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Neil Harbisson y Moon Ribas: dos cyborgs en busca del sentido

Por Daniel Escamilla, Neil Harbisson y Moon Ribas /

4 may 2015

Él es irlandés y nació con una condición visual llamada acromatopsia: ve el mundo en tono de grises. Ahora tiene insertado un ojo cibernético (eyeborg) que convierte la luz en sonido y le permite escuchar los colores. Un viaje al supermercado es, para Neil Harbisson, una hermosa sinfonía.

Ella es catalana y es coreógrafa profesional. Desde 2007 ha experimentado con dispositivos cibernéticos que le permiten percibir el movimiento de manera mucho más profunda. Recientemente, Moon está desarrollando un sentido sísmico que le permita percibir los movimientos de las placas tectónicas de todo el mundo en tiempo real, para luego manifestar este sentido en el escenario.

Neil y Moon se conocieron cuando eran pequeños y desde ese momento crean y crecen artísticamente juntos. Actualmente son los creadores e impulsores de la Fundación Cyborg.

 

Daniel Escamilla: ¿Cuál es su postura hacia la tecnología, bajo la perspectiva del uso cotidiano de ésta?

 

Neil Harbisson: La tecnología es algo muy antiguo que ha existido durante miles de años y que siempre hemos usado como herramienta, y creo que al cabo de un tiempo se convirtió en algo portátil. Lo que más nos apasiona ahora es que la tecnología se puede usar como parte del cuerpo o como parte de la mente y del cerebro para extender nuestra precepción de la realidad.

 

DE: ¿En qué momento este complemento de hombre y tecnología tiene un despunte?

 

NH: Bueno, el hecho de crear herramientas es algo súper antiguo, eso ya es tecnología. La diferencia está en el hecho de usar electricidad en las herramientas, que eso fue un gran cambio. La invención de la electricidad precisó que las herramientas tuvieran una calidad nueva, y ahora crear tecnología biocompatible te da la opción de que la tecnología pueda ser parte de nosotros. Pero es algo que hemos venido haciendo hace miles de años y que va evolucionando hacia la unión, básicamente. Desde un principio ya se creaban herramientas como parte del cuerpo o como extensión del cuerpo, y ahora se pueden incorporar al cuerpo en sí.

 

DE: Es interesante que esa incorporación de las herramientas al cuerpo venga en el mismo momento en el que la economía está buscando nichos ultrapersonalizados, está buscando que las cosas sean hechas a la medida. Hemos visto con los scanners 3D que llegará un punto en el que se pueda personalizar lo que se quiere tener en la casa. ¿Cómo ven esta relación entre la economía y la figura del cyborg que hora está teniendo una relevancia que antes no tenía?

 

NH: Bueno la figura del cyborg se ha ido permitiendo muy poco a poco. El hecho de la personalización de la tecnología es volver a los orígenes. En un principio la creación de las herramientas era porque uno mismo las necesitaba para extender capacidades para crear otras herramientas, ahora es lo mismo para que éstas sean ya parte del cuerpo o extiendan tus sentidos. Es algo que todos queremos. Quizá es más cómodo comprar algo que ya está hecho, pero en el fondo es una experiencia más profunda si esta herramienta la has creado tú. Es algo que todos compartimos, crear algo para usarlo es más satisfactorio.

 

DE: Y al momento de estar produciendo y creando los propios dispositivos que van a adaptar a sus cuerpos ¿dónde termina el prototipo en un cyborg?

 

Moon Ribas: Bueno creo que nuestras invenciones están en constante evolución, como los sentidos, como el mismo cuerpo humano que siempre está evolucionando y siempre se puede mejorar. Como ha dicho Neil, el cuerpo va envejeciendo pero tus sentidos pueden ir mejorando. Lo bueno de envejecer siendo cyborg es que tus sentidos van mejorando.

 

DE: ¿Tienen planteado algún final, algún límite?

 

MR: Yo no me he planteado algún final, siempre hay cosas nuevas en la línea del movimiento, sobre todo.

 

NH: En mí tampoco hay final, eso es lo bueno de tener partes cibernéticas que van evolucionando. Es lo más emocionante. De hecho, cuando muramos, lo que seguirá vivo serán nuestras partes cibernéticas, porque la batería o la energía aún seguirá un poco más, es algo que en parte nos va a superar.

 

DE: Moon, comentabas que a ti te tocó el momento de transición de Neil cuando empezó a hacerse cyborg, lo conoces desde los ocho años. ¿Siendo tan cercana a él, notaste algún cambio sustancial, fue un parte aguas en su vida más allá de la cuestión fenomenológica o sigue siendo el mismo?

 

MR: Yo creo que sigue siendo el mismo. Bueno, al llevar una antena la reacción social ha cambiado mucho, porque mucha gente se ríe cuando va por la calle o lo paran para hacerle preguntas, pero él, como persona, es el mismo.

 

NH: Creo que lo que más ha cambiado es que yo de pequeño odiaba la tecnología, no me interesaba en lo absoluto, no le veía el beneficio para la humanidad. Pero cuando me di cuenta que se podía usar para extender sentidos y percepciones fue cuando mi visión de la tecnología cambió por completo. Antes la veía como una herramienta y el hecho de usar herramientas de una forma que nos distrae de la realidad no me ha gusta, pero usarla de forma que no me distraiga de la realidad sino que me la amplia es un gran cambio para mí.

 

DE: Los he seguido desde hace algunos años, he podido ver diferentes presentaciones y he notado mucha euforia del público a donde quiera que vayan. ¿Cómo notan ustedes el crecimiento del cyborg en los últimos años?

 

NH: Lento, pero notamos que gran parte de la gente tiene algo en el inconsciente colectivo: querer convertirse en tecnología. Aunque mucha gente no lo admita, creo que en el fondo los humanos queremos convertirnos en tecnología para poder, no sólo percibir mejor la realidad, sino también poder sobrevivir en el espacio, que es otro objetivo inconsciente de la humanidad: ser la primera especia animal que pueda sobrevivir en el espacio y poder explorar más planetas. Para poder hacer esto, sin necesidad de grandes herramientas o de naves espaciales, hay que modificarnos a nosotros mismos. Creo que eso es algo que despierta un poco en el inconsciente de las personas que quizá sí quieren extender sus sentidos. Pero al final sé que muy  poca gente da el paso, y creo que es por culpa del siglo XX cuyo discurso sobre la relación entre tecnología y humanos es muy negativo o antinatural, y como está muy presente afecta mucho para tomar la iniciativa.

 

DE: ¿Y dónde ha sido más lento el proceso de aceptación, en la sociedad o en los marcos legales?

 

MR: Creo que por igual ha sido lento. Las leyes van detrás de lo que la sociedad entiende o no.

 

DE: En este caso, que no es una práctica tan fuerte o tan masiva ¿quién cede más: un padre de familia que le asusta que su hijo vea a una persona con tres brazos o un gobierno?

 

NH: Hay rechazo por partes de la sociedad que son más conservadoras y no quieren aceptar este cambio. A veces son partidos políticos o personas religiosas que lo ven como algo antinatural y como mala influencia, también los jipis que defienden a la naturaleza. Pero creo que deben leer más, porque a veces  escriben artículos diciendo cosas muy exageradas, gente que ni nos ha preguntado. Hay rechazo de personas que relacionan la extensión de nuestros sentidos con la privacidad, cuando en realidad esto no tiene nada que ver con la privacidad de nadie porque son elementos cerrados que van dentro de nuestro cuerpo. Yo nunca estoy en directo en Internet, Moon tampoco está. La confusión que se crea a veces es lo que no permite avanzar en este campo.

 

DE: ¿Y cuál es el futuro del cyborg? ¿Creen que en cinco o diez años habrá una mayor aceptación o se necesita una cambio generacional más drástico para poder empezar a aceptar y a ser cyborg voluntariamente?

 

MR: Notamos que las nuevas generaciones, niños de diez u once años están más interesados. Ya no quieren utilizar el móvil como herramienta, entonces buscan formas de hacer más natural esta la tecnología para el cuerpo. Cuando ellos sean mayores de edad probablemente se lo planteen.

 

DE: Stelarc mencionó en una conferencia que “el cuerpo es obsoleto” , lo cual a mí me parece un tanto radical, aunque hay algo de cierto en lo que dice. ¿Cuál es su postura con respecto al cuerpo y a la obsolescencia o la vigencia que puede tener el cuerpo?

 

NH: Creemos que el cuerpo es necesario para poder extenderlo; la tecnología no lo puede hacer todo, lo bueno es la colaboración entre tu cuerpo y la tecnología. Esto me podría decir el nombre de los colores en lugar de darme la frecuencia de los colores. Mi cerebro no tendría que pensar de qué color es la mesa, escucharía el color y sólo lo diría. Entonces se puede usar la tecnología de una forma radical que no et obliga  a hacer nada, de una forma pasiva, o usarla de forma en que tu cuerpo o tu cerebro tengan que colaborar con el software, eso es lo que nosotros hacemos: que haya una colaboración entre software y cerebro para crear nuevos sentidos. Para nosotros el cuerpo es esencial y es igual de importante que la tecnología que se implanta. Depende del contexto en que se diga que el cuerpo es obsoleto, depende de cómo lo comparas, si lo comparas con otros animales o con otras especies, nuestros sentidos y el cuerpo humano pueden ser muy delicado y frágiles, perceptualmente muy limitados.

 

MR: No creo que tengamos que ignorar sino buscar la colaboración, ya que se generan experiencias más profundas también.

 

NH: Un sentido también amplifica a los otros, creo que añadir nuevos sentidos hace que los otros sentidos se despierten también. Creo va en las dos direcciones; de una forma la tecnología puede ayudarnos a despertar nuestros sentidos, que en muchos casos están durmiendo porque dependemos de tecnología que hace cosas por nsotros, en cambio si la añades sentidos a tu cuerpo puedes despertar funciones que quizás no estás utilizando.

Daniel Escamilla

Artista plástico y visual

Ha colaborado en diversas publicaciones impresas y digitales. En su más reciente producción ha realizado obra en diferentes formatos a partir de proyectos relacionales que exploran tres líneas de investigación: el emplazamiento en el mundo, la relación entre la memoria y la tecnología, y la nostalgia.

Neil Harbisson

Moon Ribas