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El bosón de Pesutic y el libro como circuito

Por Tonatiuh Trejo /

9 dic 2016

Intentando no ser crípticos ni excesivamente académicos, podemos definir al campo de Higgs como un manto continuo extendido en el espacio, formado por un número incontable de partículas constitutivas con las que comparte apellido: los bosones de Higgs. Este Campo, según el grupo de físicos que lo postularon (entre los que se encuentran el británico Peter… Higgs y el belga François Englert) es fundamental en el mecanismo que origina la masa de las partículas que integran todo lo que tocamos y puede tocarnos (la fricción entre estas partículas con el Campo de Higgs hace que adquieran su materialidad). De esta forma se explican, tan científica como esotéricamente, dos cosas: por qué “hay algo” en lugar de “haber nada”, y por qué dos “algos” diferenciados no pueden ocupar el mismo espacio al mismo tiempo (fenómeno también conocido como Principio de impenetrabilidad).

Cuando en 1973 el general Augusto Pinochet derrocó a Salvador Allende en Chile, no fue casualidad que comenzara a hacerse frecuente la comprobación de este Principio “en” los opositores al nuevo régimen (cuyas cabezas sufrían al no poder ocupar el mismo espacio que las balas disparadas contra ellas). Cayó un manto cruel sobre la nación andina, que vio a los detractores del general ser aplastados bajo la bota militar, extinguirse lentamente, ser torturados o salir exiliados.

Trece años después de instaurada la “dictablanda” pinochetista (1986), el sicólogo chileno Sergio Pesutic se autoedita un “libro” que desde el mutis hace mofa de la institución castrense (aún gobernante). Al libro, nacido como un libelo, como una caricatura política, le fue dado un nombre: La hinteligencia militar (así, con hache, para énfasis de su oprobio). Su contenido: páginas y páginas de nada, ni una sola letra. Apenas saliera a la luz, La hinteligencia vería truncada su distribución y Pesutic se convirtió en blanco del régimen. Autor y libro sufrieron el paradójico silenciamiento de su discurso, “escrito” sin una sola palabra.

En su prólogo a la primera edición mexicana de La hinteligencia militar. 1 El editor valenciano Paco Inclán cachondea con que habría dado igual que el libro se llamara “El sexo de los eunucos” o “La historia de Guatemala en los mundiales”; es cierto, pero fue la decantación de Pesutic por pintar la cara de bobos a los militares con su no-libro lo que consiguió para él y su no-texto un sitio dentro de la biblioteca global antimilitarista. El carácter ambiguo, performático y fehacientemente antiliterario de La hinteligencia representó también un cisma en la eidética del libro definido como forma y materialidad, sumándose al ánimo reflexivo que habían propuesto obras como 4’33’’, de John Cage (1952, con la cual buscó resaltar, entre otras cosas, que todos los sonidos son interesantes), y Blanco sobre blanco, de Kasmir Malevich (1918, en busca de las posibilidades expresivas de la nada, de una realidad sin objetos). Bien ahora, a diferencia de estas dos expresiones artísticas –productos de disciplinas cuyos procesos están en mutación constante– La hinteligencia militar tiene por cuna un oficio que metódicamente se repite desde hace seis siglos.

Como soportes no lineales de su contenido, las virgensísimas páginas de La hinteligencia son, si nos permitimos un ejercicio analógico, partículas de un campo extendido y misterioso en el que flotan las respuestas a muchas preguntas capitales en la editorialización de contenidos: ¿Cuándo un libro es un libro y no otra cosa?, ¿cuáles son y cómo reaccionan las partículas elementales de un libro?, ¿cuándo un fenómeno editorializable adquiere personalidad empírica y deja de ser sólo contenido crudo?, ¿son posibles la escritura sin signo y la decodificación sin código?, entre muchas más. Llamémosle a este campo –por méritos científicos del sicólogo chileno– "Campo de Pesutic”. El análisis y la teorización de este campo contempla, de forma inherente, la licuefacción del libro, así como el desbordamiento de los estamentos editoriales involucrados en su manufactura.

Postular el campo de Pesutic involucra la necesaria visita a dos universos que operan –en distintos tiempos– sobre las pulsiones que intervienen en la aparición de cada objeto editorial: un universo de escala macro, donde el libro es comprendido y analizado como sistema tangible, donde confluyen el proceso editorial en general, la mecánica e ingeniería de cada producción; las posibilidades del color y el papel (o cualquier otro soporte para el contenido), el diseño del dispositivo de lectura, la mercadotecnia, los libreros y las librerías, etcétera, y otro universo prematerial habitado por el estudio de la lectura y de la escritura (y de sus posibles mutaciones), del cerebro lector, del lenguaje, de las distintas autorías detrás de un objeto editorial, de la demarcación de lo editable y sus vinculaciones con la tecnología, así como de muy diversas secuencias orquestadas por la combinación entre éstas y otras abstracciones. El Campo de Pesutic es, pues, una propuesta que nos permite asimilar que el objeto editorial pertenece a estas dos cosmogonías, y que sólo cuaja como libro cuando ha recorrido la totalidad de un circuito abstracto que se cierra cuando un lector/espectador se expone, de manera consciente, a su contenido. El LIBRO no existe antes de ser leído, y no está allí aún cuando podamos ver su cuerpo, porque el libro no ES su cuerpo. ES el resultado de la activación de su contenido.

Con La hinteligencia militar, Sergio Pesutic evidencia y explota la naturaleza de este circuito abstracto, dado que el suyo es un objeto editorial cuyos contenidos son producciones de quien lo confronta; producciones que cuajan en una narrativa customizada que usa como guía el título de la obra (que a su vez contiene todo lo que se puede escribir en relación con su tema). Cada ejemplar de este libro es infinitamente distinto a los demás e infinitamente infinito en sus combinaciones, incluso para un mismo individuo en momentos distintos, pues cuando vuelve a la obra reedita su lectura anterior y enriquece su propia escritura: efectivamente, el lector “escribe” La hinteligencia militar al momento de “leerla”.

¿Es esta característica ajena a todos los demás contenidos editorializados? Pesutic pone al descubierto además que el contenido hallado por el lector en el libro (es decir, en el  objeto editorial activado) no es una réplica exacta del contenido que fue generado por el autor para éste. Jacques Rancière plantea de forma concisa esta idea en El espectador emancipado2 apoyándose en la “teoría del maestro ignorante”, capaz de enseñar a otro aquello que no sabe que no sabe.

El bosón de Pesutic: ¿una reparametrización del libro?, ¿una tomadura de pelo?, ¿una greguería?, ¿un cálculo renal? A lo largo de la historia, La hinteligencia militar ha suscitado reacciones que respaldan todas las afirmaciones anteriores. Con todo, su postulación ayuda a la emergencia de esta categoría ampliada del libro, que tiene como objetivo desestimar la idea de que éste sólo se define y comprende mediante la descripción de sus partes explícitas o palpables. La versión del libro como circuito recategoriza al lector, al editor, al hacedor de contenidos y a cada concepto involucrado en el desarrollo del circuito, donde son al mismo tiempo interruptores y líneas de transmisión; arquitectos y edificio.

Atravesar el metafórico campo de Pesutic, entrar y salir de los dos aparatos generatrices que éste separa, permite a cada eslabón del proceso editorial encontrar marcadas divergencias epistemologías respecto a lo que es y puede ser un libro, apartándose de la obligación cansina de reproducir y reproducir y reproducir el canon. El proceso líquido que hay detrás del libro-circuito ablanda los conceptos y desarrollos que hasta ahora conforman el pensamiento editorial, y nos permite imaginar objetos editoriales siempre distintos con capacidad de irrumpir en el espacio (físico o virtual) sin ese lastre que los limita de manera violenta: la forma única.

 

Referencias

1 Sergio Pesutic (2011). La hinteligencia militar. Ciudad de México: Esto es un libro

2 Jacques Rancière. (2010). El espectador emancipado. Argentina: Ediciones Manantial SRL.

Tonatiuh Trejo

Fundador y diseñador del Laboratorio editorial: Esto es un libro.

Fue jefe del departamento de Edición en la editorial académica Plaza y Valdés. Ha colaborado con artículos, intervenciones tipográficas y poesía visual en revistas como Perros del alba, RegistroMX y Revista Contenedor. Editó la revista Sensacional de Cineastas (UNAM) y fue socio fundador de la librería de la Casa Refugio Citlaltépetl. Compilado en la “Antología de Poesía Visual Mexicana” (INBA). Ganador del primer concurso de book trailers convocado por Editorial Santillana.