más práctico para hacer una revista, porque así podías venderla y la gente lo podía leer en su computadora. Era una forma muy accesible económicamente de hacer una revista, comprábamos una torre de 50 cedes y un montón de stickers, que costaban como 25 o 50 pesos.

JG: Era una revista barata para venta también, yo creo que mucha gente que la compraba no tenía ni computadora. Lo hacíamos en Mac.

RP: Pero lo hacías para las dos. Para Mac y para PC.

MN: ¿Tienen alguna relación de cuántos números hicieron y quiénes colaboraron con ustedes?

RP:  Hicimos como ocho números. Bueno, sabemos quién colaboró; José Manuel Valenzuela, Luis Humberto Crosthwaite, Christian Zúñiga…

MN: ¿Y en esos formatos cómo trabajaban con el texto y la interacción?

JG: No siempre existía interacción. La colaboración de Crosthwaite, por ejemplo, era sólo un texto, no había nada de interacción. Y muchos eran así.

RP: En el número dedicado al sexo hay uno que al menos tenía hipervínculos.

JG: Sí, había algunos que tenía hipervínculos, algunos tenían video que era sólo el video, sin interacción. Hicimos unos experimentos más explorando el medio con Roberto. Y para mí lo más importante era la elección aleatoria, no podías elegir qué ver, sino que era más bien lo que te aparecía.

MN: ¿Tienen registrado cómo es que esta forma de producir, los medios electrónicos cambiaron su concepto de edición? ¿Qué potencial le vieron al medio? ¿Cómo surge la idea de explorar el medio digital? ¿Cómo surge El viaje? Ya que implicó despegarse del CD-ROM, empezar a trabajar directo en el navegador…

JG: Empezamos a hacer blogs. Roberto y yo, Christian también y les hice un sistema de blogs. Blogspot ya existía pero no era la gran cosa. Creo que para entonces estábamos saliendo de la universidad o ya habíamos salido y Bebo hizo un viaje a pie. Se fue de mochilero, recorrió la Baja y regresó con la inquietud de hacer algo con sus experiencias vividas en ese viaje. Y se le ocurrió esta pieza, que está pensada interactiva desde el origen.

MN: Para hacer un poco de contexto. Hubo un primer boom de blogueros en Tijuana, años antes, un movimiento muy activo que marcó muy fuerte el uso del internet en los noventa. Habái varios, Rafa Saavedra, los músicos de Nortec y otros artistas...  

JG: Ellos usaban un Blogspot.

RP: Fue lo que me dijo Javier, ¿por qué mejor no usas Blogspot? Pero estaba bien padre trabajar con la plataforma que se inventó Javier. Otras plantillas, otras cosas.

MN: Esa era pressless.com que depués lo perdimos.

RP: Como todo en la vida. Yo me acuerdo de Blogspot al principio, siempre tuvo publicidad y estaba muy limitado. Y justo que este hombre se animara a hacer eso fue una puerta para decir: “¡Ah, mira!, puedes hacer lo tuyo, puedes hacerlo cuando quieras”. Fue una herramienta súper inmediata, que es lo interesante de este medio. Y como siempre estábamos buscando esta opción de “¿Cómo publicar de una forma super económica? ¿Cómo publicar sin toda esta infraestructura de tener que ir a imprimir y mandar los libros?” Fue una cosa increíble, y justo el momento perfecto para lo que queríamos hacer…

JG: Sí, ahí fue cuando ya aprendí a programar más. Fue como lo primero que hice en web de programación.

MN: Y volviendo en concreto a la pieza de Roberto, El viaje

JG: Recuérdame, ¿la pieza de El viaje surgió después de que te hiciste astronauta y te fuiste a la Luna?

RP: Había esta idea de hacer un libro.

JG: Pero ¿sí te fuiste de viaje y dormiste en la calle?

RP: Sí, sí, pero la cosa es que quería hacer una libro de notas de viaje.

MN: ¿Pero tú lo pensabas como un libro paginado, en orden secuencial, líneal?  

RP: En un prinicpio sí pero Javier sugiero que lo abriera a más posibilidades. En lugar de buscar enlazar una imagen con un texto implicó generar mucho más material visual, por ejemplo: la hojita que me encontré en el parque, un clip de olas, imágenes de niños jugando en Cuba, una imagen de mi pasaporte, en fin imágenes que no ilustraran propiamente, sino que acomodaran aletoriamente. Esta experiencia audiovisual hacía una diferencia importante con los blogs donde veías mucho más texto, en estas cosas que inventaba Javier podías jugar con los materiales de manera aleatoria. 

MN: Aunque Javier si tenía que armar una estructura... 

JG: La cosa es que con las máquinas no son aleatorias, la aleatoriedad es simulada. Era muy rudimentario. Realmente era acomodar una matriz de piezas…

MN: Tienes toda esta clasificación de texto, fotos, videos…

JG: Ni siquiera están clasificados, son piezas. Ninguno tiene más peso que otros. Tienes una lista de objetos, y simplemente con el algoritmo básico de aleatoriedad de Flash, cada vez se ordenan de un modo diferente. Es muy básico, realmente no le pusimos ningún peso, de que algún texto tenga prioridad contra alguna imagen.

MN: Pero además el lector-usuario toma decisiones, y eso es importante en la pieza.

JG: Pues sí, cómo leerla, y qué le interesa. No está obligado a leerla en ningún orden, o leerla toda.

RP: Exactamente. Entonces puede haber alguien que lea sólo tres textos y ya. El chiste es que tuviera las opciones.

MN: ¿Cómo divulgaron este trabajo?

JG: Había presentaciones, en ese tiempo había mucha actividad cultural. Había como mercados de Do it yourself, había conciertos…

MN: Eso para los CDs, pero para las piezas en internet, ¿había hipervínculos en los CDs?

JG: No, esas dos piezas se accedían desde el blog de Roberto. No hubo divulgación directa. Creo que alguna vez las presenté en la Universidad Iberoamericana. ¿No te acuerdas Bebo?

RP: Yo me acuerdo que alguna vez se proyectaron.

JG: Sí yo me acuerdo que en el 2007 fui a una conferencias. Bueno, en una mesa de discusión sobre nuevos medios en la Universidad Iberoamericana, fue cuando presenté estas piezas.

MN: Después de esas dos piezas, de la revista en CD, detuvieron su producción. 

JG: Yo me dediqué de lleno a la programación, sigo haciendo experimentos pero más didácticos que lúdicos. 

RP: Decidí mudarme de ciudad y para mi sorpresa descubrí los contenidos que se generaban eran muy distintos, desde la música que oían a los sistemas de interacción. Me di cuenta que no había una escena literaria/editorial/etcétera.  Y sobretodo me di cuenta que lo que creía muy normal porque acontecía en Tijuana no era la norma para los demás estados del país. Sobre escribir ya venía atravesando una crisis y bueno al tener que enfocarme en otras áreas más redituables económicamente (crear revistas físicas, exhibiciones, conciertos) y se fue acrecentando mi separación con la letra y me fui acercando más a las artes gráficas.

 

Javier Guerra

Javier Guerra. Tijuana, 1976. Egresado de Filosofía, 1998. Producto de la educación pública antes del Neoliberalismo. Artesano de las  artes gráficas devenido a de-constructor de instrucciones binarias. Autor auto-publicado y miembro durante su juventud, de diferentes colectivos de arte. 

Roberto Partida

Realizó estudios de Filosofía en la UABC y de Gestión Cultural en la IBERO Puebla. Como artista multidisciplinario (esténcil, fotografía, multimedia, video, ambientación) ha montado la exhibición individual Autoengaño inocente (Tijuana, 2001); Naif (Cholula, 2009); The meaning lies within oneself (Cholula, 2012, Islas Baleares, Mallorca, 2014); así como varias exhibiciones colectivas en NY, Tijuana, Puebla, Cholula, Barcelona y Berlín. Ha realizando proyectos de arte público para All City Canvas, Mamutt, Dorian Grey Gallery, Centro & Colectivo Tómate, Centrópolis, Coloniarte, Indio Emergente, y la Línea. Como curador desarrolló el proyecto Marchante!, curó exhibiciones para Elaboratorio en DF y la UTM de Puebla."